Image: Medio mundo y otro medio

Image: Medio mundo y otro medio

Ensayo

Medio mundo y otro medio

José Moreno Villa

17 septiembre, 2010 02:00

José Moreno Villa, por Jesús Martí

Ed. de H. Huergo Cardoso. Pre-Textos. Valencia, 2010. 391 páginas. 25 euros


Posiblemente este libro dé cumplimiento a la idea que debió de rondar la cabeza de José Moreno Villa (Málaga, 1887-Ciudad de México, 1955) cuando inició, en el año 1950, la publicación de la serie de artículos que tituló Memorias revueltas: la de ir prefigurando, después de su Vida en claro, un segundo volumen de memorias en el que cupiesen aquellos recuerdos y asuntos que no tuvieron cabida en el primero.

Las cinco primeras entregas de la serie, en efecto, parecen ajustarse a esta intención: recuperar recuerdos sueltos de la infancia malagueña, y hacerlo de un modo impresionista, casando datos precisos y datables con sensaciones de índole intrasferiblemente subjetiva.

El marco es la Málaga de la infancia y primera juventud del autor, nacido en 1887. En ese marco definido, el autor pasa revista a sus amistades, a los colegios en los que estudió, a sus primeros referentes intelectuales; y, sobre todo, a determinados personajes pintorescos de su círculo familiar.

La escritura de Moreno Villa avanza al modo proustiano: la ironía distanciadora que aplica a los "entes estrafalarios" del entorno entre popular y burgués en que se crió se alía a la casi hiriente precisión sensorial y sensual con que recupera determinadas impresiones grabadas en su memoria sentimental. De haber continuado en esta línea, estas Memorias revueltas de José Moreno Villa se hubieran parecido mucho al Ocnos de Cernuda, por ejemplo.

A partir de la sexta entrega, no obstante, el planteamiento cambia. El propio autor lo justifica: los años vividos en el exilio mexicano, dice, son ya suficientes como para haber generado su propio poso de recuerdos, al que parece lícito acudir... ¿Argucias de articulista necesitado de asuntos? Los hechos parecen confirmarlo: la nueva orientación se concreta en una sucesión de semblanzas de prohombres de la cultura mexicana, vivos (Eduardo Villaseñor, Alfonso Reyes, Daniel Cosío) o recién fallecidos (el poeta Xavier Villaurrutia). La relevancia de la nueva remesa respecto al proyecto inicial se limita a la evocación del excelente ambiente intelectual que encontraron los exiliados españoles a su llegada a México.

Moreno Villa vuelve ocasionalmente a la Málaga de su primera juventud en ulteriores artículos (algunos, casi reminis- centes del Juan ramón Jiménez de Platero y yo, tales como "La alcubilla y la higuera" o "El riego y las albercas"), pero las miras iniciales parecen definitivamente diluidas o perdidas cuando la serie se interrumpe a finales de 1954, meses antes de la muerte del autor.

La presente edición se completa con una selección de otros artículos publicados por Moreno Villa en la prensa mexicana. Su pertinencia se justifica por incluir todos ellos algún recuerdo personal del autor, al hilo de pretextos muy diversos. El conjunto arroja luz sobre los primeros pasos del malagueño en el mundillo intelectual anterior a la Guerra Civil, y recoge las impresiones que causaron en él algunas de las figuras que trató entonces, consideradas ahora desde la distancia que proporcionan el exilio y los años. Es sintomática, por ejemplo, la semblanza que hace de Pepín Bello, el casi unánimemente ensalzado miembro "ágrafo" de la generación del 27: Moreno Villa no oculta su antipatía por este espécimen de lo que denomina "inteligencias de medio camino", incapaces de evolucionar.

Curiosa es también, por abundar en la justificada susceptibilidad que provocaban en el autor las noticias llegadas del otro lado del océano, la polémica que establece con un descollante Aranguren a propósito de un ensayo en el que éste presenta a Moreno Villa como ejemplo de intelectual que, para adaptarse al exilio, no ha encontrado otras dificultades que las meramente materiales.

Leyendo estas memorias intermitentes parece demostrado que la filiación española de José Moreno Villa pesó en él tanto como su presunta condición de "hombre de tipo internacional", como lo llamó José Luis López Aranguren. Otra cosa es que, a la altura del año1950, Moreno Villa tuviera fuerzas o ganas para alimentar ese rescoldo. Lo efectivamente escrito arroja luz sobre esta ambivalencia del recuerdo: reticente a acudir cuando se le convoca; pero pronto a comparecer cuando la mente divaga por otros respectos.