Luis Ronda Zuloaga, experto en liderazgo: "En Harvard se estudian los casos de Inditex y del Real Madrid"
El empresario y escritor publica el libro 'Liderazgo Basal. El reto de dirigir una empresa en el s. XXI', editado por la Universidad de Navarra.
10 abril, 2024 02:13En el mundo líquido de hoy, donde los cambios se suceden a toda velocidad y parece no haber grandes certezas permanentes, las personas con un puesto de liderazgo —ya sea en el mundo de la empresa o de la política— deben tener una gran capacidad para adaptarse y para satisfacer las necesidades de todos los grupos de interés que se relacionan con su organización. Además, un buen líder debe tener una serie de cualidades esenciales que le permitan generar confianza, alcanzar resultados y garantizar el futuro de la organización.
Todo ello se explica a fondo en el libro Liderazgo Basal. El reto de dirigir una empresa en el s. XXI, escrito por el ingeniero agrónomo y empresario Luis Ronda Zuloaga y editado por EUNSA, Ediciones de la Universidad de Navarra. El autor, con una extensa trayectoria en puestos directivos en empresas internacionales, es actualmente el máximo responsable de la filial en España y Portugal de una compañía de biotecnología, consejero en diferentes empresas y miembro de asociaciones profesionales.
Título: Liderazgo Basal. El reto de dirigir una empresa en el s. XXI
Autor: Luis Ronda Zuloaga
Editorial: Ediciones Universidad de Navarra (EUNSA)
Año de edición: 2024
Pregunta. ¿Cuál es el propósito de su libro Liderazgo Basal. El reto de dirigir una empresa en el s. XXI y a quién se dirige?
Respuesta. Vivimos importantes cambios de todo tipo que afectan a la sociedad, a la economía y consecuentemente a la actividad humana y empresarial. Modestamente, el libro pretende contribuir al éxito de las personas que tienen la responsabilidad de liderar equipos y organizaciones en el complejo y vertiginoso entorno actual.
P. Se escriben muchos libros sobre liderazgo. ¿Qué distingue especialmente al suyo?
R. Las exigencias hacia los líderes han cambiado. Hoy en día es ineludible considerar las expectativas de todos los grupos de interés que interactúan con una corporación: clientes, proveedores, empleados, accionistas y la propia comunidad en que la compañía desarrolla sus actividades. En este sentido el libro pretende aportar nuevas perspectivas.
P. ¿En qué consiste exactamente el liderazgo basal?
R. El liderazgo basal se fundamenta en tres pilares que, según mi criterio, son características necesarias aunque no suficientes para liderar con éxito una organización en el s. XXI. Dichos pilares son: la capacidad para generar confianza, la determinación para conseguir resultados y la generosidad para garantizar el futuro de la propia organización.
P. Usted dice que el liderazgo basal se fundamenta en el rigor, la sencillez y el pragmatismo. ¿Por qué estas tres cualidades?
R. He intentado no perder de vista nunca estos tres criterios a la hora de escribir el libro. Desde otro punto de vista, sería un error pretender hablar seriamente del liderazgo cayendo en disquisiciones frívolas, complejas y teóricas.
P. Usted menciona en su libro a Daniel Goleman, el gran divulgador de la inteligencia emocional. ¿Cree que esta se ha convertido en algo imprescindible en el mundo de la empresa y los negocios?
R. Absolutamente imprescindible. Conocer y desarrollar nuestra inteligencia emocional es fundamental en las relaciones humanas. Los filósofos griegos también lo dijeron antes que Goleman.
P. El mundo cambia constantemente y los líderes tienen que cambiar para encajar en su época. ¿Cómo son los líderes que necesita hoy la sociedad?
R. La principal responsabilidad de un líder es aportar, logrando con su ejemplo y competencia que un grupo de personas alcance unos resultados que no conseguirían por sí solas. La sociedad del siglo XXI es tremendamente diversa, los intereses y expectativas de las personas y organizaciones son muy diferentes. En el liderazgo basal hablo de humildad, integridad, honestidad, competencia, respeto a los demás, perseverancia, motivación, disciplina... Pero por no eludir una respuesta sencilla, diría que hoy la sociedad necesita sobre todo líderes generosos, con vocación de servicio, que no antepongan sus propios intereses a los del conjunto.
