Desde los teléfonos móviles de nueva generación hasta la inteligencia artificial, pasando por las redes sociales, los avances tecnológicos modifican de forma vertiginosa la manera en la que el ser humano se relaciona con su entorno. Una situación llena de variables que genera inquietud por lo que nos deparará un mañana que parece imposible de predecir y sobre el que es inevitable reflexionar.
Siendo conscientes de los interrogantes que nacen de esta nueva realidad, la Fundación Banco Santander ha reunido a un grupo de pensadores de diferentes generaciones y les ha retado a imaginar lo que parece imposible: cuáles serán las claves para comprender el futuro que nos espera. Después de que poetas y narradores hicieran lo propio, ha llegado el turno de la filosofía para imaginar el mañana.
El resultado es, en palabras de Javier Expósito, responsable literario de la Fundación, "un puzzle de piezas que se van armando en un crisol de pensamientos en los que se plantea hacia dónde caminamos". El libro comparte con los lectores una serie de impresiones lúcidas y clarividentes sobre cómo será o llegará a ser el mundo.
Un futuro incierto
En La loma de Bechí, el ensayo con el que participa el valenciano Antonio Lastra, encontramos una aproximación hacia un futuro incierto desde el pasado, que resulta más tangible. Para ello, parte de una reflexión desde la colina que da nombre al texto, en la que han habitado diferentes pueblos, desde los íberos hasta los árabes. De esta manera, se defiende que lo verdaderamente importante a la hora de construir el mañana es conocer las raíces culturales en las que se sustenta el progreso.
En su texto Sujetos a la deriva, Victoria Camps se apoya en Hannah Arendt para proclamar que estamos viviendo en tiempos oscuros. La exsenadora establece que se han eliminado los puntos de referencia en una sociedad en la que reina el desconcierto.
Más optimista es Carlos Blanco en ¿Qué podemos esperar?. Defiende una visión positiva de lo que está por venir y de las muchas posibilidades que ofrecen los nuevos descubrimientos, que ve como oportunidades para la expansión de las capacidades del ser humano.
La escritora y filósofa Azahara Alonso, autora de Gozo (2023), firma en esta ocasión el ensayo Mantener el proyecto en vidas exhaustas. El texto es una llamada de atención hacia la importancia de "perder el tiempo" en un mundo en el que impera la inercia del sistema de producción y trabajo.
Ana Carrasco Conde subraya en Tragedia humana: cómo aprender a escuchar el daño la normalización de la violencia que estamos viviendo en un entorno digital en el que el sufrimiento se comparte en las plataformas digitales creadas con el fin de entretener. En este contexto, la filósofa recalca la importancia de escuchar el dolor para no dejarse llevar por este habituamiento ante los dramas ajenos.
Jose Antonio Marina incide en los métodos de manipulación de los que somos víctimas en la actualidad en Hacia dónde camina el ser humano. En una época en el que, sobre todo a través de las redes sociales, la opinión, viniendo de dónde venga, tiene el mismo valor que el hecho contrastado, el ensayista toledano nos da recetas para comprender en qué dirección avanzamos y si este rumbo es el adecuado.
Daniel Innerarity es el autor de Hacia un nuevo mundo de humanos y máquinas. El catedrático y experto en IA apuesta por la concordia entre las nuevas tecnologías y el ser humano, pues considera que éstas serán indispensables para el desarrollo que está por venir, del que serán parte activa lo queramos o no.
Jose Luis Villacañas recurre a un lenguaje belicista en La democracia no es un destino, sino un combate. El renombrado filósofo ofrece una visión en la que el éxito de la democracia es la propia causa de su debilitamiento y, como resultado, se han creado estructuras para producir sujetos que no son aptos para vivir en democracia.
La especialista en filosofía y tecnología Eurídice Cabañes aboga por una nueva tecnología solidaria y comprometida. En Filosofía zombi para habitar el colapso resalta el lado oscuro de los nuevos mundos digitales que se han abierto tras el surgimiento de internet. Para combatirlos, ve necesario sacarlos a la luz y apostar por todo lo contrario: construir una red habitable.
Para defender su postura, Heike Freire ha recurrido a la ficción. En Doce estancias. Un viaje construye una fábula en la que, en palabras suyas "se viaja del hibris al hummus", de lo que corremos el peligro de ser, a lo que deseamos ser. La filósofa y pionera en educación ambiental refleja de esta forma la huida de la soberbia y la ambición en pos de que el ser humano se vuelva a enamorar del planeta que habita.
Javier Echeverría defiende que vivímos en una "Tecnópolis digital" en De lo humano a lo tecno humano. El dos veces Premio Nacional de Ensayo afirma que vivimos en un nuevo feudalismo en el que el poder absoluto lo sustentan los propietarios de las plataformas digitales. Para solucionarlo, Echeverría invita a que nos apartemos de los dispositivos lo suficiente como para conocer lo que nos rodea, "pantallas sí, paisajes también", pregona el filósofo.
Josefa Ros ve imposible imaginar cómo será el futuro. En su lugar, prefiere describir en qué tipo de sociedad desea que vivamos. En El pack de la filosofía del cuidado establece las herramientas para que se construya un sentimiento comunitario, desprendiéndonos de la individualidad.
El epílogo del libro corre a cargo de Ángel Gabilondo, Catedrático de Metafísica y exministro de educación. En su texto, el político avisa de que "el ser humano está de despedida" con respecto a sus valores y modo de vivir tradicional. Para que el cambio se dé de manera adecuada, hay que ser consciente de lo que se deja atrás y en qué dirección se quiere caminar.