Aquel 11 de septiembre, Pablo Neruda (1904-1973), Premio Nobel de 1972, se encontraba enfermo de cáncer en su casa de Isla Negra. Comunista y amigo personal de Allende, aunque planeaba huir a México para ayudar a establecer un gobierno en el exilio, el 19 fue trasladado a Santiago, donde murió en la Clínica Santa María el 23 de septiembre. A pesar de las sospechas de que su muerte no fue causada por la enfermedad, solo a principios de 2023, un equipo de expertos internacionales confirmó la presencia en el esqueleto del poeta de una bacteria letal, el clostridium botulinum.
En cuanto a su amigo Jorge Edwards (1931-2023), fue de inmediato relevado de su puesto de secretario en la Embajada de Chile en París. Primo de uno de los instigadores del golpe, Alberto Edwards, entre 1973 y 1987 publicó cuatro novelas sobre la realidad político-social de su país; Los convidados de piedra (1978), El museo de cera (1981), La mujer imaginaria (1985) y El anfitrión (1987). Además, en sus memorias, Adiós, poeta (1990), relató sus encuentros con Neruda.
Mientras, los golpistas intentaron convertir a Nicanor Parra (1914-2018), hermano de la exiliada Violeta Parra, en el poeta oficial del régimen y le ofrecieron el puesto que quisiera en el gobierno, pero él solo quiso conservar su plaza en la universidad y en 1977 se convirtió en disidente, como evidencian Sermones y prédicas del Cristo del Elqui y Hojas de Parra.
[El escritor chileno Jorge Edwards, Premio Cervantes y gran amigo de Neruda]
Por su parte, a José Donoso (1924-1996) el golpe lo encontró viviendo desde 1967 en España aunque a partir del 11 de septiembre se proclamó exiliado. Regresó a Chile en 1980, y el 31 de enero de 1985 la policía lo detuvo en una “reunión política no autorizada”. Su novela más célebre sobre la dictadura fue La desesperanza (1986).
Peor suerte corrió Óscar Hahn (1938); después del golpe fue encerrado en la Cárcel Pública de Arica, aunque solo diez días detenido. En 1974 huyó a Estados Unidos, donde pasó treinta años como profesor en la Universidad de Iowa. Raúl Zurita (1950), entonces estudiante de ingeniería civil, fue detenido el 11 de septiembre en Valparaíso, encerrado y torturado en las bodegas de un carguero, experiencia que recrea en Zurita. También narra lo vivido y sufrido en el poemario Canto a su amor desaparecido.
Otros libros sobre el golpe
Convertido hoy en leyenda mundial, Roberto Bolaño (1953-2003) se exilió a México tras el golpe para acabar viviendo en España, y abordó el drama en dos novelas clave, Estrella distante y Nocturno de Chile. Del mismo modo, el también huido Antonio Skármeta (1940), autor de El cartero de Neruda, narró el golpe y sus consecuencias en Soñé que la nieve ardía, en Tiro libre y en Los días del arcoíris.
Condenado por los golpistas a 28 años de prisión, conmutados luego en 8, Luis Sepúlveda (1949-2020) se exilió en Alemania y allí creó a su alter ego Juan Belmonte, exguerrillero y escolta de Allende como él, al que hizo protagonista de Nombre de torero y El fin de la historia. Isabel Allende (1942) retrató en De amor y de sombra los efectos de la dictadura tras los primeros años del golpe; Marcela Serrano (1951) hizo que la protagonista de La novena acogiera a un perseguido del régimen, y Carla Guelfenbein (1959) dedicó Nadar desnudas a los últimos días del gobierno de Allende y a los primeros del de Pinochet.
Por lo que a los narradores más jóvenes se refiere, Lina Meruane (1970) abordó en Cercada la relación entre hijos de un torturador y de sus víctimas; Rafael Gumucio (1970) recreó en Memorias prematuras el exilio en París en los años 70 y Alejandro Zambra (1975) descubrió en Formas de volver a casa lo que significó crecer en el seno de una familia de izquierdas en un suburbio santiaguino.
Mención especial merece un narrador poco conocido en España, Carlos Cerdá (1942-2001), autor de la considerada mejor novela sobre el exilio, Morir en Berlín, y de La casa vacía, sobre las cárceles secretas de Pinochet.