José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963), crítico, narrador, diarista y traductor, ha publicado las novelas reunidas en Trilogía de la Transición (Dalya, 2018), libros de relatos como Lluvia ácida (Algaida, 2004) y Sexteto de Madrid y otros cuentos (Hipálage, 2007) y, sobre todo, de poesía: Panorama y perfil (Canto y Cuento, 2014), Arabesco (Pre-Textos, 2018) y Realidad (Isla de Siltolá, 2020), entre otros. Su obra está antologada en Casa en construcción (Renacimiento, 2007) y Nosotros los de entonces. Poesía amatoria (La Isla de Siltolá, 2015).

Laberinto

José Manuel Benítez Ariza

Renacimiento, 2022. 92 páginas. 16 €

En otro contexto, Mário Cesariny se refirió a “la rehabilitación de lo real cotidiano”, lo que sirve para definir esta poética alineada con la tradición anglosajona. Elegantemente autobiográfica. Que “habla de asuntos cotidianos pero buscando el lado insólito y prodigioso que tiene la realidad cuando se la mira con detenimiento”.

No podría haber elegido mejor comienzo que el poema “Buenos días”, donde saluda a los seres y las cosas con las que suele encontrarse a diario: “¿Os veo mañana?”. “Abecedario” de estructura parecida, enumera a personas y dice de qué han fallecido: “Azucena, de frío”.

La incipiente vejez sesentera está en “When I’m sixty-four” (un guiño a los Beatles) y “Dos canciones”; la segunda, “In memoriam”, dedicada a su madre.

La pobreza de un masái y la de su abuela se dan la mano en un poema donde prima la emoción. Como en “La canal”, donde regresa la infancia, o “Escayolista”, donde reconoce que las técnicas del oficio de su padre le sirven para la escritura. En “Leyendo a Montaigne”, la incertidumbre. En “Laberinto” apreciamos con qué poco -un paseo familiar- puede construirse un poema. Como en “Reencuentro” (en Cádiz) o “Días de hospital”. Basta acaso saber observar.

A los pájaros felices destina una sección. A Irlanda, un “cuaderno” en el que nos muestra su faceta de viajero y dibujante.

Un puñado de haikus abre la última parte. Allí, los amaneceres, las flores humildes de muros y cunetas, Benaocaz, la niebla, las verduras, un gato… y “La Dama”, “un buen lugar para morir”.