I

–Tómelo. Es para usted.

Al otro lado de la mesa, el hombre de los pantalones azules estira los brazos para no levantarse del asiento, pero sus dedos se mantienen a centímetros de distancia de las manos del hombre del traje gris. El hombre del traje gris piensa en la visita anterior, una mujer con un traje parecido al suyo –el patrón más ajustado, algo roída la tela en codos y rodillas– que también pretendía hacerse con el bulto sin esfuerzo, y en la visita de antes y de antes y de antes, hasta que regresa a la mañana en la que abrió la puerta del despacho y encendió el ordenador. Traza una señal imaginaria en un registro que no existe –check–, y continúa ofreciendo el paquete al otro hombre, al otro lado.

El otro hombre, al otro lado, se distrae por un momento con el paisaje que ofrece el ventanal. Conoce bien el barrio: trabajó allí, desayunaba en el bar de la esquina y aparcaba en una paralela. La distancia entre ambos le impide recoger el paquete, y él ha acudido a la oficina –y ha cursado solicitudes, rellenado impresos, aguardado colas, rellenado impresos, subido documentos a la nube, rellenado impresos, hablado por teléfono con grabaciones y pulsado teclas, teclas, teclas– para conseguirlo. Así que el hombre de los pantalones azules se incorpora, se inclina hacia el hombre del traje gris y, todavía en pie, rasga el plástico.

Después de examinar lo que ha obtenido, el hombre de los pantalones azules pregunta:

–¿Con esto qué se hace?

II

–¡Tómalo! ¡Es para ti!

Al otro lado de la mesa, el hombre del traje azul señala una caja al futuro matrimonio. El robot de cocina es el regalo estrella para quienes contratan la hipoteca. Antes de firmar ha preguntado por la fecha de la boda, si en la parroquia del barrio de él o de ella, ¿y la luna de miel? En la agencia de viajes del banco podrán contarles. Pasará el número de ella a la compañera que se ocupa.

Un vendedor de método: así se considera el hombre del traje azul. Un biombo separa su mesa de la de un hombre con traje negro. El de azul disfruta planificando la jornada: citas, llamadas pendientes, primeros contactos, insistencias. Cada reunión, de manera específica: unos gestos funcionan con según qué personas, y para otras valen ciertas palabras. Sabe que las viudas a las que actualiza la cartilla responden que sí, y el resto que no. Esta mañana contradice sus teorías: el préstamo para una tienda de ropa infantil que abrirá a varias calles –no conocía a la chica, pero sí a su madre y su padrastro–, la hipoteca para el piso de la pareja –veintipocos: le sorprende–. El rato de después lo bloqueará para el teléfono, una rondita por si algún cliente fijo necesita algo, y para estudiar unos productos nuevos que no logra que funcionen.

[Cuento de mayo: 'Un fantasma de andar por casa', de Andrés Neuman]

La chica del futuro matrimonio ha abierto la caja del robot de cocina, y pregunta si probarlo supondría algún problema. El futuro matrimonio sigue al hombre del traje azul. Él mueve el poto de cerca de la caja, que oculta el enchufe; desenvuelve el robot de cocina, lo conecta y pulsa el botón del encendido. Selecciona la opción de picadora. Al ritmo de las cuchillas aplauden el hombre del traje azul, y el futuro matrimonio, y la encargada de caja, y un anciano que se lleva la pensión en monedas de dos euros, y la panadera que espera por cambio. Aplaude incluso el hombre del traje negro, entusiasmado ante el prodigio; el jefe de la sucursal se ha encerrado en el despacho. El futuro matrimonio recoge la documentación y el robot de cocina, y abandona la sucursal bancaria. El calendario marca el 11 de junio de 2007.

III

–Es lo que usted solicitó –aclara el hombre del traje gris–. El Fabuloso Material Polivalente®.

El hombre de los pantalones azules se desploma en el asiento; en su regazo, un fardo de papel bastísimo, cien folios, como el que se obtenía al jugar al reciclado en las excursiones infantiles. Al otro lado de la mesa, el hombre del traje gris ya no identifica entre las reacciones de asombro y las de decepción. Se confunden las muecas, los bufidos.

–¿Son instrucciones para seguir pidiendo una ayuda?

–Tras años de investigaciones hemos obtenido el Fabuloso Material Polivalente® –recita de memoria, jornada tras jornada–. El Fabuloso Material Polivalente® es una herramienta para atender las necesidades básicas de la ciudadanía –ante el silencio del hombre de los pantalones azules, el hombre del traje gris continúa–. Usted ha cursado una solicitud relativa a la emergencia económica de su unidad familiar. ¿Trabajaba en un banco, es así? –pantalones azules: asiente–. En paro desde 2009. Es tiempo. No ha encontrado trabajo. ¿Ha buscado trabajo? –asiente–. Su mujer en paro desde 2008. Dos hijos nacidos en 2005 y 2007. Pero ya tienen edad de trabajar. Quieren estudiar, eh –asiente–. Piso tiene, herencia de sus suegros –asiente–. Justo la ciudadana a la que atendí antes que usted se llevaba el Fabuloso Material Polivalente® para una solución habitacional. Bueno, ahí lo tiene, el Material®. En seis meses le llamaremos para la siguiente entrega –asiente–. Las solicitudes de su mujer y sus hijos siguen tramitándose, pero quizá pueda compartir con ellos el Fabuloso Material Polivalente®.

Nos garantizan que, con agua en cantidad distinta, tengo las indicaciones por aquí, el Material® sirve para modelar una figurita humana

que acompañe

–¿Esto se come?

–Hay quien mastica y ya.

–Pero esto es un paquete de folios. ¿Me lo tengo que leer?

–No, se trata del Fabuloso Material Polivalente®. Usted corta un trocito: se lo come. Si quiere que dure más o tragarlo mejor, lo mezcla con agua, si tiene acceso a agua. En el informe leo que su familia no recibe ningún ingreso y con el banco de alimentos no les llega. Ya le digo que la ciudadana anterior se lo llevaba porque no encuentra para alquilar. Con agua abundante se obtiene una pasta para edificar. ¡Sí que aguanta, incluso la lluvia! Lo hemos probado ya. Y en un rato me visita un ciudadano que se siente solo. Nos garantizan que, con agua en cantidad distinta, tengo las indicaciones por aquí, el Fabuloso Material Polivalente® sirve para modelar una figurita humana que acompañe.

–Agua, dice, ¿no?

–¡Agua, sí! Y Fabuloso Material Polivalente®.

El otro hombre, al otro lado, se distrae por un momento con el paisaje que ofrece el ventanal. Conoció bien el barrio: las tiendas que cerraron, el lenguaje de los robots de cocina. Se incorpora de nuevo, se inclina hacia el hombre del traje gris, murmura buenos días –buenos días– y se marcha con su paquete de Fabuloso Material Polivalente®.

Poeta, editora y narradora, Elena Medel (Córdoba, 1985) es autora de la novela Las maravillas (Anagrama, 2020), Premio Francisco Umbral 2020. Ha publicado los poemarios Mi primer bikini (DVD, 2002), Tara (DVD, 2006) y Chatterton (Visor, 2014, Premio Loewe a la Creación Joven) y los ensayos El mundo mago (Ariel, 2015), Todo lo que hay que saber sobre poesía (Ariel, 2018) y Erudición sobre hormigas y rositas (CSIC, 2023). Premio Fundación Princesa de Girona 2016, ha sido autora residente del Alan Cheuse International Writers Center de la Universidad George Mason. Dirige el sello de poesía La Bella Varsovia.