Carl Jung

Obra completa. Vols. 17 y 9/2. Trads. de Jorge Navarro y Carlos Martínez Ramírez. Trotta. 2011. 208 y 322. págs. 19 e. y 35 e. c/u.

Durante la última la Feria del Libro de Guadalajara, en México, se ofrecía como novedad sobresaliente el libro de David Tracy Cómo leer a Jung (Paidós Mexicana). Compitiendo con los montones de best sellers y libros al uso, Carl Gustav Jung (Kesswill, 1875-Küsnacht, Suiza, 1961) seguía manteniendo su presencia americana, que no es nueva, porque del otro lado del Atlántico nos llegaron pronto ediciones de Sur, Sudamericana, o de la propia Paidós. A este interés americano por Jung, siempre en competencia con Freud, tampoco fueron ajenos los Estados Unidos, país que el psiquiatra suizo visitó en tres ocasiones, creando allí seguidores y escuela hasta nuestros días. Visitó los Estados Unidos en 1909 -viaje que hizo precisamente en compañía de su maestro Sigmund Freud-, en 1910 y en 1914.



Leí la novedad de Paidós y me sumerjo ahora en las dos últimos volúmenes de la Obra Completa de este científico y escritor, incómodo para las ortodoxias por sus osadas teorías, pero a la vez plenas de normalidad en la medida en que afectan a muchos ámbitos de la vida y del alma humanas ; en particular, al meollo del ser a través de ese proceso que él reconoció como "de individuación". Se editan ahora los tomos 17 y 9/2 bajo el título de Sobre el desarrollo de la personalidad y Aion. Contribuciones al simbolismo del sí mismo. Continúa Trotta la magna entrega editorial de este autor que, entre nosotros, tuvo sus inicios con sus memorias (Recuerdos, sueños pensamientos, Seix Barral, 1964), o con la versión que López Pacheco hiciera para Alianza de Los complejos y el inconsciente (1969). Más recientes son los estudios sobre su obra, como el de María Pilar Quiroga (Desclée de Brouwer, 2003) o el compartido sobre Jung/Kerényi (Siruela, 2004).



De los tres grandes bloques en que dividiríamos la obra escrita de Jung -una primera estrictamente científica, una segunda más arriesgada en los planteamientos y una tercera alusiva al arte, la literatura y temas afines-, Sobre el desarrollo de la personalidad estaría englobada en el primero de ellos, pues los ocho textos de este volumen nacen de su etapa clínica de médico. "Sobre el conflicto del alma infantil" fue escrito en 1904, cuando era médico voluntario en la clínica Burghölzli. Ingresó luego como profesor en la Universidad de Zurich, pero su disidencia con el sistemático mundo académico y la fundación del Club Psicológico, se traslucen en estos textos. En ellos contienden temas monográficos (las patologías del mundo infantil, del matrimonio, de la educación), con "Del devenir de la personalidad" (1934), que alumbra temas más ambiciosos. Cuando escribe éste, ya había dado a la luz obras centrales, como La estructura del inconsciente o Tipos psicológicos, y en 1916 había a- somado en otra obra una palabra clave: trascendente (La función trascendente).



Nos falta espacio para detenernos en el segundo volumen de esta Obra Completa, ya de plena madurez (1950); libro que recoge ensayos y teorías claves de la psicología jungiana, los que atienden a símbolos naturales de la totalidad, como el sí-mismo. "Escribo en calidad de médico", "pero no de erudito", nos dice sutilmente, pero no por ello deja de adelantar temas hoy muy vivos, como "la evolución del espíritu europeo", o "la utópica psicosis de masas de nuestro tiempo". Lo primordial en Aion es el análisis de principios tan jungianos, como "yo", "sombra", "ánima", "ánimus", "sí-mismo". Este último provoca el de análisis profundo, en la medida que supone la "imagen arquetípica de la totalidad del ser". También en sus osadas derivaciones, como la de fijar en la figura de Cristo la totalidad psíquica, o analizar el simbolismo del pez, su ambivalencia y significación alquímica. Jung sabía que estaba en un terreno "fuera del alcance común", de ahí la incomprensión hacia su heterodoxia que llega hasta hoy.



Como se ha dicho, la psicología de Jung puede ser la del siglo XXI, por el riesgo y los hallazgos que hay en sus ideas, por su gran sentido de libertad y vaticinador, pero sobre todo por esos hallazgos contenidos en este segundo volumen, dirigidos a plantear la plena realización de los seres humanos. Las declaraciones que Jung hizo a la doctora inglesa Esther Harding (1922) así lo anunciaban: "Tengo miedo del mundo, pues es grande y fuerte, y tengo miedo de los demonios internos, pues son muchos y brutales, pero no tenga miedo de usted, pues sólo se halla ante su propio sí-mismo (…) Las palabras del reino del espíritu son creativas y están llenas de poder".