Graciano García. Foto: Eloy Alonso
Algunas ideas prenden en la oscuridad y allí se extinguen. Pero otras encienden antorchas para la posteridad. En 1980, el periodista Graciano García (Moreda, Asturias, 1939) -con el apoyo de un grupo de asturianos y la ayuda del entonces secretario general de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo- lanzó al mundo la Fundación Príncipe de Asturias con la idea de que España era capaz de organizar unos premios multidisciplinares al más alto nivel capaces de codearse con los Nobel. Al año siguiente, en 1981, se otorgaban los primeros Príncipe de Asturias.Juan de Lillo (Moreda, Asturias, 1935) ha adjetivado su biografía como "íntima" con ajustada precisión. Y es que el autor comparte no sólo villa de nacimiento y correrías juveniles con el biografiado sino también una carrera profesional de proximidad. Ambos se cruzaron en las redacciones de La Nueva España y la revista Asturias Semanal que Graciano García fundó en 1969 para convertirla en uno de los polos de democratización informativa más influyentes de la región a finales del franquismo. La cercanía nos permite acceder al registro de numerosas y esclarecedoras conversaciones recogidas con minuciosidad.
Conversaciones, entrevistas y documentos ciñen así la figura de Graciano García a su tiempo. La última mitad del libro narra la encarnación real de ese sueño que fue la Fundación Príncipe de Asturias y sus premios, de las reticencias iniciales en la región al polémico primer discurso de José Hierro, de los intentos políticos de manipulación a la expansión internacional que la convirtió en "uno de los principales foros culturales"que "llevó a Asturias a todos los confines del planeta". Y todo de la mano de un soñador al que Víctor García de la Concha describe en el prólogo como "un quijote, todo fantasía, todo corazón".