P. ¿Cuáles son los principales retos de un empresario de hoy?
R. El escenario en que se desarrollan los negocios hoy en día es tremendamente cambiante. Se habla de tener éxito en entornos VICA: volátiles, inciertos, complejos y ambiguos. Ello exige un esfuerzo permanente por aprender y estar informado. También requiere una preocupación constante por hacer las cosas bien, la discusión ética debe estar siempre presente en la labor de un líder.
P. En su libro, aunque se centra en el liderazgo empresarial, alude también mucho a la política. ¿Un buen político debería tener un perfil similar al de un líder empresarial? Dicho de otro modo, ¿se debería dirigir un país como una empresa?
R. Un país no es una empresa. Creo que es algo más complejo ya que las expectativas de los ciudadanos son mucho más diversas. Pero muchos ministerios, ayuntamientos y organismos públicos se deberían gestionar con criterios empresariales precisamente para que funcionen con eficacia y alcancen sus objetivos sociales. Por ejemplo: del mismo modo que la falta de eficacia y la deuda condicionan gravemente el futuro de una empresa, los políticos no deberían colonizar las instituciones ni hipotecar a las generaciones futuras. Los políticos deberían estar mucho mejor preparados y respetar tanto las instituciones como el trabajo independiente de funcionarios y técnicos de la administración.
P. ¿Echa de menos al político gris y burócrata, sustituido ahora por el político vociferante, extravagante y populista?
R. El populismo es un cáncer para la democracia. Divide y enfrenta a la sociedad con causas fragmentarias, lo que conduce inevitablemente al enfrentamiento y a la dictadura. La democracia no es solo votar en unas elecciones. Además, hay que respetar las instituciones y hacerlas funcionar, salvaguardar la separación de poderes, cumplir y hacer cumplir la ley, rendir cuentas y permitir la alternancia en el poder... Echo de menos al político que defienda la democracia.
P. Habla de la “brecha ética entre la política y la sociedad civil”. ¿Hay algún político que merezca su confianza actualmente en España?
R. Los ciudadanos y las empresas estamos cada vez más vigilados, debemos cumplir con un número cada vez mayor de normas y regulaciones, cada vez pagamos más impuestos. Y sin embargo los políticos eliminan las leyes que les incomodan y aprueban otras nuevas para indultar sus delitos. El espectáculo es bochornoso. El fin nunca justifica los medios, mucho menos en la política. La falta de integridad y de honestidad nunca debería justificarse en la búsqueda del triunfo en unas elecciones para alcanzar el poder.
P. ¿Cuál es a su juicio el mejor o los mejores líderes empresariales que tenemos en España?
R. En España hay grandes directivos que son valorados y reconocidos en todo el mundo. También tenemos la suerte de contar con algunas de las mejores escuelas de negocios del mundo. En otros países se estudian casos de éxito de empresas españolas. Por ejemplo, en la Universidad de Harvard se estudian los casos de Inditex y del Real Madrid. También Harvard nombró, en el año 2017, a Pablo Isla como mejor presidente ejecutivo del mundo.
P. Otra de sus grandes pasiones es la Historia. En su libro Lecciones de historia para la empresa, de la editorial Almuzara, trazaba paralelismos entre grandes personajes del pasado y la gestión empresarial. ¿Qué personaje de la historia de España cree que sería un ejemplo a seguir para los líderes (empresariales o políticos) de hoy?
R. Tengo especial debilidad por los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Son dos de los personajes históricos que más han contribuido a construir la esencia de España como nación. Su legado forma parte de nuestras vidas en el s. XXI. La España que comenzaron a gobernar en 1474 no tenía nada que ver con el imperio que dejaron establecido en 1516 y que perduraría por más de trescientos años. Durante su mandato se completó la Reconquista, se descubrió América, se unificaron los reinos de Castilla, Navarra y Aragón, se iniciaron reformas en la política, la economía, la justicia, la hacienda, la educación, el ejército, la iglesia... Y no lo tuvieron fácil. En mi opinión gran parte de su éxito fue debido a su generosidad. Cada uno supo renunciar a sus propios intereses en defensa del proyecto común y de un futuro mejor. Esa generosidad sería un ejemplo para los líderes de hoy.
