Eduardo Halfon. Foto: Casa de América

Eduardo Halfon. Foto: Casa de América

Letras

Aprender a ser judíos en un parque temático del horror: 'Tarántula', la nueva peripecia de Eduardo Halfon

El escritor vuelve a la infancia para recrear la aventura de unos niños que viven en Norteamérica cuando regresan a su país, Guatemala.

25 junio, 2024 01:57

Eduardo Halfon (Guatemala, 1971) ha configurado un mundo propio con su escritura. Fiel al criterio posmoderno, su obra es un híbrido entre lo autobiográfico y lo ficcional, entre lo efectivamente sucedido (o lo que se recuerda que sucedió) y la recreación novelada de los hechos. A pesar de ello, sus historias se leen como ficciones porque los argumentos están bien graduados y lo favorecen.

Tarántula

Eduardo Halfon

Libros del Asteroide, 2024. 184 páginas. 18 €

El universo construido por Halfon se asienta sobre tres pilares –la niñez, la vida familiar y la cultura judía– y sus tramas se elaboran sobre dos componentes argumentales básicos: el pueblo hebreo –su dolor, sus excesos y la diáspora–; y la búsqueda de una identidad personal que gravita entre el origen guatemalteco del autor y la huida a los Estados Unidos, emprendida por sus padres cuando tenía diez años.

Otra particularidad de su trabajo es el diálogo que entabla entre un pasado lleno de incógnitas y un presente desde el que el adulto trata de explicarse lo sucedido entonces. Así se revela, por ejemplo, en los cuentos que integran Signor Hofman (2015) o en la conmovedora Duelo (2017), ambas reseñadas en estas páginas.

En Tarántula, Halfon recupera el tiempo de la infancia para recrear lo que le sucede a dos niños que viven en Norteamérica cuando, a finales de los años ochenta, regresan a su país (Guatemala) para pasar unos días de acampada durante las vacaciones de diciembre.

Apenas recuerdan nada de su lugar de nacimiento y tienen dificultades con la lengua, pero sus padres quieren que recuperen sus raíces y que aprendan a vivir en la naturaleza al lado de otros niños judíos porque, según les dicen, no es lo mismo un campamento en el que se enseñan técnicas de supervivencia en general que otro adaptado a la circunstancia judía.

Los problemas se desencadenan cuando, ante el estupor de los participantes, el lugar se convierte en un parque temático del horror. Más allá del miedo sufrido ante ciertas situaciones, el sentido profundo de esa amarga experiencia tardará tres décadas en esclarecerse, lo que sucede cuando aquel chiquillo, convertido en adulto, coincida con dos coprotagonistas de la infausta aventura.

El contenido de la novela, perfectamente dosificado, se mueve del presente al pasado: del café en el parisino Jardín de Luxemburgo y del bar (quizá prostíbulo) tailandés de Berlín, hasta el bosque guatemalteco donde se desarrolla la peripecia infantil. Así se consigue verosímilmente que el personaje adulto comprenda lo que el niño atesoró en su memoria –y no fue capaz de interpretar– manteniendo la intriga; por ejemplo, el significado de la enorme tarántula que lucía Samuel –el jefe del campamento– en su brazo izquierdo y que, por su trascendencia, da título al libro.

Al lado de la historia principal, el escritor recupera situaciones que han marcado su vida y su literatura

Al lado de la historia principal, el escritor recupera otras situaciones y personas que han marcado su vida y su literatura convertidas en leitmotiv; entre ellas, el abuelo polaco que fue prisionero en Auschwitz o el niño Salomón, hermano de su padre, que murió ahogado en un lago.

Al abrigo del asunto medular, Eduardo Halfon entreteje otros temas, también importantes, que configuran su orbe vital y escritural: la violencia en la Guatemala de los años ochenta, un padre autoritario, una madre comprensiva, la vida errabunda, el Holocausto, las tradiciones judías, la sinrazón del odio, la huida, la indagación, la debilidad humana, la inocencia de un niño y las palabras sanadoras de una anciana en un lugar perdido del altiplano.