Este año, la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid se presenta especialmente renovada. No solo porque María José Blas Ruiz releva a Francisco J. Martínez Moncada en la presidencia de la Asociación de Libreros de Lance, cargo que ocupaba desde 1999, sino por la designación del pregonero en esta 45ª. edición, que se celebrará desde este viernes, 28 de abril, hasta el próximo 15 de mayo. Rompiendo con la norma no escrita de elegir a un escritor consagrado que, además, tuviera una notable vinculación con las librerías de viejo, esta vez será el cineasta Álex de la Iglesia el encargado de inaugurar la ineludible cita para los biblióficos que cada año visitan las casetas del madrileño Paseo de Recoletos.
"Es uno de los habituales de la Feria, le encanta el cómic, los libros de terror y misterio y es un personaje muy querido porque vive muy cerca", explica Blas Ruiz, que está muy al tanto de los pormenores que acontecen en Recoletos. La Librería del Prado, de la cual heredó la regencia a través de su padre, el escritor y flamencólogo José Blas Vega, es una de las decanas de la Feria desde 1977, año de su fundación. Llegados a este punto, resulta pertinente aclarar que este evento, que se celebra en mayo, es independiente de la Feria de Otoño, también dedicada al libro de viejo, aunque organizada por la Asociación LIBRIS.
La nueva presidenta de Lance, decíamos, está al frente de una de las pocas librerías que han participado en todas las ediciones. Ubicada en la caseta 1, la Librería del Prado es una de las especialistas en Aguilar, sello del que ostentan numerosos títulos. Incluso Blas Ruiz publicó en 2012 un libro sobre la vida del editor Manuel Aguilar, acompañado de un estudio bibliográfico de todas las colecciones publicadas en papel biblia. De la dedicación al libro antiguo durante buena parte de su vida, se desprende la emoción con la que habla de la Feria: "Se encuentran tesoros a precios muy económicos", asegura.
La nueva junta de la Asociación de Libreros de Lance, que congrega a veinticuatro librerías madrileñas, "quiere dar continuidad y visibilidad a los pequeños negocios dedicados al libro antiguo, descatalogado o raro", tercia Blas Ruiz. La Feria de mayo, como también es conocida —así se denomina en la web de la asociación—, será una magnífica oportunidad para presentar la puesta de largo de la nueva etapa. Hasta 37 librerías especializadas contarán con una caseta en Recoletos: 24 son de Madrid, 4 de Barcelona, 1 de Sevilla, 1 de Pamplona, 1 de Granada, 1 de Salamanca, 2 de Segovia, 1 de Zaragoza, 1 de Huesca y 1 de Valencia.
El cartel, otro de los emblemas de la Feria desde sus inicios, es obra de Raúl Fernández Calleja. El dibujante de historieta, ilustrador y caricaturista madrileño firmará sus carteles este sábado 29 a partir de las 12 horas en la caseta de información. Y, para cumplir íntegramente con la tradición, el libro de la feria será este año Madrid de mi vida, una edición facsímil de 700 ejemplares. Se trata de las memorias de Gustavo Morales (Madrid, 1852-1940), diputado a Cortes por Toledo y concejal del Ayuntamiento de Madrid. El texto, apoyado en numerosas ilustraciones, sirve como retrato de la ciudad hace un siglo.
Quizás como en ningún otro mercado de libros, la imagen tiene una presencia determinante en la cita primaveral de Recoletos. Amén de los incunables, las primeras ediciones, los libros de saldo (restos de edición) o los ejemplares extraordinarios que pueden encontrarse en cada una de las casetas, abunda el material gráfico en soportes como los grabados, las litografías, las postales, los tebeos... Según Blas Ruiz, la librería Recuerdos y Cómic Hunter son dos enclaves fundamentales del arte de las viñetas.
La librería Luces de bohemia, de Zaragoza, es una de las especializadas en coleccionismo de papel, pero la pieza que tiene más ilusionado a su gerente, Nacho Asín, es una primera edición de La filomena, de Lope de Vega. Sin embargo, "después de tantos años uno se da cuenta de que siempre acaba vendiendo lo que no esperaba", cuenta. Asín compró el ejemplar de Lope a un comerciante extranjero: "Los libreros [de viejo] somos recuperadores de patrimonio y nuestra labor pasa por dar a los libros unos cien años más de vida".
José Antonio de Solís es el librero de la madrileña Hallazgo. Acude a la Feria de mayo "desde hace unos quince años", calcula, y aunque comenzó como una librería especializada en Ciencias Naturales, una de sus grandes inquietudes, ha abierto el abanico a libros antiguos de toda índole. Entre su fondo, los interesados en la ciencia podrán encontrar ediciones originales de Darwin publicadas en John Murray, el mítico sello editorial británico. Títulos como La expresión de las emociones en los animales y en el hombre, u otros menos conocidos como El poder del movimiento en las plantas, oscilan entre los 500 y los 700 euros.
No son, ni mucho menos, los ejemplares más caros. Una exquisita edición, en siete volúmenes, de Parte práctica de la botánica de Linneo podría superar los 2.000 euros, aunque la joya más valiosa de la caseta 2 es el Abecedario espiritual, de Fray Francisco de Osuna, un ejemplar que data de 1555 —la obra se publicó originalmente treinta años antes— y supuso una fuente de inspiración fundamental para autores como Santa Teresa de Jesús.
