Image: Gumersindo de Azcárate

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Ensayo

Gumersindo de Azcárate

Gonzalo Capellán

8 septiembre, 2005 02:00

Gumersindo de Azcárate. Foto: Archivo

Junta de Castilla y León. Valladolid, 2005. 424 págs, 25 e.

Gumersindo de Azcárate (1840-1917) fue un jurista leonés que ejerció la cátedra de legislación comparada en la Universidad de Madrid y desarrolló una amplísima tarea como publicista en los campos de la teoría política y de la política social, lo que le llevó a ejercer la presidencia del Instituto de Reformas Sociales desde su creación en 1903.

Fue diputado, ininterrumpidamente, desde 1886 hasta 1916, y militó siempre en las filas del republicanismo moderado, ajeno a los métodos revolucionarios. Sus restos están depositados en el cementerio civil de Madrid, junto a los de los impulsores del krausismo en España (Sanz del Río y Fernando de Castro) y los del fundador de la Institución Libre de Enseñanza (Francisco Giner de los Ríos), al que le unió una estrecha amistad. Ambos salían, todos los domingos por la mañana, a pasear por el monte de El Pardo y hay una foto de los dos, con cuello duro y corbata, mientras abandonaban Cercedilla en búsqueda de las azules cumbres del Guadarrama.

Miguel de Unamuno, otra de las grandes luces del horizonte intelectual español de comienzos del siglo, había subrayado la profunda religiosidad de Azcárate en ocasión de su muerte: "Azcárate fue un hombre profundamente religioso. ¿De qué religión? De la de todos los hombres religiosos, que es acaso en el fondo una misma, de la religión de la pregunta eterna".

La religiosidad de Azcárate es también uno de los aspectos que más ha atraído la atención de Gonzalo Capellán en este libro, que tiene su origen en una tesis doctoral de 1999, pero que se ofrece al lector en una edición muy agradable de manejar y de apasionante lectura. Junto a las ideas religiosas -una búsqueda angustiada para armonizar el sentimiento religioso con los principios liberales- el autor articula el estudio sobre otros grandes como son la educación, la filosofía, la ciencia, el pensamiento socioeconómico y la reflexión política. Se trata de un empeño intelectual ambicioso porque, aunque no sea mucha la documentación que existe sobre el personaje -ni haya estado disponible hasta hace bien poco-, su producción escrita es muy voluminosa y exige una notable preparación para tratar de hacer análisis penetrantes en aspectos tan variados.

Gonzalo Capellán tiene esa preparación, aparte de la notable experiencia que le proporciona el hecho de llevar muchos años trabajando sobre estos temas y presentando resultados de calidad. Eso le ha permitido ofrecer ahora la que puede considerarse obra de referencia ineludible para quien trate de profundizar en una personalidad tan polifacética como es la de Azcárate.

Desde su punto de vista, la filosofía krausista era la clave del personaje, casi de la misma manera que el personaje resulta insoslayable para entender las claves de una filosofía krausista a cuya caracterización dedica las páginas finales del libro. En ellas difumina los contrastes entre idealismo y positivismo que, según una opinión muy común, habrían afectado la trayectoria filosófica de no pocos krausistas, a la vez que subraya la importancia de las concepciones armónicas del krausismo a la hora de abordar los grandes problemas de la sociedad española de la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX.

El autor parece, por momentos, arrebatado por esas ideas krausistas, pero sale airoso en su empeño de ofrecernos una imagen muy convincente de un Azcárate que termina por convertirse en la personificación más acabada de las propuestas krausistas, en los muy variados aspectos que se estudian en este libro.

La biografía intelectual -ya lo advirtió Isaiah Berlin hace unos años- es un terreno de investigación complejo, impreciso, psicológicamente exigente, y necesitado de imaginación, pero cuando se ponen esos elementos en juego -como ocurre en este libro- los resultados son siempre satisfactorios.