Pan, el treintañero protagonista de Los impotentes, inaugura el primer capítulo de la novela huyendo del hogar que ha compartido desde que era un retoño con la aspirante al Nobel de Literatura Emilia Mayer. Adquirido a base de talonario por la escritora pocos meses después de su nacimiento, fue primero su hijo adoptivo y, a partir de la adolescencia, su amante y compañero de vida. En aquella casa se crio, se educó y se mantuvo encerrado por propia voluntad hasta que, por fin, escapó. 

No se marchó pensando que se escabullía de las garras de un monstruo: pudo irse mucho antes. Cuando dejó atrás aquellas paredes que le habían visto crecer, Pan pensaba que abandonaba a una amante, no a una captora. El hartazgo y la anhedonia fueron lo que le empujaron a alejarse de la mujer en torno a quien giraban sus días y sus noches desde que tenía uso de razón. 

Estos primeros pasos de Pan por el asfalto de un mundo que desconoce dan inicio a una historia cuyos pilares centrales son la cancelación y el divorcio con la normalidad. Cada uno de los protagonistas de Los impotentes deambulan por las páginas de la novela de una forma dislocada, desorientados ante un presente que les supera. 

Nicolas Giacobone (Buenos Aires, 1975), autor del libro y ganador del Oscar a mejor guion por Birdman, ha querido explorar las aristas del fenómeno de la cancelación a la vez que escarba en el interior de unos personajes complejos e impredecibles.  

Pregunta. En su novela uno de los personajes sufre de disfunción eréctil. El título, Los impotentes, ¿se refiere solo a él?

Respuesta. El trabajo en literatura, para mí, es algo que sucede en el mismo acto de escribir. Se va descubriendo qué es lo que se está construyendo en el proceso. No trabajo con planes o conceptos. 

»En el caso de esta novela, el primer personaje fue Pan. Pero luego, cuando llegué a Alfonso y hablé de su impotencia, me di cuenta de que todos los personajes se definían por carencias muy particulares. Alfonso es el que introdujo el concepto de la impotencia, pero resuena en el resto de protagonistas

Portada de 'Los impotentes'. Foto: Seix Barral

P. Lo curioso es que él es el único que acepta esa impotencia, que vive con ella. 

R. Él la siente físicamente, de un modo más obvio. No puede escapar de ella. Me pareció interesante que el personaje literalmente impotente fuera el que aborda la vida de una manera más luminosa. Alfonso acepta que la vida es imperfecta y comprende que igualmente se puede buscar vivir mejor. 

»En cuanto al resto, es una impotencia psicológica consecuencia de ciertas decisiones, de su forma de vivir la vida. Quizás es una impotencia más culpable y más complicada de identificar y aceptar. 

P. No solamente Pan, sino que todos los hombres de la novela parecen estar "castrados".

R. Es cierto, pero no fue una decisión consciente. Puede que sea el resultado de la fuerza de los personajes femeninos. Al final, las personas ambiciosas, quizás sin saberlo, tienden a elegir parejas fáciles de controlar. Tienen la filosofía de "necesito compañía, quiero tenerte, pero quiero que seas una extensión de mí, no alguien libre e independiente". En el mundo del arte suele suceder. Es muy egomaníaco

P. Las mujeres son la otra cara de la moneda en Los impotentes. Todas juegan un papel activo. ¿Tus personajes femeninos han dejado de ser "Penélopes"?

R. No voy a preguntar a un personaje femenino por qué es mujer. Son sencillamente humanos. Pero no es tan sencillo como separar entre activos y pasivos. Emilia, por ejemplo, es solamente activa en su mundo artístico, pero luego se encierra en casa, todo lo demás le es indiferente. Lo mismo sucede con Carolina, es ambiciosa, pero solo en cuanto a su trabajo como editora. Era necesario para que la historia saliera adelante. 

P. En Los impotentes se nota un esfuerzo por relativizar la normalidad

R. Vivimos en una época en la que lo que nos contaron, lo que nos trataron de imponer como "normal" ha quedado en entredicho. Nos hemos dado cuenta de que cada cosa, cada circunstancia es un mundo propio y ya no hay una forma que defina nada. Hay una ruptura general con las viejas formas. Lo que se describe en el libro se cuenta sin que el narrador lo considere raro. Los personajes viven así y punto

"Lo escatológico es la vida. Al ser humano hay que definirlo en gran parte por sus pedos"

P. En varios momentos del relato vemos cómo se mezclan episodios de gravedad con elementos sucios y desagradables, ¿qué importancia tiene lo escatológico y lo patético en la historia?

R. Es que lo escatológico es la vida. Durante siglos se ha estado intentando ocultar en el mundo del arte. Pero al ser humano hay que definirlo en gran parte por sus pedos. Joyce en el Ulises, que es central en el modernismo, se centra en lo sexual y en lo escatológico y deja de lado lo rutinario. Para mí es inescapable. Muchos momentos cambian, incluso, según lo que nos sucede corporalmente mientras tanto. 

P. La cancelación es un tema central en la novela. El personaje de Pan, en este sentido, es claramente la víctima, pero hay un cierto empeño a lo largo de la novela por volverlo extenuante, aborrecedor, ¿por qué?

R. No sé si usaría la palabra empeño. Me pareció interesante explorar el interior de los personajes. Si Emilia le hubiera arrebatado todo hubiera sido muy fácil. Era más interesante que, una vez que se libera, lo que encontrara Pan fuera vacío, algo desesperanzador. 

P. En un momento dado, Carolina le pregunta a sus compañeros sobre su opinión acerca de Woody Allen. Y usted, ¿qué piensa de Woody Allen?

R. Estamos tratando de reducir a las personas a una frase, una línea. Yo creo que el gran desafío es poder hablar de una persona diciéndolo todo. Se puede ser un gran amigo y también un jefe horrible. Se puede ser un gran artista y, a la vez, miserable.  

Yo creo que si no nos quitamos de encima esa idea utópica de que podemos llegar a ser una suerte de circunferencia perfecta, no entenderemos qué somos: seres grises, extraños y difíciles que cambiamos año a año.