Las consideraciones anteriores no son gratuitas porque el primer y principal acierto de Novella es situar adecuada y meticulosamente la eclosión hispana del "alienismo" -fiel aunque pálido reflejo de lo que sucedía en otros países europeos del entorno- en el contexto de la cultura de la época, es decir, una sociedad española, la de mediados del XIX, en la que las nuevas corrientes y la mentalidad positivista en general luchaban arduamente por abrirse camino entre las rémoras de la tradición, la rutina, el autoritarismo y el dogmatismo religioso. El objetivo fundamental en esas circunstancias era lograr la conversión de la figura vulgar del "loco" en "sujeto psicológico" que requería no sólo un estudio específico sino, lo que es más importante, una atención y un tratamiento que sólo un especialista le podía proporcionar. Ese especialista, el médico, reclamaba para sí -para su profesión- un rol y un reconocimiento inéditos en aquel ambiente. Se trataba de la "medicalización" progresiva de un dominio, el del alma, que hasta entonces había estado en manos del pensamiento especulativo y la religión.
Con enfoque marcadamente empírico y decidida voluntad sintética -el libro no llega a las doscientas páginas de texto, descontando índice y bibliografía-, Novella hace un recorrido minucioso por las nuevas formas de entender y abordar la perturbación mental, demorándose en el análisis de las publicaciones periódicas y la literatura científica de la época, en la que va abriéndose paso, con dificultad, la "nueva percepción de la locura". No se pierde de vista el hecho de que dichos enfoques renovadores solo tienen sentido en una época y un contexto -el marco de la sociedad liberal- en los que, aunque sea a trancas y barrancas, resulta patente que gana peso una opinión pública que acoge como irrenunciables los principios de libertad, progreso y emancipación de todos.
No hace falta subrayar que la moderna medicina mental se abrió paso en nuestro país con mayores resistencias que en los países limítrofes más avanzados, por razones que a todos se nos alcanzan. Pese a ello, un puñado de médicos (no solo alienistas, sino también higienistas y forenses) luchó denodadamente para que los nuevos enfoques alcanzaran una consolidación que, ya a fines del XIX, mostraba bien a las claras que no tenía retorno posible. Con todo, es notorio que el proceso de modernización hispano no pudo desprenderse de un fuerte aroma conservador, producto de los prejuicios seculares. En este sentido, la tentación de asociar causalmente locura y civilización moderna fue irresistible, hasta el punto de que se convirtió durante la segunda mitad del siglo, como documenta Novella, "en un lugar común del pensamiento conservador español".