El escritor israelí David Grossman. Foto: Claudio Sforza

El escritor israelí David Grossman. Foto: Claudio Sforza

Letras

David Grossman: "Que España reconozca el Estado palestino es bueno, pero no es inteligente hacerlo ahora"

El escritor israelí, incansable activista por la paz, publica 'El precio que pagamos', donde analiza el conflicto entre Israel y Hamás y critica duramente a Netanyahu.

29 mayo, 2024 02:04

David Grossman (Jerusalén, 1954) aparece al otro lado de la pantalla con el rostro abatido, como corresponde a la dramática situación que se vive en Israel y Gaza. "Es como el infierno a cámara lenta", declara a El Cultural el escritor israelí, habitual candidato al Nobel de Literatura, que lleva años promoviendo el entendimiento entre su pueblo y el palestino, una tarea de la que ni siquiera la muerte de su hijo en combate hace 17 años le hizo desistir.

En El precio que pagamos, su último libro —publicado por Debate y traducido del hebreo por Ana María Bejarano—, Grossman recopila varios artículos escritos en los últimos años acerca del conflicto palestino-israelí, y entre ellos destacan el que publicó en el diario Haaretz tres días después de la masacre perpetrada por Hamás el 7 de octubre de 2023, y varios más acerca de las consecuencias que el ataque y la posterior reacción de Israel en Gaza tendrán en el futuro, donde ya es difícil vislumbrar una mínima posibilidad de paz. "Creo que el principal sentimiento que comparto con mucha gente no es la rabia, ni la sed de venganza, sino la tristeza. Israel ya no se siente como un hogar, pero nunca podrá serlo mientras los palestinos tampoco sientan que tienen un hogar".

"Hogar" es, de hecho, una de las palabras más repetidas en los textos recopilados en este libro. "Para los que viven en países en los que el concepto de 'hogar' forma parte inherente de su identidad explicaré que a mis ojos, en mi conciencia como israelí, el término 'hogar' me remite una sensación de seguridad, tranquilidad y pertenencia. Hogar es el sitio en el que mi existencia se siente a salvo. Pero todo eso, para mí, sigue todavía envuelto en la añoranza, constituye una aspiración todavía no alcanzada. Porque me temo que en estos momentos el hogar israelí es más un fortín que una casa".

Sobre el reconocimiento del Estado de Palestina por parte de España esta misma semana, Grossman opina que "el principio es correcto". "Ya es hora de que los estados empiecen a reconocer el Estado de Palestina. La ocupación por parte de Israel de los territorios palestinos, que ya dura 56 años, debe ser un asunto de la comunidad internacional, a pesar de que yo no confíe en todos los miembros de esa comunidad, ya que hay pasíes en ella que fingen ser democráticos sin serlo".

Con lo que discrepa Grossman acerca del reconocimiento español de Palestina es el momento elegido. "Ha llegado en el momento más traumático para Israel, no es muy inteligente", señala, aunque insiste en que "la idea en general es positiva" y en que "un país que deje de estar formado por organizaciones terroristas y gente sin un verdadero hogar tendrá la oportunidad de ser más moderado e invertir su energía y su creatividad en asuntos normales de un Estado, y menos en el terrorismo y el extremismo".

Por otra parte, considera que la ocupación israelí en Gaza y Cisjordania "debe acabar". "¿Cómo podemos ser una democracia si estamos ocupando a otro pueblo? Esta es una de las paradojas de Israel", señala. Al mismo tiempo, advierte: "La Unión Europea, que está cambiando su percepción acerca de las minorías, la esclavitud y las tragedias del pasado, ha trasladado eso a la idea de que Israel es un país colonial, y eso es un error. No somos colonos ni cruzados. Nacimos aquí y nuestra religión, nuestra cultura y nuestro idioma se originaron aquí hace 4.000 años".

Detrás de Grossman cuelga en la pared un paisaje de olivos que bien podría ser de Jerusalén o de Jaén, lo cual despierta en el entrevistador una sensación de conexión mediterránea y aviva su empatía hacia el entrevistado. Empatía es lo que falta, precisamente, en el enquistado conflicto palestino-israelí, y un sentimiento que Grossman ha cultivado toda su vida mediante la práctica de la escritura: "La literatura tiene mucho que ver con la empatía. No significa que tengas que amar a tu enemigo, pero sí entenderlo y comprender su punto de vista. Escribir es una manera maravillosa de no verse paralizado por el miedo ni por el odio, y ser capaz de ver más allá de prejuicios y estereotipos", defiende.

Contra Netanyahu

Grossman es muy crítico con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, al que llega a comparar con el dictador rumano Ceaușescu. En un artículo de marzo de 2023 titulado "La dictadura amenaza a Israel", lo acusa de tratar de dar un golpe para controlar el poder judicial, sometiéndolo al gobierno y al parlamento, algo que sin duda minaría la democracia en su país. Según Grossman, la motivación de Netanyahu es tratar de "salvarse a sí mismo de ir a la cárcel", ya que  fue "imputado por varios delitos de soborno, fraude y abuso de confianza".

Además, en el artículo que escribió tres días después de la masacre de Hamás, Grossman habla de "un profundo sentimiento de traición. La traición del Gobierno para con sus ciudadanos". ¿A qué se refiere? "A que el Gobierno de un Estado debe proteger a sus ciudadanos. El nuestro utilizó los tópicos más infantiles inyectando odio en diferentes sectores de la población. Es la caricatura de un liderazgo y encima nos hizo creer que éramos la potencia más fuerte de la región, que estábamos preparados para cualquier situación y que no había prisa ni necesidad de empezar un diálogo con los palestinos porque estábamos en una posición ventajosa respecto a ellos. Todo esto era mentira, y Netanyahu no ha asumido ninguna responsabilidad por esta catástrofe". También acusa al Gobierno de haber sumido a la sociedad israelí "en la polarización y la fractura interna".

Cuando le preguntamos cuántos años cree que deberán pasar para poder hablar de nuevo de paz entre israelíes y palestinos, Grossman esboza una sonrisa amarga y responde: "No sabría decirlo, pero ahora mismo está muy claro que estamos en la peor situación entre los dos pueblos. La idea del estado binacional que defendían algunos es imposible. Si estos dos pueblos no pueden vivir siquiera como buenos primos, ¿cómo van a vivir como si fueran gemelos siameses? Ambos desconfían totalmente del otro".

En su libro, Grossman predice que "el Israel de después de la guerra será mucho más de derechas, militante y racista", y añade desde el otro lado de la pantalla: "Lo que está pasando fomenta la posición de los derechistas, les ayuda a describir toda esta situación desde los ojos de los prejuicios, los estereotipos, las generalizaciones y el miedo. La gente está aterrorizada y se siente expuesta por nuestra debilidad. Por supuesto, esa atmósfera es muy proclive a ser liderada por miedos, odios y racismos. Es muy fácil ser racista después del 7 de octubre".