Niños jugando en plena Guerra Civil. Foto: archivo.
Desde hace varias décadas se ha transformado el paradigma historiográfico en la interpretación de la guerra civil española: de ser considerada un acontecimiento excepcional, producto específico de un país anómalo en el marco occidental, ha pasado a ser entendida como un episodio crucial en la crisis europea de entreguerras; es decir, un episodio singular, con sus rasgos particulares, pero no por ello ajeno a su contexto, hasta el punto de que hoy en día se ha generalizado el, por otra parte discutible, sintagma de "guerra civil europea" para caracterizar al conjunto de enfrentamientos internos e internacionales que se concentran en el Viejo Continente en las décadas centrales del siglo XX. Lejos, pues, de la España mítica de Hemingway o Malraux (en la estela, al fin y al cabo, de la estampa romántica decimonónica), esta España del enfrentamiento fratricida aparece ahora a los ojos de los historiadores como un país atrasado y periférico, pero europeo a todos los efectos, que sufre las consecuencias de las tensiones que desgarran a un considerable número de países -casi todos, con mínimas excepciones- y que explotarán de modo catastrófico en la Segunda Guerra Mundial.En consonancia con lo que se acaba de apuntar, y como resultado de un Congreso celebrado en Barcelona en 2011 bajo el título de Por Cataluña y la República. La guerra de España en la guerra civil europea, se han reunido en este volumen un conjunto de especialistas españoles y extranjeros para exponer de modo sintético sus análisis e investigaciones referentes a aspectos concretos de la guerra, siempre desde la perspectiva integradora antedicha. Conviene subrayar que las características del Congreso explican la sobrerrepresentación catalana en el conjunto. Son en total dieciocho contribuciones, correspondientes a otros tantos autores, que se estructuran en cuatro apartados bien definidos: el primero de ellos encuadra el conflicto español en el convulso espacio internacional de la época, con planteamientos muy críticos tanto con la política británica de apaciguamiento (Ángel Viñas) como hacia la diplomacia agresiva del Tercer Reich (F. Morente). El segundo bloque agrupa los artículos que ponen de relieve que una guerra civil es, sobre todo, una guerra contra los civiles, que sufren las peores consecuencias de la barbarie en forma de violencia sistemática y represión indiscriminada (en uno y otro bando) y también en forma de éxodos masivos e improvisados (J. Serrallonga, G. Dreyfus-Armand).
En la tercera parte, "Cultura y política de guerras", la más amplia -seis capítulos-, se abordan los aspectos políticos e ideológicos de la conflagración, siempre los más polémicos, inevitablemente. J. L. Martín Ramos hace un análisis muy favorable de la política del Frente Popular, mientras que J. Aróstegui se centra en la división socialista y la "lógica del PCE", atribuyendo en todo caso a la división interna buena parte del fracaso republicano. S. Tavera enjuicia las contradicciones anarquistas y P. Gabriel el papel de los sindicatos, entre otras aportaciones que aquí no podemos desmenuzar. Por último, la cuarta sección se ocupa de un aspecto tan esencial como la financiación de la guerra por una y otra parte (Sánchez Asiaín, F. Bonamusa), dejando un hueco final para los asuntos estrictamente militares, como la influencia de la guerra marroquí en la conducción franquista de la lucha y los errores estratégicos del mando republicano, sobre todo en las operaciones del este peninsular. La obra se cierra con un epílogo de Josep Fontana que, en la línea señalada al comienzo de este comentario, pone el énfasis en el clima generalizado de "pánico social" que provocó que, desde su misma instauración, "la II República española fuese recibida con una abierta hostilidad internacional". Estamos, en definitiva, ante un volumen que, siendo complejo y riguroso, no rehúye el alineamiento ideológico. Y así, como siempre en este tema, el lector encontrará múltiples motivos para la discrepancia o la polémica.