Santi Alverú (Oviedo, 1992) es actor, crítico de cine, presentador, cómico, comunicador… y desde ahora también ensayista. En su libro Demasiado famosos. Descubre cómo funciona la fama y ríete de ella (Aguilar 2024), promete que si lo lees, "comprenderás por qué tu influencer favorita ha pasado de recomendarte cremas a hablarte de su nueva religión", entenderás "por qué esa cantante se empeña en hacerte creer que no ha cambiado nada, a pesar de que vuela en avión privado y es dueña de varias mansiones" y "podrás analizar mejor que nadie las disculpas del próximo que la líe parda en una entrega de premios".
El polifacético asturiano que reconoce sentirse como "una especie de turista laboral en todos los campos del mundo del entretenimiento", desgrana de manera detallada y sorprendentemente fluida el entramado de intereses que suele haber detrás de cada figura famosa. También algunas de sus consecuencias: desde fases habituales como el aislamiento y la superstición, hasta la inherente y constante actividad publicitaria disfrazada de ‘experiencias vitales’. De ello y varias cosas más hablamos con el autor.
Pregunta. Dentro de su variada actividad dentro del mundo del entretenimiento, ¿como surge este proyecto?
Respuesta. Llevo tiempo escribiendo en Cinemanía y hace tiempo publiqué un artículo en el que hablaba sobre Hollywood y sus supersticiones: las chorradas ultrarreligiosas de Oprah Winfrey, el libro El Secreto, etc. El texto funcionó muy bien y ahí vislumbré que había algo interesante sobre la exposición a la que se somete un famoso y sus consecuencias. Hace un año y medio me contactó la editorial y les propuse este tema, me dieron total libertad y me asignaron un editor (¡gracias, David Andrés!) con el que ha sido un placer trabajar.
P. Sorprende un poco el tono de ensayo serio y documentado viniendo de un tipo generalmente inclinado a la comedia.
R. Sí, estaba un poco cansado de encontrarme un exceso de opinión y generalizaciones en todo lo que leo y me apetecía hacer un ensayo que fuese una especie de guía que sirviese para, a través de las herramientas que aporto, que el lector sea mas consciente del entramado de intereses que suele haber detrás de cada famoso. Siempre he tenido una vena periodística y era una cosa que quería explorar, aunque entiendo que el lector pudiese esperar algo más cómico, un recopilatorio de anécdotas, etc. ¡Pero también puedo ser un tipo serio!
P. A lo largo del libro incluye notas cómicas a pie de página que sirven para rebajar un poco el tono serio del ensayo. recuerdan a un David Foster Wallace pasado por el filtro de la stand up comedy.
R. ¡Gracias! Me encanta David Foster Wallace y ya me gustaría parecerme a él. Pero sí, con las notas intento decirle al lector: "¡Oye, que no me he vuelto loco tras esta seriedad, vamos a divertirnos también! ¡Y que sepas que esta conversación sigue abierta!".
P. Usted mismo es un famoso… de gama intermedia, digamos. Sale en televisión, tiene un pódcast de entrevistas. ¿Cómo es la experiencia desde su posición?
R. Conozco de primera mano algunas cosas que aparecen en el libro como cierta exposición, aislarte un poco para que no te hagan daño o el cambio que supone decir que no a algunas cosas que antes no podía rechazar para poder pagar el alquiler. ¡Eso sí, constantemente la gente que me reconoce por la calle me suele dar recuerdos para presentadores para las que no trabajo como Wyoming o Pablo Motos! Me pasa todo el rato.
P. Otro de los temas principales que trata en el libro es cómo se decide que unas obras de arte son más importantes que otras, como en el caso de la Mona Lisa.
R. Según me iba documentando a lo largo de los meses, fui descubriendo cosas muy interesantes, como lo subjetivo que hay detrás de lo incontestable y quería darle una vuelta. El caso de la Mona Lisa es muy representativo, gracias a la perspectiva histórica te das cuenta de que la atención mediática que surgió después de su robo fue clave para que todo el mundo la conociese y su posterior posicionamiento como el cuadro más famoso del mundo.
