El valor de la disidencia. Epistolario inédito de Dioniso Ridruejo. 1933-1975
Jordi Gracia
28 junio, 2007 02:00Ridruejo en Madrid en 1951
Jordi Gracia es uno de los mejores especialistas en la cultura española bajo el franquismo, principalmente en su vertiente literaria. Con una interesante producción a sus espaldas, pero sólo conocida en ámbitos de especialistas, su nombre saltó al gran público con motivo de la concesión en 2004 del premio Anagrama de ensayo a La resistencia silenciosa. A raíz de ese éxito se rescató dos años después su tesis doctoral de 1996, Estado y cultura. El despertar de una conciencia crítica bajo el franquismo. En ambas obras, y también en la menos conocida pero francamente estimable La España de Franco. Cultura y vida cotidiana (Síntesis, 2001), escrita con M. A. Ruiz Carnicer, se dedicaban varias páginas y múltiples referencias a la figura de Dionisio Ridruejo, un intelectual por el que Gracia parece sentir particular querencia. De hecho, ya en 2005 aparecía Dionisio Ridruejo. Materiales para una biografía y ahora, aparte de este libro que vamos a comentar, Gracia anuncia que está trabajando en una nueva biografía del poeta, que vendría así a añadirse a las dos que aparecieron no hace mucho: la de su secretario, Manuel Penella (D. Ridruejo, poeta y político, 1999) y la de Francisco Morente (D. Ridruejo. Del fascismo al antifranquismo, 2006). Esta última, en mi opinión, el mejor retrato de conjunto de la trayectoria de aquel paradigma de intelectual comprometido que fue el personaje que nos ocupa.Este libro es un epistolario o, mejor dicho, una cuidada selección del apabullante número de cartas que escribió y recibió Ridruejo. Teniendo en cuenta las dimensiones del volumen, y que Gracia advierte al principio que se ha situado en el polo opuesto a la exhaustividad, es difícil soslayar el chiste fácil acerca de cómo tuvo tiempo el escritor para pergeñar otra cosa que no fueran misivas. Frivolidades al margen -en este caso nunca mejor dicho, porque se ha marginado casi toda la correspondencia íntima y familiar-, lo que el lector curioso puede encontrar en estas páginas es un impresionante cuadro de la intrahistoria literaria y política bajo el régimen franquista. Con el valor añadido, dada la naturaleza del personaje y su evolución ideológica, que aquí están todos, los fascistas puros como Serrano Súñer, los franquistas -empezando por el propio Franco, al que Ridruejo escribe por ejemplo una carta interesantísima en 1954 (pp. 278-280)-, los amigos (de Tovar a Torrente, de Valverde a Vivanco), los grandes novelistas del momento (Cela, Benet) los filósofos (Julián Marías, Aranguren), los socialistas del exilio como Llopis y hasta los izquierdistas del interior que aparecían entonces como más radicales, caso de Enrique Múgica o Tierno Galván. Y me dejo en el tintero otros nombres imprescindibles como Laín o José Luis Cano, y múltiples proyectos colectivos, como los que se aglutinaban en torno a las emblemáticas revistas de la época, de Escorial a Destino.
Frente a la opción fácil de la mera acumulación epistolar -una carta tras otra-, Gracia se ha decantado por una esquematización razonada y diáfana que representa la alternativa opuesta. Ha estructurado el libro en seis grandes apartados que siguen un estricto orden cronológico, empezando por las "fiestas fascistas" de los años treinta y terminando por el último quinquenio de vida del literato, "Víspera del gozo, 1970-1975". Todos los capítulos constan de un prólogo que es en realidad mucho más que eso, un breve pero cabal estudio introductorio que sitúa perfectamente a Ridruejo en su triple faceta de maduración personal, búsqueda de una expresión literaria más auténtica y, cómo no, su evolución política; al mismo tiempo se establecen las grandes líneas del ambiente del momento, con una particular atención a lo literario y a la deriva del régimen, los dos grandes rieles por los que discurre la vida del protagonista. Aunque, hablando de protagonismos, no hay más remedio que asentir a lo que argumenta el mismo Gracia en el pórtico de la obra: de las dos posibles lecturas del volumen, la que ilumina una vida particular (la del propio Dionisio) y la que esclarece una dimensión colectiva (un tiempo, un país), es esta última la que sale ganando; porque es verdad que el libro proporciona una información tanto o más sugerente sobre aquella sociedad que sobre el interlocutor de las cartas aquí reunidas.