La artista Susan Hiller hipnotiza en la primera gran retrospectiva tras su muerte
El Museo Helga de Alvear nos acerca a la creadora que, aunque desconocida para el gran público, fue una de las más reconocidas en Reino Unido.
15 julio, 2024 01:16Es la primera retrospectiva importante de Susan Hiller (Tallahasee, Florida, 1940 - Londres, 2019) desde su muerte. Comisariada por Andrew Price, la exposición Dedicado a lo desconocido traza un hilo que recorre casi cuatro décadas de producción de la artista a partir de una muy buena selección de obras.
Un conjunto que evidencia el interés de Hiller por aquello que se ha preferido excluir o que es minusvalorado y despreciado por la cultura occidental, en la que se ha privilegiado eso que se ha dado en calificar como “racional”, aquello que tiene una demostración, lo contrario de lo “fantasioso”.
A este pensamiento le cuesta admitir lo que se escapa de sus categorías, institucionalizando esa manía taxonomizadora en la que aquí se ha construido el conocimiento desde la Ilustración, ese siglo llamado de las luces, unas luces que produjeron también muchas sombras. Son algunas de estas sombras las que explora Hiller en su trabajo.
Muy reconocida por su práctica, a la que definió como “paraconceptual”, “junto a”, “semejante a” lo conceptual, pero también “al margen” o “en contra”, en la que aplica estrategias típicas, como la serialización, la sistematización o documentación, a esos asuntos que huyen de lo normal, los que son paranormales, que no pueden aprehenderse por el modo en el que se ha configurado nuestra forma de conocimiento de la realidad y genera una distancia que tiene que ver en ocasiones con lo irónico y lo paradójico.
Hiller expuso a lo largo de su trayectoria en museos y centros de referencia como la Tate Britain de Londres, que le dedicó una gran retrospectiva; la Kunsthalle de Basilea: el Castello di Rivoli de Turín o la Fundación Serralves de Oporto: y participó en importantes colectivas como las bienales de Sydney, La Habana o Berlín; la pionera Wack! Art and the Feminist Revolution, del MOCA de Los Ángeles en 2007, en la que se destacó su posición como feminista; y la Documenta 14 de Kassel, en 2008.
En España tuvo una individual en el Centro Cultural Montehermoso de Vitoria en 2010 y su obra pudo verse en la galería Moisés Pérez de Albéniz de Madrid en el año de su fallecimiento.
Hiller, además, fue muy influyente para la siguiente generación de artistas británicos, los que fueron etiquetados como YBA, Young British Artists, por su papel como docente durante los años 80 en la Slade School of Fine Art de Londres y en otras universidades.
La muestra evidencia el interés de Hiller por aquello despreciado por la cultura occidental
Dedicado a lo desconocido rompe las que hasta ahora habían sido las fronteras entre las salas de exposiciones y el edificio dedicado a la colección Helga de Alvear, y se inicia o termina, depende de cómo se recorra, con la instalación Die Gedanken sind frei (Los pensamientos son libres) de 2012 que pertenece al museo. El título viene de una canción tradicional alemana que defiende la libertad de conciencia y que ha sido utilizada en diferentes momentos históricos en los que esta se ha visto amenazada.
Esta premisa, canciones que se han usado en diferentes protestas a lo largo de la historia, es la que determina las melodías que se han incluido en una juke box puesta a disposición de los espectadores: en ella pueden escucharse desde la que le da título hasta las que se entonaron en las primaveras árabes, pasando por la conocidísima Bella Ciao.
Este ejercicio de archivo de unas voces que convocan momentos pasados y a la vez aluden al presente, como si se tratara de una experiencia mediúmnica, evidencia también el modo en el que Hiller, formada como antropóloga, pero muy crítica con la disciplina, se enfrentaba al arte, al que dotaba de ciertas cualidades mistéricas, como las de muchos de los fenómenos que estudiaba en sus obras.
Esto se evidencia también en otros de sus trabajos incluidos en la exposición, como la temprana investigación sobre los sueños desarrollada en grupo en Dream Mapping (documentary reconstruction) (1972), en la que recogió los dibujos que un grupo de amigos y ella misma hicieron después de dormir en un campo de hadas y buscó las coincidencias y las diferencias, o, más evidente, en la serie Journey to the Land of the Tarahumara (2007), que homenajea al escritor surrealista Antonin Artaud y en la que recopila fotografías, realizadas durante sus viajes, de símbolos grabados en la roca por culturas desaparecidas que han perdido su significado pero, como ella misma afirmó, no su poder.
Este poder es casi el mismo que el de las llamas hipnóticas que se repiten en los monitores que forman la hoguera de Belshazzar Feast (1983-1984) mientras se escuchan unos susurros que describen apariciones de fantasmas o a un niño describiendo el cuadro de Rembrandt del mismo título.
Los homenajes a otros creadores son uno de los hilos del relato que ha generado el comisario, no solo a Artaud o a Rembrandt, sino también a Gertrude Stein, en la biblioteca intervenida que recoge libros sobre automatismo, uno de los intereses recurrentes de Hiller, que utilizó la escritura automática en varias obras, como So Don’t Leti t Frighten (1975-1981) o From India to the Planet Mars (1997-2017).
Hay también un tributo a Marcel Duchamp, en sus retratos con aura sacados de internet que apelan al interés por lo sobrenatural del francés y a una de sus primeras obras, el Retrato del doctor Dumouchel (1910), en la que ya planteaba búsqueda de un arte que no fuera “retinal”, o a Yves Klein y su Salto al vacío, en esas imágenes de levitaciones que extrajo de la red. El arte se presenta así casi como “una cuestión de fe”