¿Cómo puede el nacimiento de un hermano cambiar el curso de tu vida? Sobre este posible descalabro familiar reflexiona la autora francesa Clara Dupont-Monod (París, 1973) en Adaptarse, uno de los libros más exitosos de los últimos años en Francia, galardonado con el Premio Femina 2021, el Goncourt des Lycéens y el Landerneau.

La escritora, especialista en historia medieval, editora y referente de la prescripción literaria radiofónica, con cuatrocientos programas y diversos vídeos en YouTube, es también la autora de otras siete novelas, como La révolte y La folie du roi Marc, ambientadas en la Edad Media. Adaptarse es la primera inspirada en su vida personal, concretamente en la historia de su hermano pequeño con discapacidad.

Pregunta. Adaptarse narra la historia de unos niños cuya vida dará un vuelco con la llegada de un niño "inadaptado". ¿Qué le hizo cambiar de registro y escribir un libro tan personal?

Respuesta. En realidad, Adaptarse no es muy diferente de mis otras novelas. Creo que uno escribe siempre el mismo libro. Cambia la historia, el paisaje, los personajes, pero siempre se vuelve a lo mismo. Mis novelas sobre la Edad Media también hablan de naturaleza, de sentimientos, de diferencias y de la familia.

»Es cierto que Adaptarse tiene una parte autobiográfica. En mi familia, hubo un niño “inadaptado” que fue mi hermano. Tenía la misma discapacidad que describo en mi novela. Al enfrentarme con la escritura de la obra tuve la impresión de reencontrarme con él.

»Tengo en la memoria sentirme feliz al escribir el libro. Creo profundamente que la gente que hemos amado no nos abandona jamás. Hay una diferencia entre vivir sin alguien y vivir con la ausencia de alguien. Todos los que han amado y perdieron a su ser querido saben de lo que hablo. Escribí este libro pensando en mi hermano, en la montaña en la que vivíamos, en mi familia… Y eso me produjo un sentimiento de gran felicidad.

"Crecí con un padre que ponía nombres a las piedras. Porque cuando uno vive en la montaña, la montaña se convierte en miembro de la familia"

P. ¿En qué momento decide que unas piedras van a ser las narradoras de una historia tan peculiar?

R. Aprendí de niña que las piedras no son muy diferentes a los humanos, así que, para mí, mezclar piedras y voces humanas tenía sentido. Crecí con un padre que ponía nombres a las piedras. Porque cuando uno vive en la montaña, la montaña se convierte en miembro de la familia. Tienes que aprender a escucharla, tienes que saber someterte a sus leyes, y hay que adaptarse a ella. Si el cielo se vuelve gris oscuro, no sales. Tengo amigos que viven junto al mar, y usan la misma lógica. Mis tres personajes saben adaptarse a la montaña, pero deberán aprender a adaptarse al nuevo miembro de la familia. Tendrán que desplazar esa misma adaptación, la de la montaña, a su propia intimidad. En la novela, ese va a ser su desafío.

P. En su novela, los personajes principales son niños. El lector ve la escena y asiste a la transformación a través de su mirada. ¿Piensa usted que la reacción de un niño, su capacidad de adaptación, es diferente a la de los adultos?

R. No, no lo creo. Al contrario. Para mí, adaptarse significa salir adelante con lo que uno tiene, y eso es muy difícil. El hilo rojo que recorre todas las páginas de la novela es la pregunta de si uno debe adaptarse a lo inadaptado. ¿Quién es el más inadaptado en este caso? Porque cuando tienes a alguien frente a ti que no es como tú, alguien que es diferente, eres tan inadaptado como él.

Portada de la novela 'Adaptarse', de Clara Dupont-Monod. Ed. Salamandra.

P. Hay una escena en el libro en la que la hermana intenta llevar al niño en brazos. De repente, entra en pánico, tiene miedo y lo suelta. En ese momento, ella se mostrará tan inadaptada como él.

R. Por eso me interesaba tanto plantear la pregunta sobre las normas. La norma cambia constantemente con estas personas diferentes. Estás obligado a modificar tus hábitos y, por eso, esta alteración te convierte en alguien menos estúpido y mucho más inteligente.

»Cuando te encuentras con una persona diferente a tu alrededor, el tiempo no es el mismo, la luz no es la misma, el ruido no es el mismo. Todo esto te obliga a ser paciente, amable, y entonces debes cambiar la norma.

»Por eso, pienso que las sociedades actuales, por lo menos la francesa, deberían dar más espacio a estas personas que llamamos diferentes. Sería bueno para todos y nos haría más inteligentes.

P. Y si hablamos del niño que nace en esta familia cambiando esos hábitos y costumbres tan radicalmente, ¿cuál es su rol? ¿Cómo lo definiría dentro de toda esta historia?

R. Para mí es como un pequeño sol, alrededor del cual gravitan los demás personajes como planetas. Al entrar en contacto con este pequeño ser, cada uno aprenderá cosas diferentes y, por eso, finalmente, este niño al que llamamos “inadaptado” será más grande y preciado de lo que nadie se hubiera podido esperar. En nada es un ser disminuido. De hecho, a pesar de tener menos que nosotros, en realidad hace mucho más que nosotros en este mundo.

"Vivimos una era en la que glorificamos la diferencia, pero no le damos ningún lugar. Hay que educar la mirada, cosa que no se hace en Francia"

P. Nuestra sociedad del siglo XXI se considera más tolerante que ninguna anterior. Sin embargo, tras la lectura de su novela, surgen las dudas.

