Librerías en la zona cero: "Nos llevamos a casa los libros en buen estado y pusimos barricadas para evitar robos"
- Somnis de Paper, en Benetússer, es una de las once librerías afectadas por la DANA, que la mañana del 30 de octubre encontró su local cubierto con un mejunje de papel y barro.
- Más información: Máximo Huerta, escritor y librero en Buñol (Valencia): "Ahora mismo la gente de aquí no está para libros"
"El agua llegó hasta aquí". Jorge Cabezas, propietario en Benetússer de la librería Somnis de Paper junto a Laia, su pareja, coloca la mano a la altura de sus cejas en lo que en otras circunstancias se podría confundir con un saludo militar. En la tarde del martes, 29 de octubre, su negocio, como otros muchos de la localidad y diez librerías más de la zona, quedó anegado por una tromba de agua que alcanzó el metro setenta de altura.
Ese día apenas había llovido en Benetússer, tan solo unos minutos a primera hora de la mañana. Por la tarde, en vista del mal tiempo con fuertes rachas de viento, los intermitentes cortes de luz y la poca afluencia de gente, Jorge mandó a la empleada que estaba con él a casa y él mismo se marchó a eso de las siete de la tarde. "Pero cuando llegué a casa me llamó mi hermano diciéndome que estaba llegando agua desde su calle, que está cerca de la librería. No supe nada de él hasta el día siguiente", rememora Jorge desde lo que queda de su librería, ahora un local ya vacío de lodo pero también de libros.
"Volví a la librería y puse todo el material a medio metro de altura pensando que si llegaba agua, no sería más de un palmo. Mientras tanto escuchaba a la gente decir 'que viene agua, que viene agua', pero yo seguí colocando libros". Del cielo seguía sin caer una gota, así que Jorge estaba todavía tranquilo. Sus precauciones iban a ser del todo insuficientes, pero eso él no lo podía saber. Nadie le había avisado. Todavía era un día más, "la gota freda, como todos los años", pensó.
"Entonces escuché gritos. 'Ya está aquí, ya está aquí'. Salí de la librería a eso de las 20:10 porque no podía hacer nada más y me marché a mi casa. El agua me llegaba por los tobillos. Di la vuelta a la esquina de la calle y ya me llegaba por las rodillas". "Cuando llegué a mi casa me asomé a la ventana y el agua estaba a la altura de los cristales del coche. Entonces, sonó la famosa alarma de emergencia en el móvil".
Jorge comparte su historia con la solvencia y tranquilidad del que ha contado lo mismo miles de veces. "Durante toda la noche hubo un ruido brutal. Sonaba BUM, BUM, BUM. como enormes estallidos. Eran coches chocando entre ellos". Nadie en los alrededores pudo dormir durante aquella noche. Algunos, como el propietario de Somnis de Paper, escuchaban aquellos estruendos como de zona de guerra, otros atestiguan haber oído voces de vecinos pidiendo auxilio, pero era imposible salir de casa para socorrer a nadie.
Y entonces llegó el día siguiente. Después de visitar la casa de su hermano y asegurarse de que estaba bien, Jorge se acercó a Somnis de Paper. "Cuando llegamos no había nada. No quedaba nada. Lo que el agua no se pudo llevar es porque hizo tope en algunos puntos como las columnas. Por lo demás, el suelo era un lodazal, una especie de mejunje en el que estaba mezclado el papel y el barro". Tres estanterías habían resistido el envite del agua, el resto fueron arrastradas a medio kilómetro de allí. De los en torno a 8.000 libros que tenían disponibles, unos 100 sobrevivieron.
"Esto antes era como un banco. Los cristales que tenemos aquí son antibalas. Se rompieron como si nada". Si los enemigos hubieran sido unos cacos con armas de fuego, la librería habría aguantado los proyectiles sin problema. Pero aquello a lo que se enfrentaban no le tiene miedo a ningún blindaje. El agua atravesó el cristal de un lateral del negocio, que hace esquina en la calle mayor de Benetússer, y luego golpeó por dentro el otro lateral hasta que el cristal reventó. "Entonces se creó una corriente que arrasó con todo", cuenta Jorge, mientras muestra las fotografías del día siguiente. "Si nos hubiera pillado dentro, probablemente hubieramos muerto".
Durante los dos días siguientes, los habitantes de Benetússer estuvieron solos: "únicamente nos teníamos a nosotros. A la familia, a los amigos, a los vecinos". Jorge y Laia comenzaron el trabajo de reconstrucción. Contabilizaron los daños, comprobaron lo que se había podido salvar. Los libros en buen estado se los llevaron a su casa, debido al riesgo de que los robaran.
Porque en aquellos primeros días, mientras que la mayoría de la población estaba aún lamiéndose sus propias heridas o ayudando a los que el desastre había tratado con más dureza, unos pocos se dedicaron al pillaje. Algunos de ellos, por ejemplo, se peleaban en los supermercados por una botella de Jack Daniels o una pata de jamón ibérico.
