Pablo D'Ors
Pocas trayectorias de personalidades religiosas han sido tan accidentadas como la del vizconde francés Charles de Foucauld (1858-1916), beatificado en 2005, durante el pontificado de Benedicto XVI. Y pocas cuentan con tantas biografías -varias de ellas traducidas al español-, desde la clásica de René Bazin (1921) hasta las más recientes de Vircondelet (1997), Antier (2005), Chatelard (2005), Six (2008), Furioli (2009) o Boulanger (2010), entre otras. Foucauld, que fue militar y tuvo aspiraciones a convertirse en geógrafo y explorador hasta que acabó sus días en una ermita en el desierto de Argelia, dejó algunas obras, como la titulada Reconnaissance à Maroc, y algunos escritos sobre espiritualidad, así como un notable diccionario de la lengua tuareg, pero nada parecido a unas memorias o escritos autobiográfícos propiamente dichos.Esa autobiografía que nunca escribió es lo que ahora ofrece Pablo d'Ors (Madrid, 1963). No hay que buscar en ella noticias o datos externos desconocidos. El autor se ha documentado lo suficiente para que ninguno de los movimientos o acciones del personaje se halle al margen de la verdad histórica. El empeño reside, pues, en pasar de la biografía a la autobiografía, es decir, al relato en que, sin renunciar a las acciones externas, el punto de vista del narrador se detiene sobre todo en sus pensamientos y reacciones íntimas, en su evolución anímica, en la suma de reflexiones encaminadas a ese "olvido de sí" que busca una experiencia similar a la mística. La profundidad de la introspección psicológica practicada en medio de un paraje desértico y hostil -que ya aparecía en una novela de d'Ors, El amigo del desierto, con la que ésta presenta notables concomitancias- y la interiorización de ese paisaje, sus gentes y sus costumbres, se cuentan entre lo más destacado de esta novela, cuyas meditaciones de naturaleza religiosa, en la estela de los Evangelios pero también de figuras como san Ignacio o Bossuet y de algunos pensadores orientales, la acercan al ensayo filosófico, presidido por la intención de armonizar creencias diversas para hallar los puntos comunes a todas ellas.
Seguir el proceso de conversión de Foucauld ("una epopeya de la nimiedad", p. 181) desde su despreocupada juventud hasta su ascética existencia en Tamanrasset, donde comenzaron a formarse núcleos de discípulos que hoy se han multiplicado y donde encontró la muerte, es una experiencia enriquecedora gracias a la nítida pluma de Pablo d'Ors, que parece haber encontrado para su narración una historia con numerosas afinidades personales. Lástima que el libro no haya pasado por un proceso de corrección adecuado que hubiera borrado deficiencias y errores de concordancia ("las miles de notas", p. 65; "fue de ellos de quien aprendí", p. 70; "buena parte de mi corazón lo dejé en Marruecos", p. 75), o erosiones sintácticas ("mi determinación a ir hasta el final", p. 80; "me torturé cavilando sobre si tenía o no vocación y sobre si, de tenerla, cuál podía ser", p. 99; "sin correr el riesgo a que todo esto suceda", p. 184). Podrían haberse eliminado galicismos innecesarios, como "armada" (p. 378) por ‘ejército', o la construcción sintáctica «tanto más trataba de atrapar mi desgracia […], tanto más se escabullía» (p. 252), reiteradísima (pp. 22, 281, 306, 310, etc,). Estos y otros descuidos afean un texto interesante y complejo de un escritor que ha demostrado sobradamente sus méritos y no puede permi- tirse ligerezas de escritura.