P. También habla de la importancia que tiene el séquito de los famosos a la hora de aislarse y protegerse del entorno, y destaca como ejemplo 'Las Queridas' de Georgina.
R. Sí, porque eso favorece el hecho de que al llegar a un lugar de responsabilidad mediática no se te cuestione. Las redes sociales no son ahora muy buen termómetro porque responden de una manera muy beligerante y agresiva y el famoso acaba por no saber si lo que dicen en Twitter o Instagram de él es verdad o no, entonces, para esas dudas, nada como tener un buen grupo de fieles. Le permite tener un norte y una cobertura pero hay que tener cuidado y rodearse de amigos de verdad y no tanto de palmeros a los que les pagas el sueldo.
P. También resume el habitual aislamiento del famoso con una frase muy de Woody Allen: "Un famoso suele ser una persona que nos pediría a cada uno de nosotros que nos tomemos una cerveza con él y que, cuando se da cuenta de que eso es imposible, se deprime".
R. Me encantan los rankings que salen todos los años con "los famosos preferidos por los españoles para irse de cañas" y siempre salen Nadal, Penélope Cruz, Dani Rovira, Pedro Sánchez… y me da la impresión de que todos los famosos creen que en las distancias cortas nos convencerían al resto de lo normales y humanos que son. Creo que esto es un espejismo y una trampa, lo que más he visto desde mi experiencia es a celebridades muy alejadas de la realidad y con bastante poca capacidad autocrítica.
P. Hace especial hincapié en los famosos que tras supuestas ‘experiencias vitales’ te están vendiendo el oro y el moro por debajo...
R. Es muy importante saber cuándo te están vendiendo algo o no. Continuamente vemos cómo influencers y famosos hacen todo tipo de argucias y triples mortales para disfrazar sus publicidades de imagen de marca como algo personal. Y, claro, si no lo identificamos y etiquetamos como evidente publicidad, no damos al consumidor herramientas suficientes para que pueda defenderse de campañas que resulten ser muy agresivas.
P. Otra de las tendencias claras de los últimos tiempos es que los famosos suelen comprometerse en causas generales pero no tanto en causas concretas.
R. Efectivamente, vemos constantemente como suelen posicionarse en torno a causas como el feminismo, la lucha de clases, techo salarial, etc., pero no tanto (salvo honrosas excepciones, evidentemente) en defensa de causas muy concretas que les pueden hacer herir sensibilidades y por tanto afectar a su trabajo y economía. En televisión por ejemplo, la clave para ser ‘famoso para todos’ y poder presentar grandes espacios como Pasapalabra o Grand Prix pasa por el blanqueamiento total de la imagen y su ausencia de polémicas.
P. ¿Qué famosos le han impresionado más, tanto para bien como para mal?
R. Para bien, Antonio de la Torre sería el mejor ejemplo, porque es un tipo muy educado, comprometido con su profesión, con un discurso bonito y coherente, que ha sabido elegir muy bien sus papeles y que además siempre me ha tratado de una manera excepcional.
»Y para mal prefiero no decir nombres, pero desde hace dos años cubro el festival de cine de San Sebastián para La 2 de TVE y en una ocasión tuve un encuentro con un grupo de famosos muy famosos y la verdad es que me trataron bastante mal. Algunos pasaron bastante de mí y les daba igual mi micrófono, así que me quedé con una sensación bastante agridulce.
»Curiosamente después se me acercó el actor Jaime Lorente que también lo había presenciado y estuvimos hablando largo rato de lo que había sucedido, y a raíz de todo esto más tarde le propuse que hiciera el prólogo de mi libro, en el que cuenta de primera mano cómo ha sido su decepcionante experiencia con la fama y que acaba resumiendo perfectamente Demasiado famosos.