El escritor Xavier Aldekoa, durante su periplo por el Río Congo. Foto cedida por el autor

El escritor Xavier Aldekoa, durante su periplo por el Río Congo. Foto cedida por el autor

Letras

Xavier Aldekoa: "Conrad fue uno de los que empujaron para denunciar lo que ocurría en el Congo belga"

Corresponsal especializado en temas africanos, charla con El Cultural con motivo del centenario de la muerte del autor de 'El corazón de las tinieblas'.

3 agosto, 2024 01:49

Xavier Aldekoa (Barcelona, 1981) soñaba con navegar el río Congo, desde niño, cuando descubrió en los mapas "esa serpiente azul que recorría casi todo el centro de África y que además estaba rodeada de selvas impenetrables". "Me parecía –confiesa a El Cultural– algo increíble, un sueño, y eso me duró casi hasta zarpar". Corresponsal especializado en temas africanos, es autor de Quijote en el Congo (Península, 2023) y del documental RD Congo, un país en tinieblas, por los que transita el espíritu de Joseph Conrad.

Pregunta. ¿Cómo nace su fascinación por el Congo?

Respuesta. El Congo es uno de mis lugares favoritos y uno de los más intensos y complicados para trabajar, quizá porque sintetiza las virtudes y los problemas del continente africano: la intensidad, la resiliencia de un pueblo acogedor, con ciudades enormes, modernas, innovadoras, y con una juventud muy fuerte, pero también víctima secular de expolios. Es uno de los países más interesantes para trabajar como periodista.

P. ¿Cómo surgió Quijote en el Congo, en el que narra sus aventuras surcando el río?

R. Bueno, pensé que era la mejor manera de contar esa región tan fascinante y diversa. El Congo son 4.700 kilómetros de río pero es también una tierra desde la que se explican la esclavitud y el expolio, el comercio, la vida, la cultura... Para mí el Congo es mucho más que un río, es un imán de vida en una de las zonas esenciales del continente africano.

P. ¿Qué diferencia su aventura por el río de la de Joseph Conrad?

R. Bueno, Conrad hizo el viaje al revés, desde la desembocadura en Kinsasa hacia Kisangani, pero se centra en una época de expolio y abusos brutales, así que escribe El corazón de las tinieblas en su intento de denunciar ese mundo atroz perpetrado a la sombra de Leopoldo II.

»Yo en mi navegación, desde las fuentes a la desembocadura, también quise reflejar esa historia dura y dolorosa de la esclavitud y del expolio, pero además la luz, porque el Congo es un río de vida en el que hay cultura, tradiciones, gente que lucha. Es un Congo que avanza por la modernidad, así que mi intento fue equilibrar esa sensación de que, más allá de las tinieblas, también es un río de luz.

"Conrad me influyó muchísimo cuando soñaba con el Congo"

P. Hablando de Conrad, ¿cuál es su novela africana favorita?

R. Pues de Conrad, que me influyó muchísimo antes de navegar, El corazón de las tinieblas. Lo he leído muchísimas veces, no solo por lo que cuenta y cómo lo cuenta, sino por la intención con la que lo cuenta. Conrad fue, gracias a su libro, uno de los que empujaron a periodistas y diplomáticos a denunciar lo que estaba ocurriendo en el Congo belga y esa intención de intentar cambiar las cosas, de denunciar esa injusticia, transpira en ese Corazón de las tinieblas, un libro espectacular.

P. ¿Y qué le debe usted como reportero y como escritor?

R. Le debo sobre todo la envidia. Mi amigo y periodista Ander Izaguirre dice que escribimos sobre todo por envidia. Bueno, pues cuando yo leo las descripciones de Conrad, cómo va tejiendo poco a poco esa tensión en la que se avanza por el Congo, cómo capta esa realidad que yo veía con mis propios ojos pero que había leído en él..., sí, me gustaría captar las cosas como lo hace él.

P. ¿Qué debería hacer Europa para compensar tanto abuso y explotación?

R. Yo no soy partidario de pedir perdón porque entonces la conversación surge de los europeos, unidireccionalmente. Si en África trazamos una línea desde Leopoldo II a nuestros días descubrimos una cadena de eslabones de abuso que comienza con la esclavitud, sigue con el marfil, con el caucho de los neumáticos, con los diamantes y llega al coltán de nuestros móviles o el cobalto de las baterías de los coches eléctricos. Todo sale del Congo, un país riquísimo y uno de los ejemplos más flagrantes de expolio, abuso y explotación de la historia de la Humanidad.