Máximo Huerta en su librería, 'La librería de Doña Leo'. Foto: archivo del autor

Máximo Huerta en su librería, 'La librería de Doña Leo'. Foto: archivo del autor

Letras

Máximo Huerta, escritor y librero en Buñol (Valencia): "Ahora mismo la gente de aquí no está para libros"

Ángel Mora
Publicada

En la tarde del martes, 29 de octubre, Máximo Huerta se dirigía en coche a la estación del AVE de Requena para viajar a Madrid. Allí, en la librería La Mistral, iba a asistir a la presentación de su último libro, Mi pequeña librería. El libro es el testimonio del proceso de creación de La librería de Doña Leo, un pequeño negocio que abrió en enero de 2023 en el centro de Buñol, localidad valenciana donde vive con su madre. Pero no solo eso. Las apenas 120 páginas del libro contienen además un cálido y reconfortante mensaje de amor y lealtad a la literatura. 

Buñol ha sido una de las localidades azotadas por la DANA. Gracias a su orografía, sin embargo, la catástrofe no ha llegado a los niveles de otros pueblos vecinos como Utiel. Máximo Huerta pudo llegar a su casa, donde, sin embargo, él y su madre estuvieron incomunicados durante tres días. Su negocio también tuvo suerte: no sufrió los daños que sí se han visto en otras librerías de municipios afectados.  

En su voz, un tanto apagada, acolchada quizás por el sosiego de vivir alejado de la ciudad, pero también y sobre todo amortiguada por la preocupación, se siente el dolor del que hace lo que puede por ayudar pero quisiera hacer más. Responde a las preguntas con gravedad, casi como con lágrimas en la garganta. 

Pregunta. Una de las protagonistas de su libro, aparte de la propia librería, es su madre. ¿Qué tal está ella? ¿Qué tal están de ánimos en casa?

Respuesta. Todo bien. Lo que intento es no ponerle la televisión. Hay un momento en el que la información ya no es información, sino alarma. Estar hiperconectado no ayuda mentalmente. 

P. ¿Y usted? ¿Se ha mantenido conectado a las redes sociales?

R. Cuando recuperé la comunicación me puse en contacto con mi familia y a continuación compartí en mis redes sociales los teléfonos de ayuda para Utiel, que es de donde soy, y Buñol, donde está la librería y vivo con mi madre. 

P. ¿Ha sido testigo de la indignación y el odio que se está propagando en las redes sociales a raíz del desastre?

R. En redes me estoy metiendo lo justo. Allí no encuentro información, sino más bien desinformación, así que estoy tratando de no meterme. Me informo a través de la televisión o las webs de periódicos, nada más. Muchos parecen haberse caído ahora del guindo y se han dado cuenta de que en las redes proliferan los bulos y los desinformadores.

P. ¿Su librería, protagonista de su nueva novela, ha sufrido daños?

R. No, los daños han sido mínimos, nada comparado con otras librerías que han quedado destrozadas, como La Moixaranga, en Paiporta. Hay varias pequeñas librerías de pueblos valencianos así. Es un horror. 

P. ¿Se ha puesto en contacto con alguna de ellas?

R. Sí, con La Moixaranga hemos hablado y les hemos ofrecido toda la ayuda que necesiten. También con otras de Catarroja, Benetússer y Aldaia. He ofrecido tanto mi librería para asistirles con cualquier cosa, como a mí mismo como altavoz. 

P. Esta catástrofe ha sucedido cuando usted estaba presentando su nuevo libro, Mi pequeña librería. ¿Qué ha sucedido con las presentaciones que tenía planeadas?

R. Las he anulado todas. La del jueves en Barcelona la cancelé porque, tal y como está la situación, no es cuestión de salir. La de Madrid la anulé porque me encontraba de camino a ella cuando ocurrió todo lo de la DANA, así que volví a casa. Por lo demás, no creo que sea tiempo de fotos, ni de firmas. Es tiempo para otra cosa. Ya habrá días para lo demás. 

P. ¿Cómo lo han recibido sus seguidores?

R. Con complicidad, con empatía. Todo lo que leo es de buena gente. Lo primero que hice en mis redes sociales es poner la web de ayuda de Utiel y muchísima gente ha contribuido y compartido la información. Poder utilizar mi perfil público para que este tipo de información llegue a más sitios me parece que es lo mínimo. 

»También me ha llamado mucha gente para ofrecer su ayuda. Dolores Redondo y María Dueñas me llamaron enseguida. También Raquel Martos. Mucha gente se ha volcado con esta catástrofe y están dispuestos a hacer todo lo que esté en sus manos. Queda mucho tiempo hasta que esto de veras se recupere, y vendrán más problemas cuando el foco mediático se traslade a otro lugar, así que este tipo de ofrecimientos son necesarios y muy bien recibidos.  

P. ¿Cree que una librería puede ser de ayuda a los vecinos en situaciones como estas?

R. Yo la puerta la he mantenido abierta por si alguien quería un libro, pero, obviamente, ahora mismo la gente de aquí no está para libros. Las necesidades de la población ahora mismo están en otro lugar. Aunque la cultura es muy necesaria, y en otras ocasiones como en pandemia nos ayudó a la hora de entretenernos y evadirnos, esta situación es completamente distinta. No sé cómo puede ayudar una librería en este caso. Aún así, la evasión siempre será necesaria. Cuando pase este primer shock, creo que la gente volverá a buscar lo que la cultura puede ofrecer. Es ahí cuando habrá que apoyar a las pequeñas librerías a las que les ha afectado tanto todo esto. 

"Espero que mi libro sea ese pequeño cuento de Navidad que te reconforta, que te abriga"

P. ¿Su nueva novela es, precisamente, un homenaje a ese tipo de librerías?

R. Es un homenaje a los libros, a las librerías y a los personajes que nos acompañan en esas historias. He disfrutado mucho escribiéndolo. Espero que sea ese pequeño cuento de Navidad que te reconforta, que te abriga. 

P. ¿Es la literatura un acto de evasión?

R. La literatura siempre debe ser evasión. Luego ya tiene que generar preguntas y respuestas. Pero, sobre todo, lo que tiene que hacer es evadirte durante ese tiempo en el que estás leyendo un libro. Te tiene que llevar a otro lugar. La evasión es necesaria e imprescindible en la literatura. 

P. ¿Qué le llevó a querer montar una librería en Buñol?

No hay ninguna librería en varios kilómetros a la redonda, solo quioscos con libros. Me pareció que, ya que tenía que vivir en Buñol por razones familiares, podía hacer algo de lo que a mí más me gusta, que me genera pasión. Era como devolver parte del cariño.