Retrato del escritor Joseph Conrad. Foto: NYPL Digital Gallery

Retrato del escritor Joseph Conrad. Foto: NYPL Digital Gallery

Letras

Joseph Conrad: 100 años sin el lobo de mar que denunció la colonización y sacó los colores a Occidente

Marino, aventurero y narrador excepcional, el autor de 'El corazón de las tinieblas' retrató como pocos los horrores y desafíos del inicio del siglo XX.

15 julio, 2024 01:15

El 3 de agosto de 2024 se cumple el primer centenario de la muerte de Joseph Conrad, uno de los grandes renovadores de la novela y un finísimo analista de la civilización occidental. Józef Teodor Konrad Korzeniowski nació en 1857 en Berdyczew, Ucrania. Su familia pertenecía a la pequeña nobleza rural polaca. Su padre, patriota y hombre de letras, era un nacionalista de ideas radicales, lo cual le costó la deportación a Siberia, la pobreza y una muerte prematura. El pequeño Józef, que también había perdido a su madre, quedó bajo la protección de un tío que le costeó sus estudios.

A los diecisiete años dejó las aulas y se marchó a Marsella para embarcarse como simple marino. Sería el comienzo de un carrera como lobo de mar que culminaría con el grado de capitán de altura de la marina mercante británica. En 1886 adquirió la ciudadanía inglesa y la buena acogida de su primer libro, La locura de Almayer, publicado en 1895, le animó a emprender una nueva aventura como literato. A pesar de no escribir en su lengua natal y hablar un inglés con un acento polaco tan acusado que casi lo hacía ininteligible, Conrad se reveló como un extraordinario prosista, con un estilo denso, poético e introspectivo.

Magistral creador de atmósferas y "gigante de lo subjetivo", según T. E. Lawrence, sus novelas y cuentos expresan una visión trágica de la existencia. Conservador y escéptico, su admiración por el Imperio británico, al que consideró un baluarte del orden y la civilización, no le impidió criticar los abusos del colonialismo. Frente a un cosmos absurdo y sin finalidad, Conrad entendía que la lealtad era el único sentimiento que podía proporcionarnos serenidad y entereza.

Se conoce poco de sus primeros años como marino, salvo que viajó al Caribe, simpatizó con la causa bonapartista, practicó el contrabando de armas para ayudar a los carlistas españoles y se intentó suicidar por un desengaño sentimental. Siempre prefirió la navegación a vela, un "bello arte", a la máquina de vapor, puramente mecánica. Tras su debut literario, se casó con Jessie George y conoció a Henry James, Rudyard Kipling, H. G. Wells y Ford Maddox Fox, con el que escribió Los herederos. La madurez literaria llegó con El Negro del 'Narciso', una alegoría sobre la soledad y la solidaridad.

Pesimista y escéptico, Conrad insinúa en esta obra que un exceso de sensibilidad constituye un lastre para la vida, pero al mismo tiempo reconoce que la solidaridad dignifica al ser humano, redimiéndolo de su tendencia natural al egoísmo. En 1900 aparece la primera obra maestra, Lord Jim, un relato de resonancias bíblicas y shakespearianas.

Jim es el oficial del Patna, un barco que traslada a un grupo de peregrinos a La Meca. Una tempestad desata el pánico y Jim abandona su puesto con el resto de la tripulación. Sin embargo, el Patna no se hundirá y la opinión púbica conocerá el vergonzoso incidente. Jim pasará el resto de su existencia buscando una expiación. La perspectiva de morir le parecerá menos intolerable que la vergüenza. Conrad refleja con angustiosa precisión los matices de una conciencia atormentada, alejándose del objetivismo de su admirado Flaubert.