P. ¿La democracia es posible en el mundo de la empresa?
R. No es posible si entendemos la democracia como votar y elegir a los dirigentes, o hacer referéndums para tomar decisiones. Pero, como queda reflejado en el libro, el éxito de las empresas del s. XXI se fundamenta en satisfacer las expectativas de todos los grupos de interés. La responsabilidad social de la empresa no puede obviarse hoy en día. Los intereses de los accionistas deben compatibilizarse con el interés social de la actividad empresarial.
P. Dice que en los últimos años ha habido cambios legislativos con respecto al mundo empresarial que son “reflejo de una actitud cada vez más intervencionista y autocrática por parte de los líderes políticos, especialmente en la UE”. ¿Es partidario de que el mercado se regule solo sin la intervención de los Estados?
R. Soy partidario de encontrar el adecuado equilibrio entre el marco regulatorio y la competitividad de las empresas. Desde el año 2008, tras el “credit crunch” y la quiebra de Lehman Brothers, el intervencionismo político en la actividad económica se ha incrementado exponencialmente. Se empezó por el sector financiero y poco a poco se ha ido extendiendo a todas las actividades económicas, especialmente en la UE. Esto puede suponer un freno para el progreso de la humanidad y hay que buscar ese equilibrio.
P. También afirma que actualmente hay “alarmismo ecológico” y que reducir los gases de efecto invernadero a toda costa es injusto para los países en desarrollo. ¿Cree que los países más ricos debemos asumir una mayor responsabilidad al respecto?
R. Desde finales del año 2023 habitamos la Tierra más de 8.000 millones de personas. En el año 2100 se espera que seamos más de 10.000 millones. Hay que cuidar el impacto de la actividad humana en nuestro planeta, por nuestro propio interés. La sostenibilidad es imprescindible, entendida como el equilibrio entre el fin social de las actividades económicas, el respeto al medioambiente y la búsqueda del beneficio económico. En la ruta hacia ese equilibrio que facilite el progreso no hay que volver a la caverna, ni caer en el maltusianismo o el radicalismo ecológico. La solución a los retos relacionados con la sostenibilidad está en las nuevas tecnologías, el conocimiento, la ciencia, la innovación, la iniciativa individual y el progreso económico y social. La responsabilidad es de todos y cada uno de nosotros, cada uno en la medida de sus posibilidades.
P. En su libro dice que antes la razón de ser de una empresa era generar el máximo beneficio a sus accionistas, ahora es generar beneficios para todos los grupos de interés, incluyendo el conjunto de la sociedad. ¿Cómo se ha conseguido ese cambio?
R. El altruismo en la actividad empresarial, al igual que la ambición desmedida, forma parte de la historia de las empresas desde sus inicios. La responsabilidad social no es un concepto exclusivo del s. XXI, siempre ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad muy ligado a la evolución de las demandas sociales, los avances tecnológicos y el desarrollo de la actividad económica. En España tenemos un buen ejemplo en la Escuela de Salamanca del s. XVI, cuyas ideas fueron clave en el desarrollo del comercio justo y el derecho internacional. En el año 2006 la ONU puso encima de la mesa el concepto de responsabilidad social tal y como lo conocemos hoy. A medida que el mundo avanza las demandas de la sociedad cambian. Creo que en eso consiste el progreso de la humanidad, en tratar de ser cada vez mejores sin caer en la soberbia y querer destruir el pasado. Por eso son tan necesarios el comportamiento ético, el conocimiento y los equilibrios entre desarrollo y sostenibilidad que antes he mencionado. Decía Ortega y Gasset: “El progreso no consiste en aniquilar hoy el ayer sino al revés, en conservar aquella esencia del ayer que tuvo la virtud de crear ese hoy mejor”.