Daniel James Brown

Traducción de Guillem Usandizaga. Capitán Swing/Nórdica, 2015. 464 páginas, 19'95€

Los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 -como la guerra civil española que estalla el mismo año- escenificaron el penúltimo ensayo de la guerra mundial que incendiaría el planeta tres años después. El régimen nazi organizó en la capital alemana un espectáculo imponente en el que nada podía fallar con el fin de ensalzar la grandeza del Reich y aterrorizar de paso a un Occidente medroso y pusilánime. Ningún plan es perfecto. Un corredor negro, Jesse Owens, y un pintoresco grupo de remeros estadounidenses hicieron añicos la propaganda nazi y humillaron a Hitler delante de sus narices. Un libro del gran buscador de historias Daniel James Brown relata la increíble aventura de estos últimos.



El proyecto era disparatado. Imaginen a un grupo heteróclito de madereros, trabajadores de los astilleros y agricultores reclutados casi a voleo en la costa Oeste de EE.UU., entrenados con apresuramiento en la Universidad de Washington y empaquetados para Alemania. Arrancan los juegos, comienzan los cruces y los paletos yankis van derrotando uno detrás de otro a los grandes clubes de remo del mundo, liquidan a la formación de la élite de las universidades británicas y derrotan finalmente al invencible equipo alemán. No, Hitler no estaba contento.



Brown hila la historia de aquellos extraordinarios jabatos con un material de primera mano: los propios diarios de los chavales, una mina de oro por desbastar. El resultado regala una lectura veloz y casi inverosímil que ensalza sin sentimentalismos el valor de los humildes.