Catherine Lacey. Foto: © Lauren Volo

Catherine Lacey. Foto: © Lauren Volo

Letras Libro de la semana

'Biografía de X', la magistral novela de Catherine Lacey que promete convertirse en un clásico contemporáneo

El nuevo libro de la autora, muy reconocida en Estados Unidos, recuerda a la literatura de Philip Roth y Paul Auster.  

15 julio, 2024 01:16

Como si fuera un secreto a voces, así parece haber sido siempre tratada en España la singular obra de Catherine Lacey (Tupelo, 1985), joven escritora (aunque, bueno, ya no tanto), reconocidísima en sus Estados Unidos natal, bien a través de prestigiosas ayudas para la escritura (Guggenheim), críticas entusiastas de escritores de peso (de Margaret Atwood a Don DeLillo) o reconocimientos varios (Granta).

Biografia de X

Catherine Lacey

Traducción de Núria Molines. Alfaguara, 2024. 456 páginas. 22,90 €

Así desde sus primeros inicios, y no solo por un título sino por todos ellos –Nunca falta nadie (2014), Las respuestas (2017), Altar (2020)–, sorpresivamente traducidos al castellano con puntualidad editorial, si bien, ya digo, su nombre, o sus ventas, o lo que sea, al menos por aquí, no parecen todavía haber roto la barrera del sonido del prestigio que arrastra.

Quizás con su última novela, esta tan sólida y magistral Biografía de X (2023), se obre el milagro. Y bien merecido será, porque Lacey, todo apunta a ello, está llamada a convertirse en un clásico de su tiempo, que es el nuestro.

Con todo, Biografía de X es una novela que me ha retrotraído a cierto pasado lector, no a uno especialmente remoto, pues su propuesta resulta, creo, algo atípica, al menos en el marco de cierta nueva literatura norteamericana, donde es difícil encontrar, al menos entre lo que nos llega, novelas así de rotundas y contundentes. No será por falta de talento, está claro, sino de pretensiones o, en su defecto, de mera cultura literaria, pues la sombra del posmodernismo sigue siendo allí alargada.

Sí, leímos Las chicas (2016) de Emma Cline, un debut magnífico, rara y fríamente maduro, y algo de ello encontramos en la obra de Lacey, tan pensada, tan cerrada, tan plenamente consciente de su talento y brillantez.

Y es por esto, supongo, por esta confianza en sí misma, por la desmedida pero a su vez controlada ambición que muestra en cada capítulo, y por, en definitiva, su clara voluntad de “cincelaje”, que la lectura de Biografía de X me ha llevado a recordar un tipo de literatura que ya, definitivamente, no está de moda si bien algunos la echamos de menos.

Así, detrás del texto de Lacey podrían estar, por ejemplo, El libro de las ilusiones (2002), de Paul Auster, y también, más tangencialmente, La conjura contra América (2004), de Philip Roth. No pretendo insinuar que haya ningún tipo de influencia directa entre estos títulos hoy canónicos y Biografía de X, si acaso un aire de familia que las ata en tanto que propuestas literarias.

¿Emplea Lacey una narrativa llamémosla “varonil” para tratar la tortuosa y desigual relación amorosa entre dos mujeres rotas? Sé que suena reduccionista decirlo, pero diría que algo hay de esto.

Como Auster, Lacey construye su Biografía de X no solo a partir del levantamiento periodístico-detectivesco de los restos de una artista total (pintora, escultora, cineasta, escritora, compositora…) con miles de caras, figura en el fondo desconocida hasta para su círculo más íntimo, sino que el azar, los encuentros y desencuentros buscados y/o fortuitos, irán dando forma a una quest de lo más frenética y en última instancia desoladora.

A Roth, por su parte, parece tomarle prestada la idea (por más que no sea suya, claro está) de crear una ucronía reciente, lo suficientemente sutil en la desviación histórica que plantea como para no alterar el día a día de los personajes de su ficción. Esto les permite interactuar con celebridades de la época (Tom Waits, David Bowie, Kathy Acker, Wim Wenders o Denis Johnson se pasean, haciendo de ellos mismos, por las páginas de Biografía de X).

Así, hace que nuestro presente sea todavía reconocible en el presente de la novela, por más que esté este sustentado sobre pilares bien distintos: Lacey se inventa aquí, a modo de punto de inflexión, unos Estados Unidos desunidos, valga la incongruencia, por culpa del asesinato de Emma Goldman en 1945 (sic), que daría lugar a la creación de un muro que mantuvo a la población del Sur separada de la del Norte por mucho tiempo.

"Lacey nos ofrece un estudio prodigioso de intimidades, de lo que supone para cualquier ser anodino vivir a la sombra de un genio"

Los paralelismos con la política de Trump son evidentes, por más que también lo sean con las experiencias de los totalitarismos tras la Segunda Guerra Mundial. En el Territorio del Sur se instauró de hecho, como consecuencia, una suerte de dictadura religiosa, y de ella, se nos cuenta, huyó la X del título, cuyo pasado, de lo más misterioso, se nos va revelando a ritmo de thriller.

El matiz, en cualquier caso, está en quien emprende la investigación, su última pareja, motivada por la indignación que le provoca la publicación de una biografía morbosa sobre X, escrita por un periodista desnortado, que ha trabajado sin demasiados datos, pues la ex de X no ha querido colaborar en ello.

Para los que nos hemos dedicado a esto de la investigación, la novela termina convertida en algo así como el paraíso del biógrafo: cartas que nunca nadie había leído, personajes que nunca habían hablado y tienen ahora grandes historias que contar, hijos secretos, padres que creían que su hija había muerto hacía tiempo, amigos que no lo eran tanto

Biografía de X es así un arriesgado cántico a lo inverosímil, a lo excesivo, a la cabriola del destino, pero funciona todo sin embargo como un reloj de cuco gracias al muy inteligente pacto de ficción que Lacey le plantea al lector, a la magistral dosificación de la intriga y, cómo no, a la irresistible tensión narrativa que sobrevuela toda la novela.

Hablamos de elementos próximos al best seller y no hay empacho alguno en afirmar que estamos ante uno de los más elocuentes que hemos leído en mucho tiempo, aunque, afortunadamente, no sea esa su única virtud, ni siquiera la más importante.

De X se nos dice: “Era demasiado inteligente. Sabía qué cosas vendían, cómo suscitar controversia, y se dejaba caer en los brazos de aquella atención fácil –que fingía detestar, pero con la que estaba obsesionada– en lugar de aceptar el dolor de crear algo sincero y que luego lo malinterpretaran o lo ignorasen”. Y hay así en Biografía de X muchas reflexiones sobre arte, también sobre plagios y desmitificaciones, en definitiva sobre el propio “artefacto” que plantea la novela.

Pero por encima de todo, Lacey nos ofrece un estudio prodigioso de intimidades, de lo que supone para cualquier ser anodino vivir a la sombra de un supuesto genio, con la consiguiente anulación vital y personal, además de la asunción de humillaciones difícilmente aceptadas en otras circunstancias, debidas en buena parte al inevitable enamoramiento que se instala sobre la idea que de sí mismas proyectan ciertas celebridades.

Duele enormemente ver a la narradora de esta Biografía de X enfrentarse a los diarios de su amada, donde sin complejos arremete contra ella, contra su aparente mediocridad, en un sano ejercicio de autoflagelación que queda de todos modos en entredicho al llegar a las enigmáticas “notas de la traductora” finales, y hasta aquí podemos leer, al ser esta la última capa de lectura de las muchas que ofrece esta deslumbrante, precisa y apasionante cebolla narrativa.