En 1899, comenzó a aparecer por entregas El corazón de las tinieblas. Breve e incisiva, recrea la experiencia del escritor en el Congo. Protagonizada por Charlie Marlow, un personaje que también circula por las páginas de Juventud, Lord Jim y Azar, narra un viaje por el río Congo –"fascinante y mortífero como una serpiente"– organizado para rescatar a Kurtz, un agente comercial que ha enloquecido al entrar en contacto con el mundo primitivo de la selva. Conrad no es inmune a los prejuicios racistas de sus contemporáneos, pero –a pesar de algunos comentarios despectivos hacia los nativos– formula un vigoroso alegato contra la explotación colonial.

'El corazón de las tinieblas' no está en el interior del Congo, sino el corazón de Europa, que extermina y esclaviza en nombre de la civilización

La barbarie de las tribus africanas es mucho menos dañina que el cinismo de Occidente, feroz depredador que disimula su avaricia con falsos pretextos de evangelización y progreso. El corazón de las tinieblas no está en el interior del Congo, sino el corazón de Europa, que saquea, extermina y esclaviza, asegurando que solo pretende extender la civilización. En 1979, Francis Ford Coppola se basó en la novela para realizar Apocalypse now. Ambientada en la guerra de Vietnam, la película profundiza en la brecha abierta por Conrad, sacando a la luz las miserias de la civilización occidental.

En Nostromo, que apareció en 1904, Conrad denunció el imperialismo de Estados Unidos en América Latina, realizando una precisa radiografía de los conflictos endémicos de la región: caciquismo, guerras civiles, corrupción, grandes desigualdades. En 1906, salió de la imprenta Gaspar Ruiz, una fábula sobre el amor, la venganza y la traición, y un año más tarde, El agente secreto, una extraordinaria novela sobre el espionaje, el anarquismo y el terrorismo.

En 1915, Conrad explotó el punto de vista múltiple para escribir Victoria, una obra innovadora por sus saltos temporales y su capacidad de reproducir el flujo de conciencia de los personajes. Algunos críticos apuntan que influyó decisivamente en la renovación del género novelesco, aportando nuevas técnicas narrativas. Dos años después, se publicó La línea de la sombra, que algunos interpretaron como una metáfora de la Primera Guerra Mundial por sus alusiones a la camaradería masculina en situaciones críticas y su descripción de las heridas psíquicas abiertas por experiencias traumáticas.

Maestro del relato corto, Conrad publicó en 1908 El duelo, una conmovedora historia sobre el honor, el orgullo y el perdón. Siempre intenso y profundo, el escritor sucumbió a un ataque al corazón a los 66 años. Poco antes de morir, rechazó el título nobiliario que le ofreció un gobierno laborista.

La modernidad de la escritura de Conrad contrasta con su perspectiva ética, anclada en problemas como el honor y la lealtad

Ese hermoso gesto contrasta con su negativa de firmar la petición de indulto de Roger Casement, el diplomático irlandés al que había conocido y admirado en el Congo. Su amor al Imperio británico inhibió su compasión. Casement había pactado con Alemania en plena guerra para obtener armas destinadas a la lucha por la independencia de Irlanda. Su conducta constituía una imperdonable traición, la falta que más odiaba el escritor.

La modernidad de la escritura de Conrad contrasta con su perspectiva ética, anclada en problemas arcaicos como el honor, el coraje y la lealtad. El viejo lobo de mar soñaba con un mundo donde los antiguos barcos de vela se enfrentaban a tempestades y motines sin otros recursos que la pericia, la fortaleza y el valor de los grandes espíritus. Su concepción de la época que le tocó vivir se condensa en las palabras finales de Kurtz: "¡El horror! ¡El horror!".

Aunque pasó sus últimos 30 años de vida en tierra, Conrad siempre añoró el mar, un espacio de ilimitada libertad que le mantenía alejado de la mediocridad de la vida burguesa. Su pluma dejó una fructífera estela en el océano de la novela, descubriendo nuevas rutas aún frecuentadas por los buscadores de la palabra exacta. El mundo es un lugar mejor porque existió Joseph Conrad, marino, escritor y visionario.