Naipaul, un Nobel más allá del Islam
Exiliado y nómada por vocación y por destino, V. S. Naipaul es casi un desconocido para el lector español, a pesar de tratarse de uno de los candidatos más obstinados al Nobel. Hasta hoy. Al fin es suyo. Autor de una docena de títulos traducidos al español, Debate piensa lanzar en los próximos meses una reedición de la novela El sanador místico; la correspondencia con su padre y su última obra, Beyond Belief. Islamic excursions among the converted peoples, un apasionante libro de ensayos en el que el escritor se adentra en el fenómeno del islamismo y los conversos, musulmanes no árabes que "tienen que repudiar todo lo que históricamente les pertenece. La conmoción para las sociedades es inmensa". Por eso, Naipaul pasea su mirada tierna y descreída a un tiempo por Indonesia, Irán, Pakistán y Malasia, mezclando historia y vida. Como en el capítulo que hoy publica El Cultural: pocas veces literatura y actualidad se encuentran tan oportunamente como en este ensayo sobre Pakistán y sus gentes vertido al castellano por Victoria Fernández-Cuesta.
por V. S. NAIPAUL
A los fundamentalistas se les conocía entre los angloparlantes de Pakistán como los "fundos". Hasta ese punto estaban presentes. Todavía permanecían en un segundo plano, pero empujaban y empujaban y siempre querían más.
El subcontinente de India había sido seccionado sangrientamente para crear el Estado de Pakistán. Millones de personas murieron y muchos más quedaron desarraigados a ambos lados de las nuevas fronteras. Cerca de cien millones de musulmanes abandonaron la India, y prácticamente todos los hindús y los sijs fueron expulsados de Pakistán para conseguir el Estado totalmente musulmán con el que soñaba el poeta Iqbal. Esto debería haber sido suficiente. Pero los fundamentalistas querían más.
No era suficiente que esa enorme extensión de tierra hubiera cesado, después de un milenio, de ser la India; y -como Irán, como los países árabes- las creencias más antiguas habían sido eliminadas. La gente misma tenía que olvidarse del pasado, de todo aquello que en el vestido, las costumbres o la cultura podía asociarles con su pasado ancestral. Los fundamentalistas querían que la gente fuera transparente, pura, receptáculos vacuos para la fe. Era un imposible. Los seres humanos nunca podrán vaciarse de esa manera. Los diversos grupos fundamentalistas se presentaban a sí mismos como modelo de bondad y de pureza. Se mostraban como auténticos creyentes. Decían que seguían las normas antiguas (especialmente las que atañen a las mujeres); todo lo que pedían era que la gente fuera como ellos y, al no existir un acuerdo absoluto acerca de las directrices, que siguieran las normas que ellos mismos practicaban.
El más importante de los grupos fundamentalistas era el Jamaat-i-Islami, la Asamblea del Islam. Había sido fundada por un profesor de religión fanático, Maulana Maudooi. Antes de la partición había sido contrario a la idea de Pakistán por razones extrañas. El poeta Iqbal, al defender un Estado musulmán indio en 1930, había dicho que tal Estado separaría el Islam de origen indio del "sello que el imperialismo árabe nos ha forzado a otorgarle". Las ambiciones de Maudoodi eran precisamente las contrarias. él pensaba que un Estado musulmán indio sería muy limitado, podría sugerir que el Islam había realizado su trabajo en India. Maudoodi quería que el Islam convirtiera y abarcara a toda la India y al mundo entero. Iqbal había dicho que una razón importante para la creación de Pakistán era que el Islam había funcionado mejor en la India que en otros lugares.
