Manuel Jabois / Foto: Alfaguara.

Manuel Jabois / Foto: Alfaguara.

Letras

'Mirafiori', de Manuel Jabois: cuando una buena novela supera a la realidad

La expresividad es la clave que distingue la literatura de una mera ficción, y el periodista y escritor lo demuestra en su nuevo libro.

16 enero, 2024 01:14

Se repite con frecuencia que la mayoría de las novelas trata de amor. Puede ser. Sí sé que las mejores siempre abordan el choque de la autonomía del ser humano con los valores de la sociedad en la que vive, generalmente para mostrar las limitaciones causadas al individuo por la colectividad.

Manuel Jabois
(Sanxenxo, Pontevedra, 1978) ofrece en su cuarta novela un estupendo planteamiento del universal dilema al contar las relaciones entre el narrador y su amada, Valentina.

Hoy en día resulta difícil distinguir entre las lecturas de ficción y la literatura propiamente dicha. Jabois escribe un libro literario, y lo notamos por ese elemento que distingue ambos tratamientos de la ficción, la expresividad.

Mirafior

Manuel Jabois

Alfaguara, 2023. 208 páginas. 18,90€

El texto literario ofrece una textura verbal y espacial que supera la realidad; la representación que de ella se hace abre horizontes, expectativas, articula una percepción novedosa de la vida. ¿Qué otra cosa supone la lanza de don Quijote dirigida contra los molinos de viento o el niño que por primera vez toca el hielo en Cien años de soledad sino la revelación literaria de que la realidad solo es la cáscara de la vida del mundo?

Jabois abre también en su novela unos momentos argumentales en los que destaca la sensibilidad de los personajes, especialmente de Valentina, verdadero foco de la obra, pues su compañero, el narrador, se limita a contar cómo ella descubre que vive acompañada por los muertos.

El argumento de la novela cuenta la historia de amor de estos dos jóvenes de Pontevedra. Crecen juntos, comparten estudios y amigos en el instituto y desarrollan su personalidad, el componente autónomo o individual, a través de las relaciones sexuales, poco aceptadas en una sociedad provinciana.

Luego, cuando emprendan su vida profesional en Madrid, las prácticas sexuales cambian su curso, devienen más experimentales, hacen tríos, mudan de pareja, y todo ello acompañado del consumo de porros y de cocaína. Valentina alcanzará pronto el éxito como actriz de cine y de series, mientras su pareja, el narrador, gestiona sus asuntos haciendo de manager y ejerce la profesión de periodista.

Lo que añade singularidad a la pareja es el secreto compartido de que Valentina ve a los muertos como su madre. Esta dote conoce fuertes raíces en la literatura gallega (pienso en la Emilia Pardo Bazán de Los pazos de Ulloa o en varios textos de Valle-Inclán).

Mirafiori es una muy buena novela que muestra cómo el arte marca la realidad con la huella del espíritu humano

Jabois tiene un talento singular para novelar expresando con fuerza esa creencia de que bajo la realidad entendida como normal, existe otra portentosa que contiene la energía de las personas que han estado con nosotros. Esa fuerza de los muertos no se corresponde exactamente con el alma de los católicos ni con la inmortalidad, sino que es la energía del espíritu humano que se niega a desaparecer.

También Jabois sabe montar la novela con suficiencia técnica, escribe con soltura y el texto se lee con agrado y facilidad. Sin embargo, esta novela debería estar mejor editada. El título Mirafiori se refiere a un coche icónico de los años 70, que era del padre de Valentina.

Su presencia en el título y en la novela nunca acaba de estar bien trabajada. Tampoco se aprovecha el bilingüismo del autor, pues el gallego no se integra con el castellano. Con todo, Mirafiori es una muy buena novela porque permite al lector sentir cómo el arte marca la realidad palpable con la huella del espíritu humano. 

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