Pau Subirós
La plaga es una de las películas europeas más interesantes y conmovedoras de los últimos años y supuso en 2013 la revelación de su inteligente y sensible directora, Neus Ballús (Barcelona, 1980). Documental ficcionado o ficción documentalizada -no voy a entrar en eso-, La plaga recoge la vida cotidiana de cinco personas reales que se interpretan a sí mismas. Bueno, lo correcto no es hablar de interpretación en este caso: esas personas "están" y se desenvuelven ante la cámara que filma su día a día. El resultado es una emocionante verdad.Son un agricultor, su empleado moldavo (luchador de lucha libre), una enfermera filipina, una prostituta y una anciana enferma que nunca se ha movido de su casa en el enclave rural de Gallecs, a veinte kilómetros de Barcelona, sin duda el sexto "personaje" de la película.
Es excepcional que un productor de cine escriba un libro sobre su trabajo. El título elegido por Pau Subirós (Barcelona, 1979), El productor accidental (Anagrama), indica que su autor se embarcó en la producción de La plaga de forma imprevista. Con estudios universitarios de antropología y filosofía, Subirós es pareja de Neus Ballús y co-fundador con ella de la productora audiovisual El Kinògraf. Subirós, en el seno de un equipo reducido, fue también co-guionista con Ballús y sonidista de La plaga, película que ha cosechado nominaciones y premios importantes en España y fuera de ella y que lleva dos años girando por festivales de todo el mundo.
El productor accidental no es un manual de producción ni un recuento informativo sobre cómo poner en pie una película. Subirós tiene un estilo literario suficiente, desenvuelto y ligero, y lo aplica a narrar desde dentro, con toda clase de observaciones, anécdotas y "notas de color"-que se dice a propósito del reportaje periodístico- todo el proceso de creación y difusión de La plaga: desde el nacimiento de la idea hasta su exhibición, pasando por el desarrollo del guión, la búsqueda de ayudas y fuentes de financiación, el rodaje, la postproducción y, finalmente, el encuentro de la película con el público, la crítica, los festivales y los premios.
En el arco de este gran reportaje o cuaderno narrativo de navegación, Subirós va construyendo, empezando por él mismo, personajes, sean éstos los integrantes del equipo de filmación, los propios personajes de La plaga u otros que fueron surgiendo en el trabajoso desarrollo y puesta a punto del proyecto, que duró cuatro años. La frescura del novato se manifiesta, con cierta ingenuidad, en el asombro, la incomodidad e, incluso, cierto atisbo de culpa o reparo moral que le embargan al verse envuelto en el circuito de hoteles de lujo, fiestas, alfombras rojas, trajes de ceremonia y entrevistas que es propio de la carrera de una película afortunada.
Ahora es inevitable decir que quienes han visto y aprecian La plaga disfrutarán especialmente con el libro, quienes no la han visto sentirán la perentoria necesidad de verla y unos y otros, siempre cinéfilos para mayor aprovechamiento, serán testigos y partícipes de una aventura.