No obstante, De Solís dispone de otras reliquias muy asequibles. Origen de los mexicanos, de Germán Vázquez, o el libro en el que Umberto Eco enseña las claves para hacer una tesis, se pueden adquirir por menos de 15 euros. Ya nos advertía la presidenta de la Asociación de Libreros de Lance que en "este museo abierto al público donde se pueden tocar todas las piezas", uno puede "hacerse una biblioteca con libros a precios muy económicos".
Christina Linares, editora de Renacimiento, también acude desde hace décadas a la Feria del Libro Antiguo. Recuerda que de niña jugaba con barquitos de papel en las fuentes de los Jardines de Recoletos. Frente a la iglesia de San Pascual, revivía los pasajes que había leído en Oculto sendero, obra recuperada recientemente para su Biblioteca Elena Fortún. En aquellos años, acompañaba a su padre, el poeta y editor sevillano Abelardo Linares, que cuando era joven puso un rincón de libros para vender en la tienda de antigüedades de sus progenitores.
Linares recuerda que Renacimiento inició su andadura como librería de viejo. Cuando su padre compró en 1995 el famoso millón de libros en una librería neoyorquina que regentaba Eliseo Torres, la editorial se convirtió en una referencia de la venta de libros publicados en Austral, legendaria colección de bolsillo integrada en la editorial Espasa Calpe. Entre aquellas 250 toneladas de papel impreso que cruzaron el océano, se encontraban muchos ejemplares de Austral que todavía hoy siguen siendo deseados. No falta, cada año, el anciano con su folio lleno de cifras con los números que corresponden a los libros de la colección, relata la editora.
La hija pequeña de Abelardo Linares y Marie Christine del Castillo-Valero, gerentes de Renacimiento, no olvida que una vez vendieron un Quijote editado por Gabriel de Sancha en el siglo XVIII por "una cifra de cuatro dígitos". Unos grabados de Goya también volaron muy rápidamente, apunta la editora, que sin embargo reconoce que en la feria hay que lidiar con "algunos que no entienden bien el funcionamiento". Se refiere a los que tratan de venderles enciclopedias o diccionarios. Otro clásico son los padres que acuden a las casetas a por lecturas obligatorias en el instituto de sus hijos.
[Los hijos de los editores independientes toman el relevo]
Pero lo que, verdaderamente, entusiasma a Linares es el candor del ambiente que se vive en la feria, las alianzas que a lo largo de los años se han tejido entre los libreros. La editora ha entablado amistad, entre otros, con Javier, de la librería Velintonia. Asimismo, junto a la caseta de Renacimiento, siempre la 19, está la librera Rosa Sardá, cuyo hijo Eduardo sigue los mismos pasos. La pasión por el libro es un veneno que se hereda, no hay duda. La Librería Mateos, especializada en libros de saldo, incluso ha incorporado a una tercera generación, según cuenta Blas Ruiz.
"Aquí hay gente que lleva toda una vida", dice De Solís, que asume las transformaciones en el oficio del librero de viejo: "Antes, en cada ciudad había unas cuantas librerías de viejo y ahora hay hasta intercambio entre particulares". Atrás quedaron los años de los Vindel, Bardón o Porrúa en Madrid, libreros esencialmente dedicados al libro antiguo. En la Cuesta de Moyano, Berchi, Lucas o Alfonso Riudavets, este último fallecido hace solo unas semanas, representaban la tradición más pura del libro antiguo, mientras que Rodríguez, Chiverto, Sanz, Montero, Cayo o Miguel Miranda ampliaron el espectro hacia los generalistas.
La introducción de las multinacionales como Amazon en el producto editorial de segunda mano supuso, sin duda, un contratiempo para los responsables de este tipo de negocios. Sin embargo, la presidenta de la Asociación de Libreros de Lance se muestra contundente al respecto: "No estamos reñidos con el comercio digital". Linares también considera que "este tipo de plataformas te permite vender libros a Papúa Nueva Guinea, pero nada se puede comparar con la experiencia de pasear, tocar los libros, olerlos...".
En la misma línea se expresa De Solís: "En internet también hay público, pero esto es una cosa más humana". "A lo mejor antes el oficio era más bonito", tercia Asín, que se resigna a "adaptarse a lo que dicta el mercado", mientras que De Solís propone "seleccionar mejor los títulos, teniendo en cuenta el interés del público". Con todo, Blas Ruiz apunta que la facturación superó las expectativas el año pasado, después de dos años de pandemia. Las ventas han mejorado desde entonces, confirma Linares, si bien es cierto que "no hemos vuelto a las cifras de antes de la crisis de 2008".
En todo caso, Internet aún no les exime de llevar sus libros hasta las respectivas casetas. Naturalmente, para los madrileños Blas Ruiz o De Solís resulta más cómodo. Linares, cuyos ejemplares se amontonan en las naves de Valencina de la Concepción (Sevilla), explica que "mover los libros es cada vez más caro". Asín regresa a la capital por segundo año consecutivo, y aunque deberá desplazar 5.000 volúmenes desde Zaragoza, le compensa asistir a "una de las ferias más importantes", pues "se trata de mantener el contacto con el público y Madrid tiene mucho interés por el libro". El Paseo de Recoletos, además, es "un buen escaparate".
De Solís, gerente de Hallazgo, resume las cuestiones económicas y emocionales con elocuencia: "la oferta ahora está muy diversificada", pero "la feria no está determinada por "las modas o el marketing", por lo que "sigue teniendo un punto romántico".