Image: Diario (1944-2000)

Image: Diario (1944-2000)

Ensayo

Diario (1944-2000)

Carlos Edmundo de Ory

24 junio, 2004 02:00

Carlos Edmundo de Ory. Foto: Begoña Rivas

Diputación de Cádiz, 2004. 3 tomos: 389, 407 y 387 págs.

La fama de los diarios de Carlos Edmundo de Ory (Cádiz, 1923) se ha ido extendiendo casi de oídas: la alimentaban quienes conocían la selección editada por Barral en 1975, que abarca los cuadernos escritos entre 1944 y 1956, y el libro editado por Begar (1984), más los extractos incluidos en antologías y revistas.

La lectura de estas entregas y el entusiasmo de los devotos sustentaban la espera de una edición más o menos completa, como la que hoy nos ocupa. La distinción entre lo ya publicado y lo que ahora sale a la luz no es baladí. El tomo de Barral y el de Begar ofrecían impresiones diferenciadas: en el primero, las andanzas de un personaje en el que parecían reencarnarse, a destiempo, los caracteres indelebles de la bohemia madrileña de principios de siglo; en el tomo de Begar, la vida de un hombre ya maduro, sumido en las rutinas, filias y fobias que definen la vida de un escritor. Quizá la sorpresa de este Diario sea el restablecimiento de la continuidad entre esas dos entregas. El eslabón perdido se encuentra en el segundo tomo (anotaciones correspondientes a los años 1955-1975) en las que se nos presenta un tercer personaje: el que, dejando atrás la bohemia residual madrileña se traslada primero a Lima y después a París, donde se casa, conoce a su maestro Pierre-Jean Jouve y se divorcia, antes de encarnarse en su avatar más característico y celebrado: el eremita de la mítica cabaña de Amiens, en el que reconocemos el patrón de la entonces triunfante "contracultura", pero al que no faltan ciertos rasgos indisolubles del Ory de siempre: su apoliticismo y un ideal literario más próximo al de la generación modernista-simbolista que a las neovanguardias resucitadas al calor de la revueltas del 68.

Los tres personajes confluyen en una de las figuras más fascinantes de la literatura española reciente. La lectura de estos diarios resul- ta tan gratificante como insatisfactoria: nos quedamos con ganas de saber más de las circunstancias vitales del personaje, y lamentamos que el diario pormenorizado ceda su lugar, con frecuencia, al mero dietario. Pero esta ganga es indisoluble del caudal de vida y experiencia que acumulan estas páginas que son parte ya de la leyenda literaria del último siglo.