¡Buenos días!

Han estado muy cerca de ganar estos poemas:

Reloj

Sobrevivimos al maná envenenado / al aullido afilado de los hombres / al aroma lascivo que despide la libélula.

Imágenes rompedoras que aluden a varios niveles de percepción y sentido, desde ese “maná envenenado” de resonancias bíblicas, pasando por ese segundo verso que también nos estremece, antes del imaginativo y sugerente final, que apela a los sentidos.

Gastón

Se te llenaron los ojos de tercas encinas, padre, / de ríos / desbordados de asombro.

Intensidad dramática para un poema que dice mucho con pocos elementos, pero que conmueve desde la verdad honda y descarnada que nos ofrece. Que esos “ríos” estén “desbordados de asombro” da todavía más profundidad a la hermosa imagen inicial.

Quijote

Poco después de un adiós / sin pronunciar, se elevan / los lirios de un mar embravecido.

El comienzo más o menos sencillo, confesional en lo que se nos narra, va dando paso a una sensación de altura en el poema, concretada en esos “lirios de un mar embravecido” que con tanta fuerza lo levantan de su plano real para llevarnos a otro más onírico.

Pero el ganador es:

Vega

Allá donde el fuego nunca muere, / se deshace la rosa / con un rumor de pájaros ardiendo.

Todo el poema es bueno, con esa sensación de acabamiento, de cierre o fin de época o de mundo, gracias a la sutileza del segundo verso, con un principio elegante y elegíaco. La imagen final lo redondea, con una plasticidad a la vez bella y terrible de la realidad ardiente. El poema crea un espacio pleno de belleza, desde su redención de incendio.

Tema de la semana: “Un silencio elocuente”. Rasguemos el silencio con su piel de poema, toquemos esas notas que aturden el mutismo. Escribamos, en 3 versos y no más de 140 caracteres, sobre las virtudes del silencio, sobre su espacio alzado en la tensión que sabe matizar lo que nos dice. ¿Es siempre elocuente ese silencio? Lo vamos a leer.

Consulta aquí las bases del concurso.