Acostumbrados a una narrativa que indagaba en las miserias de varias generaciones de una misma familia (generalmente tres, por aquello de recorrer de paso el siglo XX), a través de una carta/fotografía/documento hallado tras la muerte de la más anciana en un armario/caja/escondrijo que desencadenaba las investigaciones que desvelaban insospechados secretos, desde hace unos años se han multiplicado los libros de autoficción en el que jóvenes autoras desnudan su pasado sin ahorrar al lector ni un maltrato ni un desamor.
Es el caso, estremecedor, de la estupenda ópera prima de Leticia G. Domínguez (Madrid, 1987), Papá nos quiere, en el que la protagonista necesita la ayuda de un terapeuta para poder recordar el infierno olvidado que fue su traumática infancia.
Hija mayor de una familia marcada por la violencia psicológica que ejercen los padres, su desprecio, hipocresía, incomodidad social y una religiosidad asfixiante y tenebrosa la convierten en una persona infeliz, sumisa y temerosa. Una historia terrorífica de verdad, narrada con creciente tensión, y pulcro y cuidado estilo.