El adiós a la infancia en la nueva novela de Marta Barrio, una historia llena de encanto y sutileza
'No volverán tus ojos a mirarme' sigue a una niña que reconstruye la historia de amor de sus abuelos a través de las cartas que se enviaban.
4 marzo, 2024 02:00Fue Leña menuda (2021), el segundo título de Marta Barrio (New Haven,1986), el que recabó premios, miradas y reconocimientos por la manera envolvente de plantear el tema y el enfoque de una historia desgarradora.
Tres años después, lejos de repetir fórmulas, reaparece con una tercera novela de muy distinto signo, No volverán tus ojos a mirarme, evidencia de que parece dispuesta a hacer de cada libro una experiencia constructiva y una propuesta diferente. El argumento descansa en la voz de una niña durante el verano que dejará atrás su infancia; cuenta ella misma cómo encontró en casa de los abuelos las cartas escritas desde que ambos se conocieron, en 1949, hasta que se casaron seis años después.
Cuenta que, movida por el deseo de saber más sobre ellos, decidió seguir el registro del matasellos de cada una e ir seleccionando y transcribiendo las de su interés hasta recomponer, desde las palabras del abuelo (la abuela apenas tiene voz, aunque sí peso, en esta historia), ese capítulo del origen de la historia familiar.
De entrada, la autora apuesta por lo que podríamos considerar el reverso de una fórmula narrativa clásica, el relato epistolar. A su vez aborda temas recurrentes en los relatos iniciáticos, como el descubrimiento de la intimidad y la exploración de la realidad adulta. Y además ensaya una estructura cuyas reglas impone como un juego la joven narradora, las del relato retrospectivo, otorgándole así un doble valor: testimonial y literario.
El primero descansa en el punto de vista de la niña. Ella es quien registra cuanto va descubriendo en y desde las cartas, que no solo despliegan ante sus ojos el “amor de novela rosa” (en palabras de la tía Mercedes) protagonizado por los abuelos, sino, y sobre todo, un capítulo de nuestra historia de las mentalidades (vida familiar, decoro y educación sentimental, cívica y social de mujeres y hombres en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado).
Marta Barrio parece dispuesta a hacer de cada libro una experiencia constructiva y una propuesta diferente
Ella es quien aporta a su trama observaciones, fotos reales (hay mucha realidad documentada cosida como hebras sueltas que componen el tejido narrativo), y otras voces necesarias para poder entender ese mundo.
El resultado es un diario que representa, en realidad, su proyecto de escritura, al que sirven de contexto noticias sociales especialmente relevantes (siempre desde la perspectiva de la niña) entre agosto y octubre de ese verano de 1997, sutil manera de subrayar la presencia del periódico en la vida de la familia.
De su escritura depende el valor testimonial del relato, aunque es obligado advertir que sobre ella pesa la objeción de parecer más adulta que niña en sus consideraciones, lo que resta credibilidad (no interés) a su pretendida autoría de cuanto leemos.
[Marta Barrio, a palos con la tragedia y el dolor]
Del valor literario de esta novela cabe destacar que es producto de un verdadero esfuerzo de coherencia constructiva que realza el contenido e incrementa el valor testimonial de la novela. Un logro que, para tal fin, valida su propósito es la estrategia de ir sugiriendo paralelismos entre el mundo de ayer y el mundo de hoy.
Así, por ejemplo, mientras en el primer plano de la composición domina la presencia de la narradora mostrando su empeño por reconstruir la memoria de sus mayores, la abuela, en un plano general desdibujado, va perdiendo la suya, pierde sus recuerdos como pierde las palabras, y finalmente el habla, a causa del alzheimer.
Muchos matices quedan “borrosos” o “fuera de foco” (lamenta la niña en su afán de incluirlo todo); sin embargo, el valor testimonial también les alcanza, de hecho son, en ocasiones, los que más cuentan. No es perfecta, pero es una historia llena de encanto y sutileza de la que nadie quedará excluido.