Dos novelas inéditas y asfixiantes de Luis Martín-Santos: potencia fabuladora, tremendismo y subversión
- 'El vientre hinchado' y 'El saco' integran el tercer tomo de las obras completas del célebre autor de 'Tiempo de silencio'.
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Muy goloso es el tomo III de las Obras completas de Luis Martín-Santos (Larache, 1924-Vitoria, 1964) que se publican bajo la solvente dirección de Domingo Ródenas con ocasión del centenario del nacimiento del escritor. El volumen, Novelas inéditas, da a luz dos textos desconocidos, El vientre hinchado y El Saco, bastante anteriores a Tiempo de silencio.
El preciso y estupendo prólogo de Epicteto Díaz informa con detalle del contexto de su escritura. El profesor Díaz las enmarca en su época literaria y señala la abundante actividad literaria de Martín-Santos, de quien se conservan, además, en el archivo familiar otro par de novelas juveniles. De los títulos ahora rescatados, El vientre hinchado data de finales de los años cuarenta y al parecer concurrió sin éxito al premio Café Gijón. El colofón de El Saco precisa su redacción entre 1954 y 1955.
Ambas obras no pueden ser más diferentes e indican la versatilidad completa del Martín-Santos primerizo. Por su extensión, El vientre hinchado es una novela corta de final abierto, sujeta a los requisitos de intensidad y concentración de la nouvelle, mientras que El Saco tiene medida convencional, si bien poco extensa. En cuanto a su temática, no existe ni la más mínima relación entre sus respectivos asuntos.
Dicho en corto, El vientre hinchado es un drama rural en línea con una tendencia narrativa de primera posguerra. Su trazo anecdótico se reduce a las brutales relaciones entre un "amo" implacable, un criado tiranizado y una sirvienta esclavizada, todos ellos un tanto arquetípicos como revela la carencia de nombres. El espacio y el tiempo de los sucesos remiten una ambientación imprecisa, fuera de la geografía y el calendario reales, a pesar de algunas mínimas concreciones.
El medio ofrece muestras cuantiosas de un primitivismo absoluto y de una pobreza extrema con caracteres de subdesarrollo. Lo indican mil detalles, la comida exigua, los aposentos de los personajes más propios de animales o las veredas por las que no circula vehículo alguno. El primitivismo se extiende a la caracterización degradatoria de los personajes: la cojera del amo; la deficiencia psíquica del criado; la gordura repulsiva de la criada. Un gusto por el feísmo afecta a todo el relato, prolijo en suciedades, malos olores, escatología… Supone un repertorio completo de lo que se llamó tremendismo.
Tal marco sirve para una terrible historia de relaciones de poder, la del despotismo que ejerce el amo sobre sus criados y que tiene una particular incidencia en la mujer como objeto de sumisión sexual. Quizás no haya otro texto en la época que se interese más por ilustrar el sojuzgamiento de la hembra al macho prepotente. Frente a semejante estado de cosas, que incluye una sutil dinámica de clases (opresor y oprimidos), solo se da un infructuoso conato de rebeldía: aunque el criado tiene el pronto de matar al amo, no lo cumple.
La trama anecdótica destapa el poder omnímodo de una dictadura rural y no existen referencias concretas a la otra dictadura no menos absoluta, la del franquismo. No debe descartarse del todo, sin embargo, que encierre una alegoría que apunte a la situación política española. La novela social usó a veces procedimientos de esta clase como un medio de denuncia. Claro que ese habría sido un empeño baldío de Martín-Santos, pues es impensable que la censura eclesiástica hubiera dado el visto bueno a un relato de un materialismo y de una pulsión erótica tan intensos.
Estas dos novelas inéditas revelan un narrador de primera categoría, original y de incuestionable personalidad
Solo en un aspecto coincide este drama rural con la fábula carcelaria El Saco, en la concepción de un mundo imaginario por completo asfixiante que nos deja en un estado de aturdimiento. Aquí la trama argumental adquiere una notable complejidad que entrelaza dos líneas anecdóticas en alguna medida separables. Una presenta al peculiar Alcaide, apodado "el Saco", de un aterrador centro penitenciario. La otra refiere la historia de López, un guarda de la prisión que se ve implicado en los graves sucesos derivados de la instalación de luz eléctrica en las celdas.
El Alcaide encarna el poder tiránico con desprecio de los mínimos derechos humanos y lo argumenta con intrincada retórica. Frente a ello se alzan algunos presos que sostienen la dignidad de toda persona y rechazan los métodos represivos del sistema carcelario argüidos por "el Saco". Los rebeldes son sometidos a cruel tortura con resultado de una muerte y se produce un motín que pilla en medio a López. En la descripción de los trágicos sucesos alcanza Luis Martín-Santos una densidad expresiva impactante.
Esta trama de violencia bebe en fuentes distintas, en el Kafka alegórico de El proceso, en el truculento cine carcelario, como señala muy bien Epicteto Díaz, y en el existencialismo sartreano divulgado e influyente en el medio siglo pasado. De estos influjos sale una visión completamente oscura de la vida que muestra al ser humano en una situación de trágico desvalimiento y en manos de un destino inexorable sin margen para la libertad.
Estas dos novelas inéditas revelan la potencia fabuladora de Martín-Santos. Su recuperación no es un encomiable rescate arqueológico sino el testimonio de un narrador de primera categoría, original y de incuestionable personalidad.