Daniel Ruiz. Foto: Iván Giménez

Daniel Ruiz. Foto: Iván Giménez

Letras

'Mosturito', una cara "tan mal hecha como su perra vida": la novela tremenda de Daniel Ruiz

El humor y el sarcasmo aderezan la cruda y violenta historia de un niño criado en un barrio marginal de los años 80 donde reina el desamparo.

5 mayo, 2024 02:46

Reconquistar territorios muy transitados por la narrativa tiene siempre su grado de dificultad, de desafío y de riesgo. Y ya no digamos si es el ámbito social el adoptado como ángulo desde el que contar la historia de un niño criado en lo más crudo y violento del mundo de los adultos (¿recuerdan las desventuras de Lazarillo de Tormes?).

Mosturito

Daniel Ruiz

Tusquets, 2024. 288 páginas. 19,90 €

Todavía más si el autor elige el humor y el sarcasmo para plantar cara a la fealdad, el desamparo y la traición esquivando la seriedad que desprenden las deudas con la etiqueta de realismo social (recordarán el esperpento); y no digamos si el resultado se convierte en una inusual y afortunada propuesta expresiva suscitadora de sonrisas que ahuyentan el horror.

Su libro contiene una historia contada desde la mirada, la fantasía y el tono infantil, una historia tremenda, sin incidir en lo morboso o lo truculento, para explorar temas como los abusos, el maltrato o la hostilidad de un sistema que busca corregir fallos sin considerar la gravedad de las heridas. Dejar que sea la voz del niño la que vaya contando sus andanzas, desde un discurso coloquial, fresco, que discurre con acento andaluz y reproduce con simpatía el habla popular es todo un logro.

Mosturito es el título de esta nueva novela del escritor y periodista Daniel Ruiz (Sevilla, 1976), quien ya exploró aspectos de los señalados en novelas como Maleza (2018) o Amigos para siempre (2021), entre otras. Ese tono humorístico, desdramatizador del drama "dolorosamente humano" (en palabras de Sara Mesa) al que asistimos es su manera de posicionarse frente al tema. Este es el relato de un niño con menos fortunas que adversidades. Él mismo lo construye con la libertad que le dan las circunstancias y la vida que tiene.

Su época se remonta a los años 80; el escenario es una casa de vecinos de un barrio marginal, periférico, perfectamente ambientado con los lugares (descampados, recreativos), la estética (punkis), las voces, los modos y el paisaje musical de entonces. Vive en un piso con su tía, "la Tata", única referencia afectiva (después se incorporará "el Zurdo" con su cresta azul, su único amigo).

El niño y su historia resultan cautivadores, pero el gran acierto de la novela está en contarlo fundiendo argumento y estilo

Su madre murió aunque para él sigue viva, mientras el padre sigue vivo, en la cárcel, aunque para él está muerto. Su verdadero nombre es Pedro, tiene labio leporino y una deformación en la cara que le convierte en blanco de las burlas de los compañeros de colegio, quienes se refieren a él como "mosturito" (en realidad quieren decir monstruito), "carastrujá", "contrahecho", "carajaula".

La alteración de la morfología de las palabras, acorde con la oralidad y el contexto, señala los defectos del universo lleno de defectos en el que habita. Él puede verse en el espejo, pero son los demás los que activan el dolor cuando consiguen que su cara le acabe pareciendo "tan mal hecha como su perra vida". Su relato abarca unas pocas semanas, suficientes para que un puñado de intensas experiencias inicien al niño de ocho años en el "porqueroso mundo de mentiras" que descubre a su alrededor.

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Los cinco momentos en los que está organizado corresponden a personajes y situaciones que marcan esa aventura iniciática que comienza en el colegio, donde un incidente desata su rabia provocando que la escasa estabilidad que le rodea se venga abajo. Frente a él se erigen educadores y servicios sociales. De su lado, el único amigo que encontrará en la aventura de huir y fantasear con otra vida.

Detrás la impotencia y la soledad de "la Tata", víctima a su vez de ese mundo acorralado en el que viven los que son como ellos. El niño y su historia resultan cautivadores, pero el gran acierto está en contarlo de esta manera, fundiendo fondo y forma, argumento y estilo.