Camila Sosa Villada (La Falda, 1982) lee su Tesis en alto con una voz que va camino del quebranto. Sus ojos tampoco se sabe si están a punto de llorar hasta que, de pronto, interrumpe su lectura con una chanza sobre el eros o el dinero que levanta todas las carcajadas de la sala. "Soy una doliente alegre", reconoció en algún momento de la presentación de su última obra el lunes en la librería Grant de Madrid. La autora fue entrevistada por la escritora Marta Jiménez Serrano, y el acto prologado por Juan Cerezo, director editorial de Tusquets, que describió a la argentina como "el último gran terremoto de la literatura en español".
En sus entrevistas y en su discurso político, Sosa Villada reivindica no dejar de ser trava —el nombre con el que se desprecia a las mujeres trans en su Argentina natal—. Y ese es el gran conflicto de la actriz de Tesis sobre una domesticación (Tusquets, 2024): conforme se doblega ante la cisheteronorma, la protagonista pierde a la travesti que había sido. En palabras de Jiménez Serrano: la novela representa el 'choque' de meter en la estructura de la familia tradicional burguesa consolidada todas las propuestas no normativas. En el pesebre que configuran los protagonistas, la María es trans, el José gay y el niño seropositivo.
Camila vivió una estampa similar en sus carnes. Recuerda estar desayunando en Buenos Aires con un examigo gay con el que "no cogía, pero de alguna forma estábamos en ese aceite de erotismo, deseo y extrañeza física con la que no nos llevábamos bien". En aquel momento, el dueño del bar llegó con su bebé en un carrito y dejó que el niño jugara y pasara a los brazos de los dos amigos. El belén se armó solo, y el propietario les preguntó: "¿Ustedes para cuándo?".
Tesis sobre una domesticación comenzó como el guion de una película con la que quería desmarcarse del drama de Las malas (Tusquets, 2019), su obra más exitosa. "Con la novela anterior recibí mucha conmiseración. Quería responder a toda esa piedad poniendo a una protagonista que [os] mirara de igual a igual. O incluso desde arriba: que pudiera hacer esto con los lectores", dice mientras gesticula un desprecio que merma al espectador.
Sosa Villada quería un antiesperpento después de aquel drama travesti. Aun así, las 'malas' también encuentran un hueco en Tesis. Como amigas de la actriz, acuden a una boda donde el que se casa es el dinero. Allí, estas "tías de nadie, madres de nadie y cuñadas de nadie" conviven con comicidad con los amigos gais y burgueses del novio.
La autora graba en las mujeres trans los "afectos sin estatuto", y demuestra lo "cruel y despiadado" que se vuelve el lazo entre la actriz y las travestis con el cambio de estatus: "La protagonista contribuye a la inclusión laboral de sus amigas, y las emplea para todo tipo de labores, pero eso no deja de ser una obscenidad".
Sosa Villada habla en términos generales cuando dice: "Que una persona no pueda cuidar de su casa y de sus hijos es una obscenidad". La autora, que reniega de la etiqueta de 'referente' de nada ni 'representante' de nadie, sí encuentra honesto hacer literatura desde su realidad: mujer trans, argentina, cordobesa, con una no fácil relación con su padre. "Es lo que tengo a mano", justifica.
Por eso, cuando ve que en la industria editorial se dice: "A tu novela le falta un personaje trans, un personaje negro", contesta: "Eso es no tomarse en serio al ser humano. Mis personajes dicen cosas, hablan". Y por eso también, cuando conoció que la actriz estadounidense Hunter Schafer, conocida por su papel en la serie Euphoria, había declarado no querer hacer personajes trans, reaccionó: "¡Qué hija de puta! ¡Lo que es nacer con derechos! Es de lo peor que se puede decir, y una falta de respeto a las que nos fundan".
Sosa Villada presume de que a ella la quieren "las viejas, las grandes, las del Archivo de la Memoria Trans... las que me gustan". Su estilo está influenciado por El hombre sentado en el pasillo de Marguerite Duras y su "gran maestra", Sharon Olds. El libro que presenta, que menciona también a Lorca y a Lemebel, está inspirado en concreto por la elipsis y la frialdad de Joan Didion.
En 2022, reescribía bajo sugerencia de su editora Paola Lucantis una primera edición de su Tesis, que había sido publicada ya con una tirada de 5.000 ejemplares tres años atrás. Editar un manuscrito anterior le fue útil, por lo menos, para que reposara, "regresar y mirar con frialdad, fuera del marasmo". "Saqué la palabra amor cuantas veces fue necesario. Me di cuenta de que había escrito una historia sobre la inteligencia, no sobre el amor", dice.
Si la gramática de Tesis sobre una domesticación es "travesti", el ritmo es igual de acelerado. El resultado de su proceso de escritura "cuenta una vida en 24 horas" con una organización de los hechos posterior a la creación. "No puedo entender el coso del pósit. Yo no escribo en orden, yo escribo páginas. Luego, para que me lo ordenen, tengo a grandes editores", confiesa a Jiménez Serrano.