Lorca, el poeta de la tierra, el folclore, el surrealismo y la tragedia teatral; Lorca, el icono de los exiliados y el antifranquismo; Lorca, prócer de la izquierda en la Transición; Lorca, paradigma de la libertad sexual; Lorca en las camisetas y en las tazas, convertido en objeto de merchandising. Lorca para todo: por qué no instrumentalizar una figura tan fecunda. Lo que casi nadie vio venir es que Lorca —Federico García Lorca, asesinado al inicio de la sublevación de 1936 por militares del alzamiento— fuera moldeado por la ultraderecha hasta alcanzar la categoría de arma arrojadiza contra la izquierda.
Casi noventa años después del crimen, no resuelto todavía aunque se conozcan las causas —"por socialista y masón", y por "homosexual"—, el artista Eugenio Merino no está conforme con la caprichosa adulteración del relato a costa del poeta granadino. De vocación trasgresora, el creador generó bastante polémica con dos instalaciones recientes. La de Franco metido en una nevera fue llevada a juicio por la fundación que preserva la memoria del dictador al considerar que vulneraba su derecho al honor, pero la denuncia fue desestimada. La de Aquí murió Picasso fue la más fotografiada en la edición de ARCO 2023.
Tal vez fuera la vocación de resituar al poeta, del que se ha cuestionado su adscripción a la Segunda República y hasta su ideología de izquierdas, el primer impulso de Merino para llevar a cabo su nueva obra. No obstante, la carga ideológica de Ruina, instalación que desde el 2 de marzo puede visitarse en la galería Memoria de Carabanchel, se disgrega en muchas más capas.
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El suelo del espacio en el que se ubica Ruina se ha levantado a propósito, de modo que parezca un yacimiento arqueológico. Lorca no representa solo su tragedia, sino la indignidad de que en España todavía existan miles de cuerpos desaparecidos tras la Guerra Civil. Tras bajar por una rampa, todavía hay que caminar unos metros para encontrarse con la estatua hiperrealista de Lorca creada por Merino. Que no espere, quien decida acercarse, ver una escultura ni tan siquiera similar a la que nos da la bienvenida en la madrileña plaza Santa Ana. "La paloma es un símbolo falso" cuando hablamos de Lorca, asegura Merino.
En efecto, es difícil pensar que el carismático poeta fusilado en una guerra que todavía resuena sea un adalid de la concordia. La efigie de Lorca no aparece, por tanto, erigida, sino tumbada. "Más que un homenaje, es un contramonumento", resuelve Merino. Está dentro de una fosa recubierta por un cristal. "El hecho de que el espectador pueda pisarlo nos da una idea de cómo es el suelo de España", desliza el artista. La instalación nos obliga a mirar a Lorca desde arriba; nos interpela por su disposición y por su significado.
No en vano, el título de la instalación nos habla del cuerpo de Lorca "como una 'ruina' cultural, metáfora de la ruina que supuso la guerra y la dictadura", explica el artista. Un texto crítico de la historiadora del arte Semíramis González ilustra el sesgo teórico de esta pieza. "En el asesinato de Lorca se concentra la destrucción de toda la cultura comprometida de la Segunda República", asegura. Además, lamenta que "se intente colar su literatura bajo un tamiz de posición intermedia". Y es que "desde los años 20 hasta el 36 fue un autor profundamente comprometido", apostilla Merino.
El artista concibió la obra desde un punto de vista reparador, decíamos, pero necesitaba unos asideros tangibles que justificaran la propuesta. Merino se puso en contacto con el célebre biógrafo del poeta, Ian Gibson, uno de los grandes conocedores de su vida. Este le derivó al periodista Víctor Fernández, responsable de la sección de cultura del diario La Razón en Cataluña y editor de libros relativos al poeta, como Cartas de Vicenta Lorca a su hijo Federico o Querido Salvador. Querido Lorquito, además de la biblioteca de su obra en el sello DeBolsillo.
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Las antologías Palabra de Lorca: Declaraciones y entrevistas completas, de la que Fernández es coautor junto a Rafael Inglada, y De viva voz: conferencias y alocuciones, de la que también es coautor junto con Jesús Ortega, forman parte de este bagaje y contienen, a su vez, algunos de los fragmentos que se declamarán este jueves sobre la instalación.
El actor Alberto San Juan será quien vuelva a prestar su voz a los textos de Lorca para ubicarlo de nuevo en el lugar que le corresponde. No solo se trata de resignificar una posición ideológica que ha sido desvirtuada por determinados sectores políticos, sino de recordar "un crimen de lesa humanidad que está latente, pendiente de ser dignificado", explica Merino.
San Juan es una figura más que solvente para protagonizar este acto. El ganador de dos premios Goya ya había representado los textos del poeta en más ocasiones; la última, en el teatro Bellas Artes hace dos años. El espectáculo transitaba entre la declamación de algunos fragmentos de Poeta en Nueva York y la lectura de la conferencia que Lorca pronunció al volver de Estados Unidos. Lo hizo junto a un grupo de jazz, pero lo más emocionante fue escuchar en su voz la palabra del poeta. La interpretación de San Juan será esta vez el jueves 11 de abril a las 19:30 horas y la entrada será libre hasta completar aforo.
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"Quería que San Juan leyera los textos de las entrevistas donde se declara comprometido, o que el artista debe ser anarquista. Es la manera de contextualizar a Lorca en su sitio. Fue asesinado por todas esas razones, no por las que ahora se dicen", insiste Merino. En 2021 —cabe aquí recordarlo— la diputada de Vox Mireia Borrás proclamó en el Congreso de los Diputados que el poeta votaría al partido de ultraderecha porque "amaba España".
Esta instalación se rebela también contra la pátina de ambigüedad que se ha intentado atribuir a la condición sexual del poeta. Mientras que Semíramis González impugna en su texto crítico la "revisión conservadora que silencia este rasgo fundamental en Lorca", Merino reivindica "la trascendencia del poeta como símbolo del colectivo LGTBI".
Otro de los vectores que recorre la instalación, siguiendo con la línea de la Memoria Histórica, tiene que ver con el espacio en que se emplaza. "He partido del libro Volver a las trincheras de Alfonso González Ruibal", reconoce Merino, para constatar a través del "agujero" [la fosa] una alusión a Carabanchel. Y es que, por ejemplo, su desaparecida cárcel fue "un símbolo de la representación franquista", recuerda. La conciencia del cuerpo se entrelaza con la del espacio. La memoria es la piedra angular en la que todo confluye. En el epicentro, la nuclear e incómoda presencia de Lorca, más nítida que nunca. Siempre vigente.