A lo largo de cuatro días de mayo del 2013, las calles de Husby ardieron. Este barrio del norte de Estocolmo acoge en su seno una enorme proporción de inmigrantes, que comprenden más del 80% de sus habitantes. En aquel año ocurrió algo más propio del imaginario norteamericano que de la aparentemente tranquila Suecia. Un policía mató a un vecino de este distrito en su propia casa.  

Portada de 'Memoria'. Foto: Grupo Planeta

El estereotipo clásico del escandinavo queda lejos de estas calles. En su lugar, su población lo forma un compendio diverso de nacionalidades que abarca desde Latinoamerica a Oriente Próximo. Micaela Vargas, la protagonista de la saga de libros detectivesca que David Lagercrantz (Solna, 1962) inauguró con Obscuritas y ahora continúa con Memoria, es una agente de policía de ascendencia chilena que se crió en este barrio. 

Hans Rekke, el otro protagonista de la saga de libros de Lagercrantz, sin embargo, no se crió en Husby. En su lugar, ha crecido recostado entre los algodones de los barrios más exclusivos de diferentes capitales europeas, hasta que finalmente recaló en Östermalm, donde bostezan y se acomodan las clases más altas de Estocolmo.

Allí, en un enorme apartamento en el que le atiende su fiel sirvienta, acoge a la agente Vargas, que le ayuda a resolver crímenes de una manera que inevitablemente recuerda a la dupla formada por Sherlock Holmes y Watson. Rekke, adicto a los opiáceos y castigado por su propia genialidad, reúne una serie de cualidades que le acercan al tipo de prodigios afectados por trastornos de la conducta que se popularizaron en producciones de principios de milenio como House Sherlock.

David Lagercrantz, que ganó popularidad por continuar la saga Millennium donde la dejó tras su muerte Stieg Larsson, continúa aventurandose en el género noir con Memoria, la segunda entrega de una saga policíaca que promete ser larga. Sus protagonistas, provenientes de dos realidades contrarias y enfrentadas, son las dos caras de un mismo Estocolmo complejo y contradictorio. 

Pregunta: ¿Sabe lo que va a suceder desde el comienzo en sus novelas? ¿Se sorprende usted mismo con lo que está ocurriendo en lo que está construyendo?

Respuesta: Siempre me sorprendo. Tengo unas directrices al comienzo, así que más o menos lo sé, pero uno no puede imaginarse al principio lo complicado que es construir una historia. Al final, siempre tengo que cambiar cosas, tengo que retorcerlas porque veo que de otra manera el lector va a conocer el misterio demasiado pronto. Siempre termino por sorprenderme, creo que es parte de la diversión

P. Durante años se dedicó al periodismo de sucesos criminales, ¿cómo ha afectado aquello a sus intereses actuales a la hora de escribir y a su forma de abordarlo?

R. Aprendí mucho durante aquellos años sobre la forma de proceder tanto de los criminales como de la policía, pero reconozco que durante aquel tiempo me avergonzaba ser reportero de sucesos. Vengo de una familia acomodada, de un entorno en el que era más natural dedicarse a cubrir temas más culturales.

»Más tarde me dediqué a escribir libros, pero después de un tiempo entendí que me encantaba hablar de estos asuntos. Pensé que nunca volvería a ese mundo y me alegro de haberlo hecho.

P. Me dice que proviene de una familia, en cierta manera, privilegiada, ¿fue durante aquellos primeros años cuando pudo adentrarse en barrios conflictivos como Husby?

R. Sí. Lo bello de un crimen, dentro de su evidente tragedia, es que es algo así como un filo que abre en canal a la sociedad. En un crimen puedes ver las heridas de la sociedad en la que se comete. Ocurre en las clases bajas, pero también en las altas de forma específica. Es como hacerle una autopsia a la propia comunidad donde sucede. 

»Si quieres ahondar en el pasado creo que es muy interesante hacerlo desde los crímenes que ocurrían entonces. No solo porque hay mucho escrito sobre los procesos judiciales y las investigaciones, sino porque también se le da brillo a la vida ordinaria. El día a día es aburrido pero, cuando sabes que hay un crimen de por medio, una amenaza, de repente cada detalle ordinario cobra relevancia.

P. En Memoria convergen dos clases de crímenes: los que proceden de zonas desfavorecidas como el barrio de Husby, y otro tipo de naturaleza más elitista, ¿qué refleja esto de la propia sociedad?

R. Ocurren crímenes en todos los niveles de la sociedad pero, curiosamente, las cárceles están llenas de gente sin recursos. Creo que es muy interesante ver que, sin importar la clase social, la podredumbre de la gente es la misma. Lo que cambia, sin embargo, es cómo lo percibe la propia sociedad. 

P. Tanto en Obscuritas como en Memoria, la segregación entre la clase privilegiada y las clases populares cumple un papel importante, ¿se puede considerar un reflejo del estado de las cosas en Suecia?

R. Sí. El libro está ambientado en el año 2004, cuando las cosas en ese sentido no estaban tan mal como ahora, pero aún así se intuye todo lo que está por venir. Ahora todo es mucho peor en lo que se refiere a la segregación y la polarización. Husby ahora está en unas condiciones terribles. Situé la historia de manera deliberada en aquellos "años de inocencia", ahora me temo que el mundo está mucho peor. 

»Por supuesto hay mucho prejuicio, sobre todo en las clases altas. En el barrio donde vive Rekke, Östermalm, una de las zonas más privilegiadas de la ciudad, cuando se ve inmigración es por motivos laborales. Por eso mismo, cuando la gente de ese lugar ve a Vargas, piensa que es una mujer de la limpieza o cosas semejantes. 

P. Como dices, la historia de la novela transcurre en los primeros años del nuevo milenio, ¿qué te interesa de aquella época?

R. Realmente me interesan todas las épocas, pero reconozco que cuando leo cosas mías o de otros autores contemporáneas de aquellos años me da la sensación de que no acertábamos a saber lo que estaba pasando. Creo que la literatura con contextos contemporáneos al momento de creación tiende a envejecer peor que la que se fija en el pasado, del que ya se tiene una perspectiva más general. 

»Me interesan aquellos años porque es el momento en el que todo empezó a ir mal, cuando se perdió la inocencia con aquellas dos guerras, Irak y Afganistán. Mi siguiente novela, que transcurre en el 2008 con el gobierno de Obama, va en ese sentido. 

P. ¿Por qué ha logrado tanta popularidad a día de hoy la novela policial? ¿Qué tiene el género noir que logra despertar tanto interés?

Creo que tiene que ver con que se hace participar al lector en el rompecabezas. Todo, cualquier detalle cotidiano que se revela durante la historia, puede ser la pieza del puzzle que falta para resolver el acertijo del crimen. Eso hace que el que lee esté continuamente atento a cada detalle, que se comprometa con la lectura a un nivel muy difícil de lograr.