Emilia Pardo Bazán
Pilar Faus
19 febrero, 2004 01:00Emilia Pardo Bazán. Dibujo de Grau Santos
No es ésta la primera obra monumental que se publica sobre Pardo Bazán, si recordamos los dos tomos de Nellý Clémessy sobre su faceta novelística publicados en 1973. Tampoco estamos ante la primera de sus biografías, pues desde 1963 circula la de Carmen Bravo Villasante. Pero el presente libro merece consideración aparte.Pilar Faus ha dedicado 15 años a esta empresa nacida un tanto al azar. Autora de un libro sobre la sociedad española del XIX en Pérez Galdós, pensó en aplicar el mismo patrón a la realidad rural y regional que quedaba un tanto obviada en el novelista canario. Descartado Pereda, optó por la gallega como escritora de referencia, pero la riqueza ingente de su obra y el descubrimiento de una personalidad singular le hicieron invertir el orden de los objetivos en su investigación. Algo queda del proyecto inicial, pero sobre todo Faus nos presenta una semblanzade doña Emilia como mujer de su época. Todos los ismos que son del caso jalonan el discurrir itelectual de una figura cuyo carácter "polemista, batallador, sociable y vanidoso" (pág. I, 30) termina por fascinar a la investigadora, que la considera "la primera mujer española liberada" (I, 465).
Faus podría haber escrito una gran biografía de Pardo Bazán al modo anglosajón si ése hubiese sido su designio. No le falta perspicacia en captar los rasgos del personaje, soltura estilística y buen criterio en el acopio documental, para lo que se beneficia del gran número de epistolarios que se han publicado: cartas a José Yxart, a Galdós, a Menéndez Pelayo, a Pereda, a Clarín, a Juan Montalvo, a Polo y Peyrolón o a Teodoro Llorente. Resuelve con precisión y elegancia el capítulo de la abigarrada vida galante de doña Emilia (añándase Lázaro Galdiano y Blasco Ibáñez a varios de sus amantes mencionados en la relación anterior) y da las razones por la que su figura pública cayó en desgracia a partir de 1890, lo que le granjeó epítetos impronunciables o refinados, como el de bas-bleu, mujer sabihonda y pretenciosa, que fue tal cual la vio un jovencísimo Vicente Aleixandre.
Porque la historiadora no deja de avisarnos de sus vicios y excesos. Pero no acallará sus virtudes. Es muy certera la importancia que le da a tres influencias. En primer lugar, la de su propio padre, un ex carlista devenido liberal ingenuo que merece un título papal por defender al Catolicismo en las constituyentes revolucionarias de 1869, que inculca a su hija el afán de saber. Junto a él está la figura de Feijoo. Del benedictino asume el afán de saber y de comunicar, y un "realismo armónico o sincrético" (I, 393) que le exige casar su invariable catolicismo y las luces de la razón. De Feijoo, viene una de sus vocaciones: la de periodista. Y finalmente, Francisco Giner de los Ríos, con quien entró en contacto a raíz de la llamada "cuestión universitaria", que llegaría a ser "el mejor de mis amigos". Acierta Faus cuando atribuye a Giner, a sus ideas y su magisterio, el liberalismo en el pensamiento de doña Emilia, porque cuando él muere y ella se queda, desde 1915, bajo la férula de su hijo carlista y de su yerno el general Cavalcanti, se radicaliza en ideas religiosas, sociales y políticas que la ponen en el bando del cirujano de hierro. Pero antes , Pardo Bazán fue activista en muchas causas de progreso, desde el mero desterrar errores comunes a la emancipación de la mujer, el regenera- cionismo de una España sin pulso y reiterados argumentos noventaiochistas que la escritora no dudó en defender en una conferencia en francés de 1899, que le mereció, por parte de Pereda y don Marcelino, el calificativo de vendepatrias.