Hace casi tres décadas, Virginie Despentes (Nancy, 1969) irrumpía en el panorama literario francés con un libro original y disruptivo titulado Fóllame, que más tarde ella misma adaptó al cine. La historia de dos mujeres, una prostituta y una actriz porno, que, tras haber cometido su primer crimen, coincidían en una estación y emprendían un road trip a través de Francia salpicado de asesinatos, sexo y alcohol.
Ahora, más comedida, cinco años después de su último libro, la autora de Teoría King Kong y la trilogía Vernon Subutex regresa con una nueva novela, Querido capullo (Random House), donde logra rebajar el ruido y la polarización de las redes sociales para establecer un diálogo inteligente entre un hombre, un escritor de izquierdas con cierto éxito de ventas denunciado por acoso por la responsable de prensa de su sello editorial, y una actriz de cincuenta años en el ocaso de su carrera.
Escrita a partir del intercambio de mails entre estos dos personajes, cuya correspondencia alterna con las entradas de un blog feminista redactado por la tercera en discordia, Zoe Katana, la joven que acusa al escritor, el contexto le sirve a Despentes para reflexionar sobre nuestro presente y abordar, desde distintas perspectivas, temas como las consecuencias del #MeToo, el feminismo, la fama, la maternidad, las redes sociales, lo que significa envejecer en nuestra sociedad o la reparación de las víctimas de violencia sexual.
Un libro sobre adicciones
En una presentación organizada por la librería Traficantes de Sueños en el Ateneo La Maliciosa de Madrid, en la que ha participado la actriz española Rossy de Palma —que viajó expresamente desde París solo para acudir al evento—, la escritora ha explicado, no obstante, que el detonante de esta novela fue su propia adicción al alcohol. “En este libro trato de manera evidente mi relación con las drogas. No es autobiográfico, pero sí era algo que quería abordar. Es algo que puede sorprender, porque soy la señora King Kong —bromea—, pero para mí fue un verdadero problema a los 30 años. Esa es la razón de que haya un personaje masculino también, porque no es un libro sobre el género, es más un libro sobre cómo puedes solucionarlo y por qué lo haces. A mí me ha llevado 30 años conseguirlo de verdad y sé que no soy única”.
En ese sentido, reconoce, puede que Querido capullo extrañe a las personas que esperen un libro feminista. “Pero tratar este tema conlleva también un montón de temas que son míos. Lo escribí después del #MeToo, y obviamente escribí también sobre cosas que me interesaban de este movimiento”.
De hecho, los temas están ahí, a pesar de que, como señala la propia Despentes, en este libro su protagonista femenina “no es para nada una feminista de escuela, ella no busca buenas alumnas”. Sin embargo, escribe: “En el mundo somos millones diciendo lo mismo y hay millones de jefes tomándoselo a broma. Repitiéndonos ‘no me consta’. No cambian de chip. Citan a feministas muertas y enterradas para decir que antes era mejor. Porque hasta el feminismo les pertenece. La buena de Simone nunca se habría quejado por una simple mano en el culo, Simone no”; o “tus quejas desconsoladas me dan risa, ‘ya no puede uno decir nada, te cancelan porque sí, qué maldición para una civilización y una cultura como la nuestra’", ironiza la escritora.
"¿Quieres saber lo que significa que te anulen? Habla con una actriz de mi edad”; o “imagina que en lugar de mujeres asesinadas por hombres se tratara de empleados asesinados por sus patrones. La opinión pública sería mucho más severa. Cada dos días, la noticia de un patrón que mata a su empleado. Nos diríamos que las cosas han llegado demasiado lejos. Hay que poder fichar sin correr el riesgo de que te estrangulen, te muelan a palos o te acribillen a balazos. Si cada dos días un empleado matase a un patrón, ya sería un escándalo nacional”.
La mejor época del feminismo en España
Reivindicativa en esencia, es imposible tener a Despentes cerca, a nuestra señora King Kong, como ella dice, y no terminar hablando de feminismo. En este sentido, España, asegura, vive su mejor época. “Entre otras cosas porque hay muchas posibilidades de leer e intercambiar discursos con Latinoamérica, donde los movimientos feministas son muy potentes a la hora de buscar nuevas respuestas, estrategias y maneras de analizar las cosas. Por el contrario, Francia no vive su mejor década. No puedes sacar el feminismo de su contexto general y nuestro contexto general es el aumento de la presencia de la extrema derecha”, afirma.
