Churchill decía que "Rusia es un enigma envuelto en un misterio dentro de un secreto". El escritor Mijaíl Shishkin (Moscú, 1961) responde que "todos somos enigmáticos: japoneses, alemanes, papueses y rusos. Pero los enigmas pueden ser resueltos, ya que el pasado nos proporciona las piezas necesarias para reconstruir el presente. Nuestra generación actual es el guante para una mano que es la historia". Por esto ha escrito un libro, para explicar Rusia al lector occidental e intentar cambiar el futuro.

Shishkin nació el año en que se construyó el muro de Berlín, el símbolo visible de la frontera, pero solo para Occidente. "En los últimos cursos de la escuela mi autoconciencia empezó a despertar y esta fue una experiencia dolorosa", cuenta recordando su vida en el medio del parque del Retiro. Ahora vive en Suiza desde hace treinta años y esto le permite tener una visión más directa.

Empezó a tener problemas con el gobierno ruso a partir de 2003, cuando escribió una carta abierta negándose a representar al régimen de Putin en las ferias del libro. No viaja a Rusia desde 2014, pero sigue recibiendo amenazas a través de cartas y correos electrónicos. "El régimen quiere que me calle. Pero, entonces, ¿cuál es el sentido de la vida?", se pregunta Shishkin.

"Yo tenía claro que esta guerra iba a empezar porque percibí que estaban restaurando el régimen de la dictadura", cuenta el autor. Por esto, intentó advertir a la población. "Cuando todo el mundo estaba encantado con los Juegos Olímpicos de Rusia, yo estaba organizando un boicot. Pero, ¿quién hace caso a un escritor?". Nadie. Y así llegó la guerra. "Pasaron cuatros años y después de miles de muertos y heridos, decidieron celebrar el mundial de fútbol en Rusia". El camino hacia la invasión de Ucrania estaba abierto.

"Fue la última gota, allí me quedó clarísimo que tenía que explicar a los lectores occidentales esta guerra a través de la historia de Rusia y de mi familia". Mi Rusia: La guerra o la paz (Impedimenta) es un ensayo que relata la historia de Rusia a través de todas las derrotas, las guerras contra el afuera y el adentro, las esperanzas que infundían las revoluciones, las dos democracias y las dictaduras. "La gente tiene que entender que Ucrania no está luchando solo por su libertad. Están luchando por la libertad de todo el mundo democrático".

Mijail Shishkin en las foto promocional del libro 'Mi Rusia: La guerra o la paz'. Foto: Impedimenta

"Gracias por abrirme los ojos", es lo que le dicen la mayoría de los lectores. Mi Rusia fue publicado en alemán en 2022, ahora se está traduciendo a todos los idiomas y "lamentablemente, va cobrando cada vez más actualidad". Es un libro premonitorio, el futuro del que hablaba Shishkin es ahora el presente y la catástrofe que él imaginaba, ha llegado.

La palabra como acto de salvación

"A menudo, tengo la sensación de que la raíz de toda cuestión está en las palabras", empieza así a construir el relato de su país. El escritor explica que la población no percibe las mentiras, porque decide aceptarlas. Son las reglas del juego, un contrato social sin el cual no puedes vivir en Rusia. 

Shishkin empieza a contar la historia de Rusia desde sus raíces para explicar las bases de una sociedad que se rige en la ley del más fuerte, una sociedad individualista, patriarcal, que somete a los de arriba y aprisiona a los de abajo. En el país más extenso del mundo (17.125.191 km cuadrados), cualquier manifestación de desacuerdo equivale a una traición, todo pertenece al Estado, el poder siempre está arriba y cualquier monarca es una figura sagrada.

Portada libro 'Mi Rusia: La guerra o la paz' de Mijaíl Shishkin

Describe sensaciones, sueños, emociones, el fervor de las revoluciones y el miedo de ser una pieza más de un juego que no puedes ganar. Su abuelo fue asesinado en un gulag, su padre combatió en la segunda guerra mundial y su madre, ucraniana, maestra, sufría el miedo a la libertad. "Yo pienso con horror que si mi padre siguiera vivo, apoyaría esta guerra de Putin".

