Juan Goytisolo, por Gusi Bejer
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Pregunta: ¿Cómo puede ser la “pasión” “crítica”?
Respuesta: Una cosa es la crítica apasionada y otra la pasión por la crítica, menos frecuente que la primera. La pasión por la crítica es la defensa de la verdad
individual contra el prejuicio general, que vertebra la obra y el pensamiento de Azaña.
P: ¿Qué tienen en común Blanco White y Azaña?
R: Su capacidad crítica para poner en tela de juicio las verdades establecidas, literarias, políticas e históricas.
P: ¿Y éstos, con usted?
R: No me incluya a la altura de mis antepasados: tengo afinidades en el campo crítico y en la visión política y literaria de España, pero no en el terreno narrativo.
P: ¿Se siente, como Valle, “picota de lo mediocre y de lo malo”?
R: No, en absoluto, lo malo no me interesa. Como decía Azaña, con la edad se aprende a dejar en paz a los imbéciles, no podemos perder el tiempo leyendo libros mediocres o con gente que no está a la altura.
P: ¿Y el apátrida más español?
R: Lo uno no va sin lo otro: la cultura es mi auténtica
matria. Un español es un compuesto de muchas cosas, y yo procuro no excluir, sumar, nunca restar.
P: ¿Por qué “los escritores ambiciosos y arribistas necesitan forjarse la quimera de su perennidad”?
R: Supongo que para compensar su afán de ser vendidos en vez de escribir para ser releídos. Uno no controla la posteridad... ¿Cree que en 5 ó 10 siglos existirán entidades como Euskadi, Cataluña, España, Francia o el planeta...? Como escribió Karl Kraus, quizá acabemos en un planeta mucho más placentero y acogedor.
P: ¿A qué se debe que, a estas alturas, España siga siendo un problema?
R: A Aznar y a Ibarretxe:
sus nacionalismos existencialistas se necesitan para afirmarse. No hablo, claro está, de los asesinos de Eta.
P: Escribe que unos autores corren “cultivan su imagen de marca y persiguen el reconocimiento público”, ¿son mayoría en la literatura española hoy?
R: Y no sólo en España, sino en el mundo entero.
P: De 100 lectores, escribió Azaña, “99 son poco interesantes”: ¿espera que alguno de ellos lea este libro?
R: Tal vez la cifra de Azaña es demasiado exagerada, y sólo son 90, pero siempre ha sido así, siempre ha habido autores para ser leídos y otros para ser vendidos.
P: ¿Cómo se salva la dicotomía entre “arribismo y vocación, texto literario y producto editorial”?
R: Tanto el texto literario como el producto editorial son necesarios. El problema es que hoy las editoriales promocionan el producto editorial como literatura.
P: ¿Quizá porque ahora hay más “ganapanes” que auténticos escritores?
R: Ha pasado siempre, basta leer la correspondencia de Flaubert o los
Paliques de Clarín para comprobarlo.
P: ¿Y qué responsabilidad tenemos los medios?
R: Las presiones empresariales cada vez son más fuertes. Vea lo que ocurre en Estados Unidos: las editoriales pequeñas no tienen acceso a la Prensa, las distribuidoras no aceptan sus libros. En España se publican cada año 60.000 libros, pero ¿quién los puede leer? Por eso, el joven escritor está indefenso. Si hoy enviase mi
Reivindicación del Conde don Julián firmado por Perico de los Palotes, ninguna gran editorial lo publicaría.
P: O sea, que sigue pensando que “Vamos a menos”.
R: Sí y no, porque hay una reaccion minoritaria de calidad, en poesía y novela.
P: ¿A quién se refiere?
R: Verá, en
Letras Libres publiqué una antología de 5 escritores que he leído y me interesan, alguno conocido como Nuria Amat, y otros menos, como Pérez álvarez, J. F. Ferre, Pérez Ramos y Javier Pastor.
P: ¿Hay alternativas a la política cultural actual?
R: Basta leer a Azaña para comprender que las hay, que literatura y oficialidad son valores opuestos.
P: ¿Realmente la “inteligencia parece haberse concentrado en las bombas de alta tecnología, tras haber huido de la cabeza de algunos jefes de Estado”?
R: Sin duda alguna. La guerra de Iraq es la mejor demostración.
P: Pues la situación allí no mejora...
R: Yo, que soy un pequeño escritor solitario, veía las cosas con más claridad que muchos jefes de Estado: lo que está pasando venía cantado, era embarrancar en una mezcla de arena, petróleo y sangre de la que no vamos a salir.
P: ¿Alguna vez se ha sentido como Ulises, a punto de regresar a ítaca-España?
R: No. Vengo a menudo en avión, hago escala en Barajas, y eso le quita a uno las ganas de regresar.
P: ¿Qué haría falta para que volviese?
R: Ser joven de nuevo. Y eso parece muy difícil.