¿Qué significa el exilio en la literatura? ¿Cómo influye en la obra de los creadores? La respuesta a las principales cuestiones sobre las que versaba el encuentro de esta tarde, Exilios y literatura intercultural, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cádiz, la sugirió el pasado lunes Sergio Ramírez en la inauguración del IX Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrada en el Gran Teatro Falla. "La lengua no se la pueden quitar a nadie porque es la patria de cada uno", vino a decir el escritor nicaragüense exiliado en nuestro país.
El caso de Gioconda Belli (Managua, Nicaragua, 1948) tiene las mismas características. La poeta y novelista nicaragüense se encuentra exiliada en España por las críticas hacia el gobierno de su país. El Frente Sandinista Liberal —partido a las órdenes de Daniel Ortega, reelegido presidente en unas elecciones bajo sospecha celebradas en noviembre de 2021— ha dado la espalda a la escritora, que desde su nuevo país de acogida no duda en contar su historia y denunciar la tiranía.
No obstante, prefiere agarrarse a puntos de vista menos crudos, como los que ofrecía Augusto Monterroso. El escritor hondureño, nacionalizado guatemalteco y exiliado en México, buscaba "los beneficios del exilio", pues "los escritores siempre encuentran la manera de arreglársela", recuerda Belli, que también cree en la parte provechosa de estas migraciones a menudo forzadas. "No es honroso salir al exilio, pero es honorable", afirma. Y es que las causas de la partida normalmente responden a una "voluntad de cambiar la suerte de un país".
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También Ramírez dijo hace unas semanas: "Mientras más Nicaragua me quitan, más Nicaragua tengo", recuerda Belli, y lo suscribe. "Aunque los tiranos han impuesto el silencio, los escritores han fundado en el exilio la república libre de las palabras", que son "el arma más poderosa" con el que "nos han equipado", ha dicho. Por eso los presos políticos no tienen derecho ni a los libros cuando están privados de libertad, ha lamentado la autora de Las fiebres de la memoria. E incluso "se han prohibido los sermones en los púlpitos a los sacerdotes de Nicaragua", ha denunciado.
Belli también ha incluido en la lista de "beneficios del exilio" la camaradería que surge con otros autores que atraviesan la misma circunstancia. En su caso, pudo conocer a Juan Gelman, Mario Benedetti y Julio Cortázar, que "quedó enamorado de Nicaragua", según recuerda Belli. Con la entrañable y magnética sonrisa que le caracteriza, ha despedido su intervención con un aliento esperanzador hacia los exiliados políticos y un homenaje a la memoria de los escritores que lo sufrieron.
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Tal es el caso del recientemente fallecido Jorge Edwards, que tuvo que abandonar el Chile de Augusto Pinochet y tuvo que huir a París, perseguido por el régimen de Fidel Castro en Cuba. Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Perú, 1964), otro de los autores presentes en el encuentro presidido por Jorge Fornet Gil y coordinado por Fernando Serrano Migallón, fue quien lo recordó, antes de afirmar que "la voz de los escritores tiene que alzarse contra los tiranos". El escritor peruano, que tuvo que exiliarse de su país durante el gobierno de Alberto Fujimori, ha basado su discurso en la relevancia de la comunicación a la hora de afrontar el exilio.
"La mayoría de los escritores que nos exiliamos en Europa nos instalamos a la vez que llegaba internet", ha relatado. El objetivo era poner sobre la mesa una cuestión interesante: ¿los avances tecnológicos que han propiciado la facilidad para comunicarse desde casi cualquier lugar del planeta han lacerado la literatura del exilio? "Si todo ocurre en lo inmediato y nos comunicamos por videoconferencia, ¿qué extrañamos?", se ha preguntado, aun concediendo que "lo tangible" no se puede sustituir. De momento. Por último, ha sugerido que "la añoranza", propia de esta literatura, "no tiene cabida en la simultaneidad".
La intervención de Juan Carlos Chirinos (Valera, Venezuela, 1967) ha destacado por un tono mucho más ligero. Antes que nada, ha aclarado que no es un exiliado, sino que vino a España con una beca para estudiar en la Universidad de Salamanca.
Con todo, soy "inmigrante", ha dicho, por lo que tuvo que vivir, a su llegada, algún que otro "choque intercultural", en referencia a la otra parte del título del encuentro. Dos anécdotas ilustrativas han desencadenado las carcajadas del respetable en la Sala Magna de la Facultad. Pero el humor viró hacia el episodio emocionante de la tarde: Chirinos tuvo que contener las lágrimas al recordar a un compatriota, el poeta Vicente Gerbasi, cuyo libro Mi padre el inmigrante es uno de los poemarios canónicos en la literatura venezolana.
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En la sesión plenaria de la mañana, Lengua, política, derecho e instituciones públicas. La idea de globalización en el mundo hispánico, el rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, ha lamentado que “todavía en el siglo XXI hay quien siente la tentación de hacernos confundir las palabras ‘democracia’, ‘autocracia’ y ‘dictadura’. Si no sabemos distinguir la diferencia tenemos un grave problema”. La intervención del rector salmantino ha sido presentada por la académica Susana Cordero de Espinosa, directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.
Por su parte, Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, ha reivindicado también en la jornada de hoy que “educar y enseñar lenguas es crear una conciencia crítica para ser conscientes de la variedad del mundo y la necesidad del entendimiento, la importancia de la interculturalidad y la defensa de la dignidad humana, sea de donde sea el origen de cada persona”.
Lo ha hecho en la ponencia de la sesión plenaria Lenguas y educación intercultural, donde también ha afirmado que “en la comunidad del español, la diversidad es fundamental a la hora de trabajar por la unidad”