La lectura de las novelas de Martin Amis (Oxford, 1949-Lake Worth, Florida, 2023) tienen para el lector español un atractivo singular. Te permiten escuchar la viva voz del autor hablando de la realidad actual proyectada en el texto. Pertenecen a esa veta tan propia de las literaturas anglosajonas donde no parece haber artificio alguno. El narrador te pone en contacto directo con la vida recreada con las palabras, valiéndose de un tono íntimo, como si estuviéramos escuchando a un amigo.
Además, cada obra, de las quince novelas que publicó, aborda un tema candente, lleno de la esencia de un asunto sociocultural que existe en el trasfondo de la vida social inglesa o norteamericana. Probablemente, su emigración al otro lado del Atlántico, a Nueva York, y luego a Florida, el lugar de su muerte —aparte del divorcio de su primera mujer, Antonia Phillips, y el matrimonio con una segunda, Isabel Fonseca, también escritora—, tuvo que ver con su huida del papel de novelista de renombre y de su presencia como un controvertido intelectual público en Inglaterra, lo que le apartaba de su tarea de escuchar esas voces que enuncian la realidad social. En cierta manera, ante el público inglés actuaba como el chico malo de la generación de escritores británicos singularizados por su talento en la revista Granta de 1983.
Los nombres de esa generación resultan familiares: Ian McEwan, Julian Barnes, Kazuo Ishiguro, quienes llegaron al escenario literario desplazando a la generación anterior, presidida entre otros por Kingsley Amis, el padre de Martin, e Iris Murdoch. Entraron en el escenario abordando temas candentes, asuntos pendientes por tratar de la generación anterior.
La distintiva aportación de Martin al hacer del grupo fue la manera en que recortaba la frase para expresarse, sazonada con una abundante dosis de humor. El escritor, buen amante de las bromas, sabía valerse lúcidamente de la ironía.
Amis publicó una serie de obras maestras, entre las que cuento tres novelas. Quizás la más famosa de todas, dedicada al mundo de la codicia, sea Dinero (1982-1988), situada muy apropiadamente en la era de Thatcher. Campos de Londres (1989-1996) es una novela de humor negro que trata los desastres ecológicos que nos esperan, entre otros la guerra nuclear. La tercera que quiero destacar, La zona de interés (2015) roza los nervios del lector al contarnos los horrores de Auschwitz y el tema del Holocausto.
[Martin Amis y el club de los amigos muertos]
Al menos dos de sus libros biográficos y ensayísticos merecen, en mi opinión, mención especial. Experiencia (2000) es una reflexión sobre su vida desde la niñez a la edad adulta. Quizás la parte del libro que más toca la sensibilidad del lector es la dedicada a la muerte de su padre, Kingsley Amis, un modelo para el hijo. Koba el Terrible. La risa y los veinte millones (2002-2004), por su parte, trata un tema que en España resuena y resonará por un tiempo: la aceptación del comunismo por los intelectuales en la posguerra, aunque conocían las atrocidades cometidas por el dictador Stalin.
Los escritores, con el paso del tiempo, empiezan a desconectarse de la vida social, a esconderse en la torre de marfil, y sus libros comienzan a ser más literarios. Recurren como las personas mayores a los recuerdos, con lo que hacen un recorte profundo a la realidad presente. No así Martin Amis, nada le volvió atrás.
Con motivo de la muerte del autor, su amigo Salman Rushdie ha recordado dos influencias significativas en la obra de Amis. Por un lado, la de Nabokov, lo cual apunta hacia su intelectualismo, que no era tanto por los personajes o la habilidad de montar tramas argumentales, sino por la persona del autor, esa viva voz que lucha por expresarse abordando los temas de actualidad. Y Rushdie cita otra influencia que me parece esencial: la de su amigo Saul Bellow, una especie de padrino literario, con quien compartía el gusto por redactar frases que acarrean la voz de la realidad.
Aunque una importante generación de narradoras británicas ha venido a cubrir los flancos temáticos no cubiertos por los autores de la generación de 1983, por Amis, al menos dos, Zadie Smith, buena amiga de Amis, y Bernardine Evaristo, manifiestan una similar fuerza narrativa. Ya echamos de menos a Martin Amis. De pocos novelistas hemos esperado con tanta anticipación la salida de sus obras, porque siempre nos sorprendía con el recuento de sus experiencias sobre los temas de nuestro tiempo.