R. Sí. Vivimos una era en la que glorificamos la diferencia, pero no le damos ningún lugar. Por ejemplo, en las escuelas. Los estudios han demostrado que cuando pones a niños discapacitados en una clase escolar, los otros niños se acostumbran, se adaptan. El mejor amigo es sordo, el compañero tiene síndrome de Down, da igual. En esos casos, cuando el niño se vuelve adulto, ya está familiarizado con la diferencia. Basta una generación para que el cambio se opere. Hay que educar la mirada, cosa que no se hace en Francia.

P. El premio otorgado por los jóvenes en el Goncourt des Lycéens, demuestra que esta historia causó entre ellos un gran impacto. ¿A qué fue debido?

R. Es muy curioso lo que les llamó la atención. Lo que más me sorprendió fue que muchos adolescentes me dijeron: “No conozco a nadie con discapacidad, no tengo hermanos ni hermanas, no sé lo que son los hermanos discapacitados y, sin embargo, lo que sí que cambia es mi cuerpo. A eso debo adaptarme. Mi vista cambia y tengo que adaptarme. Mi mente cambia y tengo que adaptarme”.

»Habían conseguido trasladar la idea de la discapacidad y la adaptación a la adolescencia, la edad de las grandes adaptaciones. Para mí, eso fue de lo más revelador que me han dicho nunca sobre mi obra. Significaba que mi novela, en definitiva, planteaba una cuestión universal. Estos jóvenes fueron capaces de ver un mensaje global en una historia que podía parecer muy concreta. Fue un enorme regalo para mí. Para hablar de lo absoluto hay que pasar por lo diminuto. Fue uno de los grandes regalos del camino de este libro.

P. En toda su novela, usted utiliza un léxico muy variado para nombrar a su hermano, pero apenas escribe la palabra “discapacitado”. Me imagino que fue intencionado.

R. No he utilizado la palabra "discapacitado", aparece solo una o dos veces porque, cuando escribo, toda gira en torno a la música. Me explico. La frase, el ritmo, el sonido me van guiando en la elección de las palabras. Y “discapacitado” tiene un sonido muy duro, por eso musicalmente prefiero "diferente", es más suave, bonito, precioso.

»"Discapacitado" suena a algo médico. Por ejemplo, en francés se dice "rugueux", no sé cómo se dice en castellano o en catalán, pero "rugueux", o "discapacitado", son palabras que no me suenan bien, así que preferí buscar otras.

»Además, en la novela, ninguno de los hermanos tiene nombre, quería operar según la mecánica de los cuentos de hadas. En ellos, los personajes no tienen nombre, sino apodos, como Blancanieves o Cenicienta. Finalmente, esa falta de nombre permite que los lectores se apropien de la historia a pesar de ser tan particular.

»Recuerdo que, cuando hablé con mi editor sobre el libro, me dijo: “Ufff… Un niño discapacitado, es muy concreto; contado por hermanos y hermanas, muy concreto también; en las montañas, aún más”. Así que tuvimos que encontrar un equilibrio con algo más abierto. El cuento de hadas me permitió contrapesar esa especificidad.

P. ¿Qué es para usted la normalidad? ¿Existe o es una utopía?

R. Creo que “ser normal” no significa nada, creo que ser normal es hacer lo que puedes con lo que tienes. Creo que confundimos la norma con la mayoría, que no tiene nada que ver, y que esa mayoría no debe olvidar jamás que hay minorías. La nobleza de una sociedad radica en no olvidar nunca lo que no vemos.

P. A pesar de su estructura que como usted explica tiene mucho que ver con el cuento, su novela se sitúa en un momento histórico definido, cercano al nuestro, reconocible por la cantidad de papeles burocráticos que la familia debe rellenar para conseguir un mínimo de ayuda para el niño. ¿Piensa que Adaptarse es una novela contra las reglas, que describe una burocracia insuperable y absurda, incapaz a través de todos los pasadizos de ofrecer una mínima ayuda a las familias que la necesitan?

R. Totalmente. No sé cómo es en España, pero en Francia las familias tienen un enemigo que es la burocracia. Esta debería ayudar a las familias y, por el contrario, es un terrible adversario.

»Un día me invitaron a un programa de radio y, al final, el invitado tiene tres minutos para hacer o decir lo que quiera. Puede callarse, puede cantar, lo que él decida. Pues yo decidí escribir una carta a la burocracia francesa, diciéndoles que era una pesadilla para las familias y que eso no era normal. De repente, "explotó" la centralita de la radio. Pusieron esta secuencia en las redes sociales, y en un día obtuvo 10.000 reacciones. De hecho, las reacciones venían de padres, de hermanos y de hermanas que decían “yo también, he estado esperando una respuesta durante diez meses”, “la escuela no tiene lugar para mi hijo”, “estoy esperando una tarjeta de discapacitado que finalmente no llega”... No nos damos cuenta del infierno burocrático que existe para las familias. ¡Y no sabe cuánto me sulfura el pensar esto!

P. Hablando de su propia historia, ha tomado usted un nuevo camino literario en comparación con su obra anterior. ¿Está dispuesta a volver a la escritura de sus novelas históricas?

R. Pues no lo sé... Mi problema es que, en estos momentos, no puedo escribir nada más porque Adaptarse ocupa todo el espacio. Es un texto celoso, que no quiere ceder el lugar, así que "me molesta", porque tengo una gran idea para el próximo texto y no puedo ponerme a trabajar en ella. No consigo dejar de pensar en Adaptarse, reescribo Adaptarse, todavía estoy mucho con este texto en la cabeza.

»La novela se ha traducido a 19 idiomas, así que todavía estoy con su promoción en el extranjero, por lo que inevitablemente estoy hablando de ella, la gente la está leyendo, hay un intercambio, que es genial, así que he decidido darle un poco de tiempo.