Ollanta Humala tras vencer en las elecciones a la presidencia de Perú. Foto: M. Mejía

Fondo de Cultura Económica. Madrid, 2011. 319 págs, 22 e.



Perú acaba de elegir presidente a Ollanta Humala después de unas elecciones muy complicadas. En la segunda vuelta competían Keiko Fujimori, hija del dictador, y Humala, un militar nacionalista muy afín a Hugo Chávez, que en los últimos tiempos hizo muchos esfuerzos para desprenderse de su figura y acercarse a Lula. Si bien eran los dos candidatos que más rechazo generaban, pasaron a la ronda definitiva por las profundas desavenencias de los candidatos más comprometidos con la democracia. Más del 45% de la ciudadanía peruana debió elegir entre el miedo y el espanto. Tras el voto del miedo estaban los que no querían perder todo lo alcanzado en los últimos años, cuando un crecimiento a tasas chinas retiró a centenares de miles de peruanos de la pobreza y nutrió las clases medias. El voto del espanto aglutinó a los contrarios al retorno de la dictadura fujimorista y todo lo que ella significó: violación sistemática de los derechos humanos, desapariciones y torturas, corrupción y deterioro institucional. Detrás de esta postura se embanderaron Mario Vargas Llosa, muchos intelectuales y un gran número de jóvenes. Para justificar su actitud se pretendió dotar al argumento de una dimensión moral frente al pragmatismo de los contrarios.



¿Por qué Perú voto así? ¿Se puede hacer caso de los relatos que hablan de la gran polarización del país, de las contradicciones de la sierra y la selva con Lima y otras regiones costeras?



En el libro de Alfredo Barnechea se encuentran algunas claves de la reciente transformación de Perú que permiten explicar lo sucedido, o, al menos, entenderlo mejor. Sin el apoyo de millones de limeños, y de otros grupos urbanos, el triunfo de Humala hubiera sido imposible. Dice Barnechea que a raíz de los cambios ocurridos en los últimos 15 años Perú es "un país nuevo, inesperado". No sólo "profundamente urbano", ya que en pocos años la mayoría de la población vivirá en unas diez ciudades, sino también dominado por las clases medias. "Este nuevo país muestra, en silencio, el fin del dilema que dominó durante décadas el debate nacional: la divergencia entre hispanismo e indigenismo. El nuevo Perú es un país-fusión, como su cocina". Es esto, más que las explicaciones al uso en torno a la pobreza y la explotación colonial, lo que explica el triunfo de Humala, que en la primera vuelta no alcanzó el 32% de los votos, una cifra importante pero insuficiente.



Barnechea, político y periodista peruano, orgulloso de su identidad social demócrata pero también de no haber sido nunca marxista, hace discurrir su relato por los últimos 40 años de historia peruana y latinoamericana. Lo hace de una forma erudita, dando permanentemente paso a numerosos autores, antiguos y modernos. Así, por ejemplo, para hablarnos de los populismos latinoamericanos recuerda que Tácito, en Anales, señaló que Augusto "sedujo a los soldados con bonos, al pueblo con comida barata y con todas las dulzuras de la paz. Se volvió gradualmente más fuerte y asumió las funciones del Senado, los magistrados y las leyes. Nadie se opuso a él, dado que los más valientes habían muerto en los campos de batalla o estaban exiliados, y los nobles que quedaron recibieron riquezas y puestos a cambio de aceptar la servidumbre. Enriquecidos por el nuevo régimen, prefirieron la seguridad del presente a los riesgos del pasado".



A través de sus páginas encontramos a buena parte de los protagonistas de la reciente historia peruana, como Víctor Raúl Haya de la Torre, Fernando Belaúnde Terry, Alan García, Javier Pérez de Cuéllar o Mario Vargas Llosa, todos ellos amigos o próximos al autor. También desfilan otros importantes actores de América Latina y de España, como Fidel Castro, Octavio Paz, Andrés Pastrana o Felipe González. De su mano y de la mano de sus recuerdos, Barnechea va recuperando retazos de realidad, a los que amalgama de un modo completo y ameno. Sus memorias, un género poco practicado en español, abren numerosas puertas y ventanas de un pasado reciente y que gracias a él podemos aprehender de una forma más clara. Si bien finalmente no podremos responder la pregunta que Vargas Llosa se formuló al comienzo de Conversación en la catedral, de "cuándo se jodió el Perú", al menos sí estaremos en condiciones de saber más de cómo pasaron ciertas cosas, como el golpe nacionalista de Velasco Alvarado, la irrupción de Sendero Luminoso o el fujimorato.