Maudoodi no estaba de acuerdo. No creía que los musulmanes del subcontinente y sus líderes políticos fueran suficientemente buenos, como musulmanes, para algo tan valioso como un Estado totalmente musulmán. Los pakistaníes no eran suficientemente puros en sus creencias. Estaban contaminados por su pasado. Maudoodi murió en 1979. Pero la postura de Jamaat seguía manteniendo que la gente de Pakistán y sus gobernantes no eran suficientemente buenos. Si el Estado musulmán de Iqbal había tenido sus calamidades, no era a causa del Islam, era debido a la gente que creían musulmanes. Para el modo de pensar de los fundamentalistas, este tipo de fracaso se condenaba automaticamente a sí mismo como el fracaso de un islamismo a medias o simplemente falso.
Y el Jamaat siempre podría decir que su causa sigue vigente. En realidad el Islamismo nunca había sido propagado desde los tiempos antiguos y había llegado el momento de intentarlo de nuevo. El Jamaat mostraría el camino a seguir. "El centro de operaciones de Jammat y la comuna estaba situado en Mansuraen la punta de Lahore. Entre las personas de la comuna había varios penitentes, expiando sus pecados de distintos tamaños. Uno de los penitentes era Mohammed Akram Ranjha. Tenía cincuenta y ocho años. Aunque era penitente, y devoto, no era un solitario. Vivía en Mansura en una casa alquilada con su con su más bien numerosa familia. Era un hombre de antecedentes feudales. Su padre era un hombre rico, con quinientos acres y cierta influencia política incluso en los tiempos británicos. Sin embargo, Mohammed Akram no había recibido una educacion formal en su niñez.
Existía una razón. Había padecido el tifus cuando era muy joven y su padre había jurado que si su hijo se curaba nunca le enviaría a un colegio seglar, sino que sería educado en el Corán. El chico se recuperó, pero el padre olvidó la mitad del juramento, y el niño (aunque recibía instrucción religiosa de un mullah) creció sin educación en una familia feudal y pasaba el tiempo montando a caballo, jugando al polo, apostando y asistiendo a las festividades locales. Cuando tenía veintitrés años Mohammed Akram se vio involucrado en una importante disputa familiar. La disputa versaba sobre una mujer y la tierra. La mujer era prima de Mohammed Akram. Era una mujer educada, la primera en la familia en conseguir un título académico. Cuando murió su padre, ella heredó seiscientos acres de tierra. Tenía veintitrés años. Su tío, el hermano de su padre, era un hombre anticuado y pretendía que ella permaneciera en la purdah; también quería comprometer su casamiento con su hijo de ocho años. Ella no aceptaba nada de eso. Había estudiado en Lahore en la universidad de Queen Mary, gobernada por los cristianos, y estaba acostumbrada a la libertad. También estaba enamorada del hermano de Mohammed Akram, su primo. él tenía veintiséis años, era extraordinariamente atractivo y hablaba bien. Ya estaba casado, con dos hijos. Sin embargo, ella escapo con él y se convirtió en su segunda mujer.
El tío (con su hijo de ocho años) estaba furioso. Amenazó con borrar de la familia la rama de Mohammed Akram. Esta actitud correspondía enteramente al estilo feudal local, y el tío era un hombre con poder local. Mohammed Akram le pidió perdon a su tío: "Por favor, no nos asesine. Prometo que encontraré mi hermano y a su esposa y le entregaré a la mujer".
Mohammed Akram encontró a la pareja huida en Karachi. Les pidió que regresaran a Kahore. Cuando estaban allí, él, junto con otros tres hombres de la familia, secuestraron a la mujer a punta de pistola. El marido de la mujer, el hermano de Mohammed Akram no se amedrentó. Fue a la policia y denunció a los secuestradores. Esta altura de espíritu del marido, el acto de llevar la ley a esta feudal disputa familiar acerca de la tierra y el honor, debió haber sido inesperada. En estas circunstancias -tal vez para resolver los problemas superpuestos sobre el honor y la tierra- y antes de que la policia hiciera su trabajo la mujer fue asesinada. Nunca se averiguó quién empuño el arma.
