María Tena. Foto: Pablo Á. Mendivil

María Tena. Foto: Pablo Á. Mendivil

Letras

'La vida al borde': un elogio del poder “sanador” de la palabra a través de las historias de un hospital

La escritora María Tena explora en su nueva novela los sentimientos de aquellos que se ven obligados a asistir al proceso de estar enfermo.

11 enero, 2024 02:13

No tratan las páginas de este libro, La vida al borde, de la épica de la enfermedad, sino de explorar cómo se sienten quienes se ven obligados a asistir al proceso de estar enfermo. Y trata, también, de traer a un primer plano narrativo, desde una perspectiva emocional, el paréntesis que representa vivir en ese “margen” suspendido en el tiempo, lo que supone compartir otro espacio con quienes nada tienen que ver con la realidad doméstica propia, de necesitar la mirada del otro y de la sensación de abdicar de la voluntad. ¿Qué persigue? Componer un elogio del poder “sanador” de la palabra.

La vida al borde

María Tena

Alba, 2023. 190 páginas. 18,50 €

En esta línea, María Tena (Madrid, 1953, Premio Tusquets 2018 por Nada que no sepas) es deudora de la tradición que se ocupa de trasladar a la ficción diferentes ángulos de la enfermedad (inevitable apelar a La montaña mágica). Su mirada es realista y su estilo se emplea en observar la vida con intensidad, con un lenguaje pulcro, sin acrobacias formales pero sin renunciar a recursos propios de su bagaje literario. La vida al borde es su manera de materializar una historia cuya función es recrear destinos individuales y servir a la idea universal sobre la que funciona el relato.

El diario es el género al que más se aproxima, pero no para consignar cada día de los casi 27 que dura el ingreso de Teresa, la protagonista, sino para elogiar la escritura y su poder curativo. A través de ese recurso asistimos al proceso que vive Teresa, a su manera de asistir a su vida, fuera y dentro del hospital, y de relacionarse con quienes le rodean.

María Tena ofrece un relato colmado de humanidad y empatía en torno al sufrimiento

Fuera están su marido y dos hijas; dentro, enfermos aquejados de sus propios males, protagonistas también de lo que supone formar parte de la comunidad que comparte pasillos, incertidumbres y médicos. Durante este “margen” de espera tendrá que someterse a protocolos médicos mientras descubre la necesidad de compartir “heridas” con otros que, como ella, necesitan ese escudo contra el desamparo.

El argumento es sencillo, lineal y, en cierto modo, coral, pues se sirve de toda la comunidad de personajes que bordea ese “margen” en el que todos coinciden. Sobre ellos cobra sentido la propuesta de la autora: ofrecer un relato colmado de humanidad y empatía en torno al sufrimiento real. Es ahí donde funciona la dimensión literaria de la novela.

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