“A mí me ha sorprendido mucho en el caso de Rubiales, por ejemplo, ver cómo las jugadoras internacionales inmediatamente se han posicionado a favor de Jenni Hermoso, mientras que en Francia solo una futbolista se ha pronunciado –continúa–. Eso dice mucho sobre el miedo que tienen las mujeres francesas de hablar, algo que tiene una repercusión enorme en las redes sociales y en los artículos de prensa. Existe una corrección antifeminista desproporcionada, lo que se convierte en un momento extremadamente duro en general y especialmente para el feminismo. No podemos imaginar políticas que toman la palabra como ocurre aquí", se lamenta.
Y es que, como explica Despentes, el miedo a las represalias todavía es muy potente. "Las chicas que han hablado lo han pagado muy caro, la respuesta machista estuvo organizada y fue muy contundente. Y creo que, si preguntamos a las mujeres que han salido a hablar, dirían que se lo pensarían dos veces antes de hacerlo otra vez. Es algo que abordo también en el libro porque a mí me impacta mucho", explica. "El castigo en las redes sociales está superorganizado, es una forma de violencia contundente, especialmente si eres anónima, porque te sientes aislada. Para mí estas palizas mediáticas forman parte de mi trabajo”.
El #MeToo, una ciencia ficción
Sobre cómo ha evolucionado el feminismo entre generaciones, Despentes señala que hay algo de literatura fantástica también en estos movimientos. “Me parece estupendo que las feministas de hoy pidan un mundo donde la utopía de poder volver sola a casa de noche, borracha o no, sea posible. El feminismo tiene que cambiar el mundo y lo que se pide es precisamente ese cambio. Y creo que podemos pedir a los varones que beban menos, si saben que se ponen más violentos, y que deberíamos dejar que la cuestión recaiga en ellos”, subraya. De hecho, prosigue: “Si lo piensas, lo que vivimos con el #MeToo es casi ciencia ficción para la gente de nuestra edad. Y esta ciencia ficción ha pasado. Y si ahora –como ocurría hace unos días en un programa de televisión– un chico toca el culo de una periodista en la calle, le llamamos la atención, hay una penalización. Hace diez años, nos hubiera parecido gracioso. Esta ciencia ficción es lo que es el feminismo”.
Surgido en 2017 para denunciar las agresiones sexuales y el acoso generado por el productor de cine Harvey Weinstein a varias actrices en Estados Unidos, el #MeToo y el cine toman forma también en Querido capullo. “Lo que a mí me sorprende con el caso de este señor es que me parece que ha sido violento con los hombres con los que ha trabajado y que los hombres nunca hablan. Les humillan, abusan de ellos de otras maneras, pero nunca se unen al discurso feminista, porque no quieren perder esa falsa dignidad y quedar de víctimas, aunque en realidad tendrían mucho que decir también. En el libro, el mundo del cine me fascina porque es como una producción constante de violencia, injusticias y sexismo. Y luego está este otro fenómeno: cada vez que sale una historia increíble del cine, todo el mundo lo sabía. En ese contexto, ese sector me resulta muy representativo de muchos de los problemas que tenemos hoy, al reproducir sexismos y conductas de violencia. Y hacia los hombres también. Wenstein era un monstruo para ellos”.
La escritura, un espacio privilegiado
Afortunada, como reconoce su propio protagonista en esta novela, Despentes se identifica en algunos aspectos con este hombre de éxito que llega a decir que “escribir no es nada fácil, solo en intentar ponerte ya inviertes todo tu tiempo”. Con más de 30 años de trayectoria como escritora de novelas, la dama más punk de las letras francesas confiesa que tiene fe en la literatura. “Es un espacio privilegiado donde puedo desarrollar pensamientos que no desarrollaría en otro escenario como una cena con amigos o un ensayo político", explica.
"Cuando lees, y pienso mucho como lectora cuando escribo, puedes dudar y puedes no estar de acuerdo con lo que dicen. Eso también me gusta. Una lectura que a mí me impactó mucho fue la de White, de Bret Easton Ellis, con el que no estaba de acuerdo en cada página, pero me encantaba leerlo, porque no me resultaba agresivo. Es algo que me parece muy interesante de la lectura de una novela. Yo, cuando escribo pienso en abrir ventanas y desarrollar ciertos argumentos que me resultan curiosos”.
Sin embargo, sobre su paso por el cine con su ópera prima, Despentes reflexiona que sería imposible volver a dirigir Fóllame ahora. “Para empezar, nadie la produciría. En el cine de hoy no ves películas así, no es posible romper esta frontera entre la pornografía y el mainstream. Y también pienso que el hecho de montar una historia con dos chicas que quedan para matar a todos los hombres, no sería posible en realidad. Ahora estamos en el momento Barbie, que es muy distinto a lo que exploraba en Fóllame”, concluye.