Otros entraban a negocios locales como el de Jorge: "Las primeras noches eran un caos, llegaron a entrar incluso cuando estábamos nosotros dentro". Quién sabe qué querían llevarse. Quizá un Quijote, del que aprender valores. Tal vez una Biblia, ya fuera para repasar aquellos diez mandamientos que se les habían olvidado o para encomendarse a Dios. Las estanterías de libros, entonces, tuvieron una nueva función, "como barricadas, para impedir que entrara nadie más".
Fue a partir del tercer día cuando comenzaron a venir los voluntarios "con mucha fuerza, con muchas ganas. La gente joven es la que más ha ayudado. Cien personas entraron a ayudar y lo dejaron todo limpísimo". Mientras rememora aquel momento, Jorge recorre con un brazo al que se le ha puesto la piel de gallina la librería, vacía con la excepción de tres estanterías con libros en las dos baldas más altas. "Hemos visto lo mejor y lo peor de la gente".
Jorge es también el secretario del gremio de libreros de Valencia. Hace unos días, en una reunión con el ministro de cultura Urtasun, le pidieron en nombre de todas las librerías afectadas "que fueran laxos, sin perder la rigurosidad, pero entendiendo que mucha documentación se la llevó el agua también". Facturas, cheques, papeles del seguro: todo lo que no estuviera digitalizado acabó perdiéndose entre el fango.
En total, Somnis de Paper ha perdido unos 120.000 € en stock, a lo que se suman otros 30.000 € en daños de mobiliario e infraestructura. Pero para la mayoría de pérdidas, sin embargo, no se puede aportar factura. "La solución pasa por darles un inventario de lo que teníamos el día de la inundación, que lo tengo guardado en el ordenador. Es lo único que puedo ofrecer. Ellos tienen que decidir si creerme o no. No puedo ofrecerles facturas, no puedo darles otra cosa".
De nuevo, la parte positiva en este sentido viene del lado de la ayuda desinteresada de la población: "La gente nos está comprando en la web ahora más de lo que se ha comprado en los tres años que tenemos activa la tienda online".
Pero, sin embargo, esto crea otro problema. Varias librerías de la zona se han visto obligadas a declarar un cese de negocio. "La gente quiere ayudarnos comprándonos libros, y estamos muy agradecidos, pero ahora mismo eso nos pone en una situación complicada. Ni siquiera tenemos libros para vender, el stock que aparece en la web es el de antes de la DANA". Otras, como Librolandia, también en Benetússer, han optado por mantenerse en funcionamiento.
Ante su situación, el propietario de Somnis de Paper ofrece una alternativa: "Si se nos quiere apoyar, ahora mismo es mejor hacerlo a través de donaciones. Una donación se puede justificar de cara a hacienda, una venta no, porque eso significaría que el negocio sigue activo pese a haber declarado el cese". Aún así, Jorge apostilla: "Ese, de todas formas, es nuestro caso particular, no sé cuál es la postura y la situación del resto de librerías afectadas".
La realidad es que aún queda un largo camino por delante."No sabemos cuando podremos volver a abrir. Ahora mismo no sabemos cuándo nos van a llegar las ayudas ni cómo. Tampoco sabemos cómo van a ser las próximas semanas ni si vamos a poder dejar esto en condiciones. Los cristaleros, fontaneros, electricistas y albañiles van a estar muy solicitados".
Poco a poco, quién sabe a qué ritmo, se irá volviendo a la normalidad en Benetússer, Catarroja, Paiporta y los otros sesenta y ocho municipios valencianos afectados por la DANA. Las calles ya no estarán enlodadas, los negocios locales como Somnis de Paper y las otras diez librerías que han sufrido daños, volverán a subir las persianas. Todo aquel barro, entonces, ya estará seco y se habrá convertido no en tierra, sino en terreta, que es algo así como un hogar.
Librerías afectadas por la DANA
Librolandia, Benetússer @librolandialibreria
Somnis de Paper, Benetússer @somnisdepaper_llibreria
Bufanúvols, Catarroja @bufanuvolslib
La Moixeranga, Paiporta @la_moixeranga
Passarella, Picaña @passarellastore1
Libro Ideas, Aldaia, C.C Bonaire @libro.ideas
Samaruc, Algemesí @llibreriasamaruc
L'Esplai, L'Alcúdia @esplaillibres
La casa del paper, Algamesi @librerialacasadelpaper
Nova Llibres, Torrent @novallibres
El Lazarillo, Albal @ellazarillolibreria
Nº. de cuenta: ES76 3159 0015 8823 2590 9725
Bizum: 10592
Concepto: Donación Librerías DANA
Asimismo, durante este Día de las Librerías, CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros) ha puesto en marcha la campaña "Librerías apoyan a Librerías de Valencia". Todas las librerías que se han apuntado, voluntaria y anónimamente, donarán el 5% de las ventas realizadas a lo largo de todo el día a un fondo creado para las librerías afectadas por la DANA.