Todos los secuestradores fueron arrestados y llevados a juicio. La ley actuó con rapidez -era 1960, durante el gobierno del General Ayub- y menos de dos meses después del asesinato, los cinco secuestradores fueron encarcelados.
Mohammed Akram fue sentenciado a catorce años de prisión. Se le envió a la cárcel de la ciudad de Multan y se le ofreció elegir a su compañero de celda. Podía escoger entre un conocido ladrón de Lahore (y aunque esto no se dijo, correr el riesgo de ser asaltado sexualmente) y el secretario general de Jamaat-i-islami , un prisionero politico. Mohammed Akram escogió al hombre de Jamaat.
Los dos hombres hablaron. En cuestión de meses Mohammed Akram cambió totalmente. Empezó a leer los escritos de Maulana Maudoodi. Se dio cuenta de la equivocación y la futilidad de sus maneras feudales. Su conversión a la causa de Jamaat fue muy comentada. Muy pronto se puso a estudiar; el joven feudal no tenía limite. Se convirtió en el modelo de prisionero reformado. Su sentencia fue rebajada de catorce años a seis y el mismo día de su liberación le llegó en el correo su diploma en literatura urdu.
El hijo de Mohammed Akram, contando la historia de la conversión de su padre (más larga en su desarrollo que la propia tragedia de la chica), dijo: "Llegó a la cárcel como un feudalista y salió como un revolucionario musulmán."
Pasaron doce años, sin embargo, antes de que Mohammad Akram se mudara a la comuna Jamaat en Mansura. Primero entró en la Escuela de Leyes, con la ayuda del distinguido abogado que le había defendido en su juicio en 1960. (Conocí a este abogado en Karachi en 1979. Por aquel entonces era banal y muy rico, estaba enloquecido con la religión, y ambicionaba el poder político. Era una epoca muy religiosa. El Sr. Bhutto había sido depuesto y colgado, las furgonetas islámicas para castigar a los débiles a base de latigazos estaban en la calle y todo el mundo corría a presenciar el espectáculo. Los rezos paralizaban todas las actividades y el abogado pensó que era importante para él mostrar su devoción. Todo el tiempo que estuve con él musitaba sus preces y hacía sonar el collar de cuentas. Dijo: "Supongo que usted está pensando que debería estar en un monasterio". No tenía intención de alentarle. Dije: "No estoy pensando eso". Sonaba sus cuentas, musitaba y después afirmó: "Estoy intoxicado por Dios".)
Este hombre no sólo ayudó a Mohammed Akram a entrar en la escuela de leyes, también se convirtió en su consejero espiritual. Así que cuando Mohamed Akram empezó a a trabajar como abogado en el área de Sargodhha, también pasó a ser políticamente activo en apoyo de Jamaat. Esto suponía una ruptura con el pasado; hasta entonces los feudalistas siempre habían apoyado a las personas que ostentaban el poder.
Pero el pasado no estaba enterrado. Los deudas de sangre aquí no murieron totalmente. En 1975 se llegó a un acuerdo con el hermano de Mohammed Alkram, quien quince años antes había denunciado a los secuestradores de su mujer y como consecuencia estos habían estado en la cárcel. Este hermano, que contaba sólo cuarenta y un años de edad, fue asesinado por personas desconocidas. Cuatro años despues Mohammed Akram se mudó a la comuna Jamaat de Mansura.
Pasados dos años, consiguió que su hijo se mudara allí y al año siguiente, 1982, trasladó al resto de la familia. Ese año, el hijo del hermano asesinado de Mohamed Akram mató a alguien del otro lado y Mohammed Akram, por motivos no aclarados, abandonó la política.
El asesinato no fue nunca tratado en la familia de Mohammed Akram. Saleem, su único hijo, concebido el año del asesinato y nacido durante el primer año de la estancia de su padre en la carcel de Multan me confesó: "No tenemos el valor de hablar con mi padre sobre esto."