Por una ética del consumo
Adela Cortina
7 noviembre, 2002 01:00Adela Cortina. Foto: Pedro Armestre
Adela Cortina es conocida en nuestros lares por su perseverante dedicación a la ética; inicialmente, a la ética fundamental, a los criterios constitutivos de la razón práctica.Por una ética del consumo, es, sin embargo, una incursión de la autora -no la primera- en él exitoso ámbito de las éticas aplicadas.
Con un discurso que oscila entre la descripción fenomenológica y la apreciación normativa, la autora explora la aldea global desde la óptica del consumo. La era se define como era del consumo y el sujeto como consumidor: y se incoa un debate al respecto de la inevitabilidad del consumo, de sus aportes y sus peligros. Dar pautas para orientar al animal consumidor es su propósito.
La fenomenología del consumo aporta la imagen de una sociedad constituida en y por el consumo: no el consumo de los elementos necesarios para la supervivencia individual y colectiva, sino de los bienes producidos por el mercado. Una sociedad en la que los deseos construidos y las necesidades creadas incorporan un crescendo consumista que se convierte finalmente en exposición simbólica de la propia autoestima, de la propia identidad. Un incremento, sin embargo, que provoca insatisfacción por cuanto la avalancha de productos consumibles y las conductas consumistas de los grupos de referencia dibujan la figura de un inalcanzable horizonte: cuando la propia autoestima y la propia identidad se fían a la hipnosis del consumo, el resultado es la insatisfacción permanente. No sólo la previsible insatisfacción exige un recurso normativo que escolte al curso fenomenológico. También lo exige la incesante desigualdad, y el límite que impone un planeta cada vez más expoliado en el que los recursos necesarios para la vida son incorporados a la lógica del intercambio de mercancías. El consumo puede anticipar la consumación del desastre; que no sólo es social y político sino también ecológico: que afecta a la base y fundamento físico de la vida.
Autónomo, justo, corresponsable y felicitante. Esos son, según Cortina, los criterios que han de incorporar deber al ser del consumo. Son los criterios tanto de una ética como de una política del consumo, pues la definición de la era y del sujeto a la que antes aludía desemboca finalmente en una propuesta de ciudadanía global del consumidor. No me cabe duda de que esos criterios pueden generar discusiones en cuanto a su definición; y en cuanto a su aplicación al ámbito del consumo. No estoy muy seguro, por el contrario, de que la enésima reinvención de la ciudadanía pueda hacerse desde la perspectiva del consumo. Cuestión de esencias. O de existencias.
Adela Cortina opone a "la verdadera esencia humana", que sería la libertad, una esencia impostada, coyuntural y localizada: "Consumir: la esencia humana en el siglo XXI". No me convence la elevación del consumo a dignidad esencial; tampoco la identificación de la libertad como "esencia humana real". Si la libertad es la discutida condición y el ineludible objetivo, entonces el consumo muestra su dialéctica. Y sus límites. Este libro es un punto de partida para un necesario debate.