Sergi Pàmies, un memorioso con mucho cuento en 'A las dos serán las tres'
Hay en esta miscelánea de textos heterogéneos una impronta de modernidad algo experimental y un animoso propósito de innovación.
25 febrero, 2024 01:33Reciclando una boutade de Cela acerca de la novela, podríamos decir que un libro de cuentos es cualquier conjunto de relatos cortos que aparece en una colección de narrativa. Da igual qué contenga el volumen si la cubierta indica que es narrativa, y no tratados de ingeniería u obras de autoayuda, pongamos por caso. Viene esta digresión a propósito de A las dos serán las tres, donde Sergi Pàmies (París, 1960) apiña memorias, autobiografía, autoficción, dietario, crónica, reportaje, invención y formas inclasificables.
La pregunta acerca del género al que pertenece el libro no es irrelevante o mera disputa nominal porque la respuesta debida implica algo esencial de la obra, la actitud vanguardista de Pàmies al juntar una miscelánea de textos heterogéneos. Hay en A las dos serán las tres una impronta de modernidad algo experimental y hasta, si se quiere, un animoso propósito de innovación de fórmulas convenidas o estancadas.
Ateniéndose el autor al criterio básico de la libertad temática y formal absolutas, en las diez piezas reunidas encontramos de todo. A golpe de vista, predominan las que tienen base memorialística. Alguna evidencia una elaboración temática que trasciende la pura anécdota. Ocurre en la inicial, donde se engarza con naturalidad la relación entre dos experiencias iniciáticas de Pàmies, la sexual y la literaria. Destaca aquí la finura en la observación moral.
Otras veces, en cambio, el tema queda como subordinado a la pura crónica. En “Ferias y Congresos” hay un asunto, el contraste entre el escritor consagrado y el principiante, y una exploración sicológica, las estrategias adoptadas por dos tímidos. Sobre ello se impone, sin embargo, el reportaje periodístico del viaje que Pàmies hizo con Vázquez Montalbán a Quebec para participar en unas reuniones literarias. La narración muestra, por otra parte, una magnífica capacidad descriptiva, de un realismo costumbrista perspicaz y muy afinado.
La materia biográfica abarca alusiones familiares: a los padres del autor, “una madre escritora de éxito y un padre que es la versión antifranquista de del Hombre Invisible”, en referencia a Teresa Pàmies y al secretario general del PSUC, Gregorio López Raimundo. También se detiene en su propia niñez al explicar “Por qué no toco la guitarra”. Además practica con largueza la metaliteratura al comentar su personal ejercicio de la escritura y teorizar sobre el cuento.
Junto a estos contenidos biográficos incluye Pàmies varias piezas a las que él mismo califica de cuentos y en las que en apariencia prima la invención. Con ello abre otro destacado frente del libro, las fronteras permeables entre realidad y ficción, los límites inciertos entre lo vivido y lo imaginado.
Esta desafiante variedad se acomoda, sin embargo, dentro de una inquietud básica que unifica los dispersos contenidos. Se trata de una vivencia del tiempo a la vez analítica y emocional. La “amalgama de pasado, presente y futuro” que se produce con el cambio oficial de horario al que se refiere el título del libro la siente el autor con intensa, y algo dramática, vivacidad.
Todos los relatos se bambolean entre el rescate del ayer y un potente sentimiento del hoy con la vista puesta en el porvenir. El paso del tiempo, fuente del variopinto arsenal de anécdotas del libro, es el gran tema de la mirada aguda, tierna, cordial y escéptica sobre el propio Pàmies y sobre el mundo de estos cuentos o lo que sean.