Fue su hermano quien le abrió las puertas al mundo de la cultura, a los libros prohibidos, aunque su alma rebelde le costó un tiempo en la cárcel. "La cultura es una forma de existencia de la dignidad humana. La palabra libre es un acto de salvación". El escritor quiere ejemplificar la lucha por la liberación del propio pueblo y de toda la humanidad, aunque la pregunta "¿cómo puede existir un espíritu libre en un país de esclavos?" no lo abandona nunca.

Una distopía real

"No sé cómo ni porqué conseguí generar estas reflexiones viviendo en un país que impide el pensamiento libre", afirma. Cuenta que ya no tiene contactos con su mejor amigo del colegio desde que le escribió un correo diciéndole que iba con Putin. "Solo tengo una explicación: hemos leído libros diferentes. A mí me han enseñado a pensar de manera crítica".

El autor relata una sociedad difícil de percibir para los que no están allí. Leer Mi Rusia es como leer 1984 de George Orwell, pero sabiendo que no estás leyendo una novela distópica, sino un ensayo real. No se deja nada fuera de órbita, el autor describe cada error cometido por el gobierno ruso con nombres y apellidos, describe la relación que mantiene con el poder y culpa Occidente porque "sin su apoyo no hubiera sido posible la formación de esta dictadura y Putin estaría en la cárcel".

La dictadura solo tiene un lenguaje y es el de la fuerza. Mijaíl Shishkin es uno de los pocos rusos que decide responsabilizarse y tomar el control de sus acciones. "Me preguntaron hace poco que quiero ahora para mi país. Rusia es un país agresor y yo sólo le deseo la derrota". Sin embargo, la mayoría de la población rusa vive todavía en el pasado, prefiriendo pensar que la responsabilidad solo la tiene el presidente.

Como cuando Hitler estaba seguro de que iba a ganar la guerra y al final la perdió, todo en esta vida es impredecible. Sin embargo, todo el mundo quiere que Shishkin sea optimista. "Díganos que todo sacabará bien". El escritor mira, cansado, el parque del retiro a su alrededor, "yo también quiero saber la respuesta a esa pregunta" y espera en un milagro. 

La libertad occidental

"Para mí la democracia es la posibilidad de poder luchar por la democracia. Algo que con la dictadura es imposible". En Mi Rusia, el autor describe su primer viaje al extranjero, "la increíble sensación de libertad que sentí era quizás similar a la que siente un prisionero liberado, que de pronto, se encuentra en algún lugar de una ciudad y respira". Sin embargo, ahora que está fuera, que vive el extranjero como su propia casa, se da cuenta también de la enorme dificultad para luchar, aun cuando tenemos todos los instrumentos.

El escritor recuerda la difícil lucha que llevó a cabo en Suiza contra la neutralidad. "Durante varios debates, intenté explicar a la gente que era obligatorio ayudar a Ucrania en la lucha contra la dictadura de Putin. Y tenía la sensación de darme cabezazos contra una pared. En cuanto explotó la guerra, sale el presidente suizo a decir que Suiza es un país neutro. Seguí dándome cabezazos contra la misma pared". No se rindió. Participó en debates, habló en público, en televisión, hasta que el 26 de febrero de 2022, el presidente declara que va a apoyar las sanciones contra Rusia.

Explica, así, la diferencia entre la libertad occidental y la esclavitud rusa. "Con la dictadura, la última palabra siempre la tendrán las autoridades". El problema de Occidente es la poca responsabilización. Aquí tenemos una supuesta libertad de acción pero las personas no quieren implicarse y prefieren mirar al otro lado.

El libro es una llamada a Occidente, a todos los países en que rige una democracia, porque es allí donde tienen los instrumentos para poder escuchar a un escritor y empujar a Rusia a salir del vacío en que ha caído. "Mi libro es un grito. Espero que no sea en el desierto".