Maradona

Córner. Barcelona, 2015. 367 páginas, 17'90€

Nacido en Ginebra en 1963, Orfeo Suárez se licenció en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ciudad en la que comenzó a trabajar para el diario La Vanguardia. En la actualidad es redactor jefe de El Mundo y profesor de Periodismo en la Universidad Camilo José Cela. Premiado en 2013 con la Medalla al Mérito Deportivo, su conocimiento del mundo del deporte queda acreditado no sólo por sus artículos de prensa sino por una serie de cinco libros en los que al hilo del fútbol se adentra en cuestiones sociales y políticas. Los cuerpos del poder, con prólogo de Josep Ramoneda y epílogo de Raúl Rivero, presenta una denuncia inmisericorde de la utilización política de los deportistas de élite.



Se abre este volumen con la disección de Maradona. A Diego, Dieguito, el Pibe o el Pelusa le toca un mundo ya muy complicado. Alfredo di Stéfano, Pelé o Johan Cruyff vivieron tiempos más regulados. Maradona, como escribe Orfeo Suárez, es un hombre devorado por su propio personaje en un momento histórico en el que la cocaína promete mucho y se consigue fácil. Un jugador que deja Argentina santificado por las masas y cae en Barcelona en un club intolerante, cuajado de hipocresía y que no soporta ni a su clan ni a excentricidades como aparecer con prostitutas de lujo en actos públicos.



De un Maradona destruido, el vuelo inquisidor de Orfeo Suárez planea sobre la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ya en los años treinta del pasado siglo, Stalin sabe que el deporte es un arma de gigantesca potencia persuasiva. Ha tomado buena nota de la propaganda nazi, y el cine documental de Leni Riefenstahl le ha fascinado. Los soviéticos profesionalizan como ningún otro país, la producción de deportistas de élite. Todo queda justificado, incluido el dopaje, ante el oro olímpico. Desde el genial Bubka hasta Kasparov pasando por Popov, el mosaico deportivo de la URSS puesto al servicio del Estado queda al descubierto. El lector contempla de cerca un modelo que se exportó a muchos países, España incluida. Gimnastas españolas fabricadas según el modelo soviético interpretado a la rumana. Las páginas dedicadas a Nadia Comaneci y el Bucarest del tirano Ceaucescu y sus hijos ponen los pelos de punta: adolescentes, apenas unas niñas, dedicadas a la gimnasia y abusadas por un sistema decidido a expropiar sus cuerpos en aras de la política.



La rebelión de los atletas de color en Estados Unidos o el papel del rugby en una Sudáfrica que con Mandela vence el apartheid se enlazan en estas páginas con los atletas norteafricanos y las mujeres que frente a las restricciones impuestas por el Islam son capaces de autoafirmarse y competir en los grandes estadios. Se cierra este volumen con un capítulo dedicado a Cuba y sus grandes deportistas. Los jugadores de béisbol como referente del imaginario colectivo de la isla, los boxeadores o el saltador Alberto Juantorena cuajan un panorama en el que el deporte de élite forma un triángulo con la sociedad y la política que revela, más allá de la estética de cuerpos privilegiados, la ética de una época.