Mientras las bombas del ejército ruso caían en Helsinki, Tove Jansson (1914- 2001) daba a luz a un pequeño trol blanco con mucho pelo y cola larga, parecido a un hipopótamo, al que llamó Mumintroll. Era el invierno 1939, durante la cruenta Guerra de Invierno que enfrentó a Finlandia y la URSS, y que surgió solo tres meses después de que comenzase la Segunda Guerra Mundial.
En aquel momento, Jansson llevaba casi una década siendo una artista conocida y respetada en Finlandia. De padre escultor (Viktor Jansson) y madre diseñadora gráfica e ilustradora (Signe Hammarsten-Jansson), Tove heredó la devoción por el arte. Con solo quince años publicó sus dibujos en la revista satírica Garm y con diecinueve ya exponía por toda Europa.
Fue en las páginas de esa revista, en 1940, cuando la escritora e ilustradora introdujo por primera vez el universo de los Mumins. Influenciada por la mitología escandinava, Tove creó a esta familia formada por Mumintroll, su padre (Moominpappa) y su madre (Moominmama), y numerosos personajes secundarios, que viven en el Valle Mumin. Cinco años más tarde, con el fin de la IIGM, esta peculiar familia sería la protagonista del primer libro infantil de la autora: La gran inundación.
La ilustradora encontró en este universo una forma de evadirse del desamparo de la guerra. "No es tan raro que de pronto me entraran ganas de escribir algo que empezara con 'Érase una vez'. Lo que viniera después tenía que ser por fuerza un cuento, era inevitable", aseguró la propia autora. Pero no quiso hablar de príncipes, princesas ni de niños pequeños, sino que se decantó por usar ese personajillo enfurruñado que utilizaba para firmar sus ilustraciones cómicas.
Aun así, Tove no pudo evitar que la guerra se colase en su primera historia. En ella, todavía no aparecía la figura masculina, el Moominpapa estaba desaparecido. Algo similar a lo que ocurrió en muchos hogares de la época, donde el padre se marchaba a la guerra, dejando a la familia en casa. La gran inundación que amenaza la existencia de los Moomintrolls y la cantidad de refugiados que la familia debe acoger y ayudar también refleja cómo Tove plasmó la propia realidad.
Aunque Jansson no renunció al final feliz. Escribió en su diario que soñaba con crear una sociedad feliz, otro mundo, algo diferente de la deprimente y aterradora realidad de la contienda. Por lo que el mundo Moomin se puede entender como una realización de este sueño, un libro entretenido para niños y sanador para los adultos.
Estos pequeños personajes que nacieron de la tristeza y la rabia, poco a poco se convirtieron en la marca personal de la autora. En su autobiografía, Sculptor's Daughter, la artista describe su infancia en una casa destartalada y mágica, ocupada por una familia afectuosa, llena de huéspedes, en mitad del bosque y con vistas al mar. Un ambiente muy excéntrico, que tuvo un papel esencial en la creación de sus personajes, que poseen un cómico carácter humano y bohemio, muy característico del estilo de vida de su creadora.
Bohemia, queer, libre
A pesar de su timidez, Jansson tenía una personalidad arrolladora y siempre llevó la libertad por bandera. Acostumbrada a vivir de manera independiente y fuera de las normas convencionales de la época, la artista era habitual en las fiestas clandestinas, en los cafés y en los ambientes bohemios y liberales de Helsinki.
Fue una artista multidisciplinar, pintura, escritura e ilustración, y mantuvo relaciones esporádicas tanto con hombres —como Atos Wirtanen, un conocido diputado finlandés casado—, como mujeres. La dramaturga Vivica Bandler (1917-2004) fue su primera amante y mantuvieron un relación intensa, dramática, que acabó no siendo correspondida y en la que Tove se inspiró para crear a uno de sus personajes del universo Mumin, Snufkin.
Tras su relación con Bandler, con la que posteriomente mantuvo una larga amistad, Jansson conoció a la también ilustradora y escultora Tuulikki Pietilä (1917-2009). Se vieron por primera vez en 1956 y se entendieron tan bien que estuvieron juntas cuarenta años, hasta la muerte de Jansson en 2001. Pietilä, que también inspiró al personaje Too-ticki de los Mumins, poseía un alma viajera que valoraba la libertad por encima de todo, igual que Tove. También compartían su amor por la naturaleza, y solían refugiarse en una cabaña en la isla de Klovharu, en el Golfo de Finlandia.
Jansson no era una activista queer, sino una persona bastante reservada que mantenía su vida personal a buen recaudo, pero jamás negó la evidencia y actuaba con total naturalidad sobre su condición sexual, a pesar de que en ese momento en Finlandia todavía estaba penalizada la homosexualidad. "Siempre me enamoraba de una persona. A veces esa persona era un hombre, y a veces era una mujer", afirmó la artista.
Su valiente forma de vivir la vida y de su arte sin concesiones, dejó un profundo legado LGTBIQ+, ya que, aunque su literatura no es de temática explícitamente queer, su vida y sus relaciones personales influyeron profundamente en su obra, tanto en los libros de los Moomin, donde había libertad total de los roles de género, dirigidos principalmente a un público más joven, como en algunos de sus libros para adultos, como El honesto estafador (1982), Fair Play (1989) o Cartas a Klara (1991).
Porque aunque Jansson haya pasado a la historia como la creadora de estos encantadores dibujos, a los que dedicó nueve novelas, cinco álbumes ilustrados y cientos de tiras cómicas que se han traducido a más de cincuenta idiomas —justo este año, Salamandra Graphic ha editado una de las tiras al castellano—, su producción artística fue mucho más prolífica.
Tras cuatro décadas inmersa en el universo Mumin, Tove sentía que su identidad artística y personal estaba demasiado vinculada a ellos, limitándola. Por eso, la artista, que ya se había labrado una carrera como pintora, muy influenciada por el modernismo del siglo XX, en la década de los 60 empezó a escribir ficción para adultos, para escapar de la larga sombra de los Mumin, aunque nunca renegó de ellos completamente, consciente de que su creación había alcanzado niveles universales.
En Finlandia, Jansson es considerada una de las figuras culturales más importantes y queridas del país. Sus Mumins forman parte de una herencia nacional que pasa de generación en generación. En Tampere, esa ciudad industria considerada el Mánchester finlandés, se encuentra un gran museo dedicado a estos pequeños troles blancos y a su Moominmama, donde se ofrece un recorrido exhaustivo por la historia de cada uno de los nueve libros de la familia Mumin.
Aunque en España no son unos dibujos tan conocidos, como si lo es Tintín o Doraemon, su popularidad trascendió las fronteras de su país. De hecho, los Mumin son casi tan finlandeses como japoneses. La muminmanía llegó a partir de la producción y retransmisión de la serie de televisión Moomin en los años 90 y prosigue a día de hoy. En 2019 se inauguró cerca de Tokio el Moominvalley Park un parque temático que recrea ese mundo ideal y libre que Tove Jansson creó y donde intentó vivir a su manera.